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En el Museo Tiflológico de la ONCE puedes conversar con las obras de arte

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MADRID, 18 (SERVIMEDIA)

Mireia Rodríguez es una de las técnicas del Museo Tiflológico inaugurado en 1992 por la Organización Nacional de Ciegos (ONCE). Esta historiadora del arte, prácticamente ciega, se mueve con igual soltura entre las gradas del Coliseo romano o entre los jardines del Taj Mahal. Ella enseña sus reproducciones a pequeña escala para que las personas ciegas viajen hasta ellas a través de sus dedos. “Lo que a nosotros nos gusta es que cualquier visitante, con o sin discapacidad, puede interactuar con las piezas”, asevera la experta.

A los 14 años esta barcelonesa afincada en Madrid empezó a presentar problemas de visión que acabaron en un diagnóstico de enfermedad de Stargardt. “Empecé a perder capacidad visual muy rápidamente hasta que me quedé en el 0,04% de resto”, recuerda Mireia en una entrevista a Servimedia.

A sus 32 años está aprendiendo a manejar el bastón con un rehabilitador de la ONCE. “Ahora noto que lo necesito, no de manera habitual, pero sí en algunos momentos del día y en algunos espacios que no conozco”, reconoce la guía. En cambio, en el museo ella es quien orienta, quien da las directrices. Asegura que es “un espacio totalmente inclusivo y que va más allá de ver arte”. “Este museo te permite dialogar con las obras de arte, evidentemente siempre desde el respeto hacia las piezas en términos de su conservación”, relata.

Mireia ofrece al usuario una visita personalizada porque “no es lo mismo explicar una pieza que se puede tocar o acariciar que una fotografía”, indica. “Si se trata, por ejemplo, de una pintura, la descripción requiere de un relato pormenorizado. Si, además, el visitante es completamente ciego, el lenguaje deberá ser mucho más descriptivo”, subraya. Este es un museo que está vivo y que se adapta a las necesidades específicas de su público. “Existe una gran diferencia entre explicar una colección a una persona con ceguera adquirida que tiene memoria visual que a alguien con ceguera congénita”, esgrime.

Lo difícil es describir una sombra a alguien que jamás ha conocido la luz. La joven asegura que existen muchos otros conceptos que en cambio sí se pueden transmitir como la perspectiva o la profundidad de campo “empleando la distancia entre dos objetos como referencia”. A menudo, Mireia utiliza su propio cuerpo como herramienta para apuntalar ese puente de comunicación que se establece entre la obra y el visitante. Un dialogo a través de los sentidos que trasciende la barrera de la vista.

MAQUETAS QUE HABLAN

Uno de los instrumentos más utilizados para transmitir conceptos a las personas ciegas y con discapacidad visual grave son las maquetas. La gran ventaja de una buena reproducción es su carácter tridimensional que permite su observación desde distintos puntos de vista y a diferente nivel de detalle, a la vez que posibilita una panorámica de conjunto.

Esto es especialmente significativo cuando se habla de monumentos arquitectónicos dado que, por sus dimensiones, no son accesibles ni al tacto ni a la vista. “Estamos recibiendo información a través de las yemas de los dedos, por eso la maqueta táctil, al igual que nos pasa cuando estamos leyendo un libro, tiene que ser accesible desde cualquier punto”, señala Mireia.

Dominar París desde lo alto de la Tour Eiffel o disfrutar del remanso de paz de los patios de la Alhambra son algunas de las sensaciones que el visitante podrá llevarse de este museo. “Cuando uno visita la catedral de Burgos no podemos hacernos una idea de cómo es en todo su conjunto debido a sus enormes dimensiones y la maqueta nos ofrece esa vista general, poder estudiar las plantas de los edificios, las secciones y los alzados que son estupendos”, señala. En definitiva, coloca al público en general en una posición privilegiada, ‘a vista de dron’.

Además, esta colección de maquetas cuenta con un sistema de audioguías que se articula en dos niveles: uno básico, que se corresponde con el recorrido táctil y un segundo nivel que ofrece información sobre el estilo y la época del monumento.

La historiadora del arte insiste en que a ella le gusta “conocer las preferencias del visitante” porque el museo tiene muchas piezas y detenerse en cada una de ellas para tocarlas y sentirlas lleva más tiempo que ‘una ráfaga con la mirada’. De este modo confecciona visitas a medida.

“Me gusta mucho atender peticiones de, por ejemplo, esa pareja que quiere que les enseñe el Monumento de los Descubridores porque en unos días va a viajar a Lisboa y quiere saber cómo es”, afirma con cierto orgullo Mireia. Ella es consciente de que para los turistas con ceguera esta experiencia es como consultar una guía de viajes o una web especializada.

Como cada 18 de mayo, este jueves se conmemora el Día Internacional de los Museos. El mensaje de este año se centra en su contribución al desarrollo sostenible de la sociedad: desde el fomento de la inclusión hasta la lucha contra el aislamiento social. El Museo Tiflológico de la ONCE cumple con ese espíritu inclusivo ofreciendo una experiencia que supera la frontera de lo ‘meramente’ visual; no en vano se define como “un museo para ver y tocar”.

Mientras en la mayoría de las exposiciones proliferan los mensajes de ‘¡Prohibido tocar las obras de arte!’, aquí se invita al visitante a recorrer con los dedos cada surco de las más de 190 piezas que se muestran en una de las pinacotecas más accesibles del mundo; prácticamente ‘un escaparate sin cristal’ donde el arte se encuentra al alcance de la mano.


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