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Según SEO/BirdLife, Doñana se encuentra frente a un “golpe definitivo” 25 años después del desastre de Aznalcóllar

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MADRID/HUELVA, 24 (SERVIMEDIA)

El Parque Nacional de Doñana se enfrenta a “un nuevo desastre ecológico que puede ser el golpe definitivo” si el Parlamento de Andalucía regulariza regadíos ilegales, cuando este martes se cumplen 25 años de la catástrofe de Aznalcóllar (Sevilla).

El 25 de abril de 1998, la balsa minera de la empresa sueco-canadiense Boliden Apirsa en Aznalcóllar reventó cuando contenía cinco millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y aguas contaminadas.

La riada, cargada de metales pesados, desbordó el cauce del Guadiamar rumbo a Doñana, arrasando todo a su paso. Tras enormes esfuerzos para evitar su entrada en el corazón de la marisma de Doñana, se consiguió detener justo a las puertas del parque nacional. Quedaban 60 kilómetros de riberas anegadas por el barro tóxico, 4.600 hectáreas de cultivo y pastizales arruinados, las marismas de Entremuros contaminadas, 26 toneladas de peces muertos y cientos de aves afectadas.

Gracias a una respuesta rápida y coordinada de las Administraciones y el apoyo de las, Doñana se libró de un vertido tóxico que podría haber arruinado todo el ecosistema por décadas. Sin embargo, desde entonces se han acentuado nuevos problemas que han conducido al humedal hacia un posible punto de no retorno.

“Doñana está en una situación crítica, inmersa en una situación de pérdida de biodiversidad sin precedentes, debido a la falta de gobernanza histórica, mala gestión hídrica, a la que se suman los efectos de un ciclo seco que dura 10 años consecutivos”, según Carlos Davila, responsable de la Oficina Técnica de SEO/BirdLife en Doñana.

Davila apunta que “lo último que podría ocurrir como agravante es que el Gobierno andaluz haya tramitado definitivamente la proposición de ley en el Parlamento andaluz para regularizar otras 650 fincas de regadío ilegales, en lugar de actuar urgentemente y de forma conjunta para salvar el humedal”.

INDICADOR AMBIENTAL

El mejor indicador de la degradación ambiental del espacio es la pérdida de biodiversidad. La evolución de las poblaciones de aves acuáticas es un termómetro que mide con datos objetivos la calidad ecológica del ecosistema, según el ‘Informe sobre el estado de conservación de las aves acuáticas en Doñana’, publicado este martes por SEO/BirdLife.

Ese informe muestra las tendencias poblacionales para las especies de mayor interés de conservación, catalogadas como amenazadas y que forman parte de los valores por los que Doñana ha sido reconocida bajo distintas figuras de protección.

El trabajo incide sobre la situación actual de las poblaciones de aves acuáticas comunes, para las que Doñana ha significado una de sus principales áreas de reproducción e invernada en Europa. También recopila y analiza las presiones y amenazas más relevantes que se ciernen sobre estas poblaciones y plantea una serie de actuaciones que permitirían mejorar su estado de conservación.

El informe pone el foco sobre las graves amenazas que afectan a las aves acuáticas dentro de los límites del espacio protegido, una información científica contenida en los estudios realizados por el Equipo de Seguimiento de Procesos Naturales de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), sobre la que debería basarse la gestión, manejo y conservación de las poblaciones de aves de Doñana y sus hábitats, según SEO/BirdLife.

AVES EN CAÍDA LIBRE

Según la serie histórica de datos de EBD-CSIC entre 2004 y 2022 (EBD-CSIC) sobre la evolución de las poblaciones de aves acuáticas reproductoras y sus tendencias, la mayor parte de las especies se encuentran en una situación “extremadamente preocupante”.

Han desaparecido como aves reproductoras el fumarel común y el porrón pardo (no crían desde 2018), mientras que la cerceta pardilla, en peligro crítico de extinción, continuó el año pasado con una tendencia negativa. En 2022 solo se contabilizaron 13 parejas reproductoras de esta especie, que era ubicua en la antigua Doñana, con centenares de parejas; tanto, que se la conocía como la reina de la marisma.

Además, sólo dos parejas de focha moruna criaron el año pasado, a pesar de que en la primera década del presente siglo hubo años con más de un centenar de parejas reproduciéndose. La malvasía cabeciblanca, con sólo cuatro parejas, continúa frenando su (todavía) evolución positiva, y la garcilla cangrejera empeora su estado de conservación, mientras que ninguna pareja de avetoro fue localizada en 2022.

Entre las rapaces, ninguna pareja de aguilucho lagunero occidental fue detectada durante la primavera de 2022, por lo que esta especie muestra una de las tendencias regresivas más preocupantes de los últimos años. En 2005 se contabilizaron 36 parejas, pero sólo se han localizado parejas reproductoras un año de los últimos cuatro (tres nidos durante 2021) y no se localizan pollos volantones desde 2016.

Especies históricamente abundantes como la pagaza piconegra han pasado de cifras superiores al millar de parejas en la primera década del siglo XXI a reproducirse tan solo dos años de los últimos nueve. Su situación evidencia la mala evolución de los representantes de la familia de los charranes y fumareles en Doñana, que también se observa en otras especies como el charrancito común, que ha pasado de más del millar a principios de la década a no pasar de 20 parejas en 2022.

Especies más comunes, como garzas o espátulas, también están registrando bajas tasas de productividad. Seis de los siete peores datos de reproducción para la espátula común del siglo XXI en Doñana tuvieron lugar en 2012, 2014, 2016, 2019, 2020 y 2022, con lo que la población del espacio natural ha mostrado una tendencia lineal negativa que en valores absolutos se supone una reducción del 50% de la población reproductora en lo que va de siglo.

Incluso una de las especies invernantes más emblemáticas y abundantes de Doñana, el ánsar común, ha pasado de superar los 40.000 ejemplares de forma habitual a marcar los registros más bajos de la historia, con menos de 10.000 individuos.

AMENAZAS

Por otro lado, Davila subraya que la marisma de Doñana permanece “casi completamente seca” durante la actual primavera, por lo que 2023 supondrá “una nueva temporada catastrófica para la avifauna acuática de Doñana”.

“La primavera silenciosa que estamos sufriendo en Doñana responde a un conjunto de problemas de gestión del espacio, de diversa tipología y alcance: desde la derivada de la gestión del agua en la zona a cuestiones mucho más fáciles de resolver, como el uso público de determinadas zonas, cambios en el manejo de las especies, acuerdos con propietarios y una gestión de la ganadería basada en criterios ecológicos”, apostilla.


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