LOGROÑO, 11 (EUROPA PRESS)
La prevención puede evitar hasta un 25% de los casos de suicidio, un “problema social” que requiere “coordinación” entre diferentes estamentos y un “abordaje global e integral”. Así se ha puesto de manifiesto este jueves en la presentación de la Guía para profesionales ‘El abordaje de la conducta suicida en los Servicios Sociales’, que ha elaborado el Ayuntamiento de Logroño.
El concejal de Servicios Sociales y Desarrollo Comunitario, Iván Reinares; la directora general de Servicios Sociales, Carmen Tamayo; la psicóloga municipal Yolanda de Blas; y la psicóloga clínica y presidenta del Teléfono de la Esperanza, Magdalena Pérez, han presentado esta mañana la publicación.
Un recurso, ha dicho Reinares, “para profesionales de los Servicios Sociales municipales “que pueden hacer una labor clave escuchando, comprendiendo, minimizando factores de riesgo sociales y formando una red de apoyo junto a otras personas, familiares, profesionales y entidades de ayuda, pero estamos seguros de que puede ser de mucha utilidad para cualquier profesional del ámbito de lo social”.
Los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Logroño, ha comentado, atienden a una parte muy importante de la población de la ciudad que se encuentra en situación de vulnerabilidad, personas que han vivido o están viviendo acontecimientos que afectan al bienestar y a la salud mental relacionados con factores de riesgo de suicidio.
Por eso, “nuestro equipo de profesionales del trabajo social, la educación social y la psicología, en su proceso de formación continua, demandaban una herramienta práctica, a modo de guía, que les sirviera para abordar este tema en las entrevistas con las personas usuarias, que les permitan detectar, valorar y derivar a los servicios de salud a las personas en riesgo de conducta suicida”.
Tras un trabajo en colaboración con entidades como el Teléfono d ela Esperanza, “hoy presentamos esta guía que ofrece pautas básicas para habilitar a las personas profesionales en el reconocimiento de situaciones de alarma de conducta suicida, adquirir habilidades para responder adecuadamente y dar a conocer recursos especializados a los que poder remitir, además, de un plan de seguridad y orientación para trabajar con las familias”.
Como ha resaltado el concejal, la Organización Mundial de la Salud (OMS), tal y como recoge la guía, “considera el suicidio como una prioridad de salud pública, ya que se estima que en el mundo se suicidan al año más de 800.000 personas y que el número de intentos que no acaban en muerte se multiplica por 20”.
“En La Rioja, la tasa de suicidios oficiales fluctúa entre 22-30 personas fallecidas al año. En 2021 se suicidaron 24 personas, SOS-Rioja 112 registró más de 500 intervenciones de conducta suicida y el teléfono de la Esperanza atendió además a otras 250 personas. Ese año, el suicidio fue la primera causa de muerte por motivos no naturales entre jóvenes de 15 a 19 años en nuestro país”, ha incidido el concejal.
Estos datos, ha apuntado, “nos llevan a incidir aún más en la prevención, porque sabemos que es posible prevenir en un 25% de los casos”.
Por eso, “es tan importante contar herramientas y conocimientos adecuados para abordar las conductas suicidas, que dado su complejidad exigen de acciones interdisciplinares y planes específicos que tengan en cuenta intervenciones eficaces, basadas en evidencias, en contextos educativos, sociales, sanitarios, con servicios de emergencias, cuerpos de seguridad, medios de comunicación y asociaciones y que se desarrollen con y para las personas afectadas, su entorno familiar y social y las personas supervivientes”.
El suicidio, ha subrayado, “es un problema social y como tal lo tenemos que tratar”. Esta guía incide en la necesidad de llevar a cabo un “abordaje global e integral para la prevención del suicidio, con actuaciones coordinadas de todas las instituciones involucradas, del ámbito sanitario, social, educativo, judicial y de las fuerzas de seguridad para que sean eficaces”.
Asimismo, tal como refiere la guía, se requiere la elaboración de programas de detección, seguimiento y coordinación de los servicios sociales, tanto en el primer nivel (primaria o comunitaria), como en el segundo nivel (especializada), del ámbito público y privado, así como de las instituciones con y sin ánimo de lucro.
Como ha subrayado Carmen Tamayo, “los profesionales de los Servicios Sociales son elemento clave en la cadena, somos la red de estas personas, muchas veces incluso su única red, cuentan con nosotros, por lo que es fundamental una buena valoración y unas conductas que pueden ayudarles, incluso salvarles”. Algo en lo que esta Guía quiere ser “clave”.
Por su parte, Yolanda de Blas ha incidido en que “en los Servicios Sociales nos encontramos con personas con mucho sufrimiento por su situación económica, personal, familiar, por soledad, por muchas cosas, y trabajamos con toda la población, adolescentes, mayores, nadie queda al margen”.
Así, ha considerado que “no podemos dejar de preguntar si en algún momento han pensado en quitarse la vida”, algo que “hsata ahora no nos atrevíamos, daba miedo porque si te decían que sí, a veces no sabías como continuar adelante”. De ahí, la importancia de contar con herramientas como esta publicación “que enseña cómo abordarlo, porque con la ayuda adecuada se puede superar”.
Por último, Magdalena Pérez ha defendido, ante todo, la “coordinación” entre diferentes estamentos a la hora de actuar sobre las conductas suicidas. Ha repasado, además, algunos aspectos que se recogen en la Guía, comenzando por “las falsas creencias” sobre el suicidio, “que complican la prevencióbn”.
En este sentido, ha señalado “mitos como que hablar sobre el suicidio es peligroso porque puede incitar a provocarlo; que la persona que amenaza con suicidarse no lo hará; que sólo las personas con problemas graves se suicidan; que si alguien está decidido a suicidarse no hay nada que hacer; o que algunos intentos son para llamar la atención”.
Ante estas “creencias erróneas”, la Guía aclara que “hablar sobre suicidio no provoca ni induce a cometerlo, sino que puede salvar una vida, ayuda a rebajar la tensión, reduce el riesgo y posibilita la búsqueda de ayuda”.
Asimismo, informa de que “las personas que desarrollan conducta suicida no quieren morir, lo que necesitan es dejar de sufrir, pero no encuentran la manera de gestionar su dolor emocional para sentir algo de alivio, necesitan descansar emocionalmente y, para ello, cuando ya no pueden más y no saben cómo hacerlo, buscan desconectar de ese dolor”.
“El sufrimiento no se puede eliminar, es algo humano y tenemos que aprender a vivir con ello, pero sí podemos paliarlo”, ha dicho Pérez, quien ha considerado “esencial” el acompañamiento “para lograr que estas personas sigan adelante”.
La guía destaca que “siempre hay que tomarse en serio las señales de alarma, sobre todo si ha habido intentos previos de suicidio, la inmediatez es un factor clave cuando se identifica riesgo de suicidio”.
Desde esta premisa, esta herramienta práctica ofrece a las personas profesionales de los servicios sociales las bases para desarrollar un acompañamiento adecuado a la persona en riesgo de conducta suicida, que les ayuden a conectar y crear un vínculo de confianza con mensajes y actuaciones adecuadas, y que permitan hacer una valoración preventiva del riesgo de suicidio, detectar señales de alarma y conectar con recursos de ayuda.
La guía recoge también un plan de seguridad con herramientas que pueden ayudar en momentos de especial dificultad y detalla a las profesionales qué hacer en situación de riesgo inminente. Se cierra con un listado de los recursos de ayuda que existen en La Rioja.
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