MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
Los combates que sacuden desde el sábado Sudán, que han dejado cerca de cien civiles muertos, son la última representación de la lucha de poder entre dos importantes figuras militares del país: el jefe del Ejército y presidente del Consejo Soberano de Transición, Abdelfatá al Burhan, y su ‘número dos’ en el organismo y líder de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), Mohamed Hamdan Dagalo, alias ‘Hemedti’.
Los enfrentamientos han estallado tras semanas de tensiones entre el Ejército y las RSF en el marco de las conversaciones con organizaciones civiles de cara a la formación de un nuevo gobierno de unidad que devuelva al país a la senda de la transición tras el golpe de Estado liderado en octubre de 2021 por Al Burhan contra el entonces primer ministro, Abdalá Hamdok, quien asumió el cargo tras un acuerdo entre militares y civiles tras el derrocamiento en 2019 del entonces presidente, Omar Hasán al Bashir.
Las principales diferencias, que aplazaron el acuerdo sobre la nueva Constitución y la formación del Ejecutivo, giraban en torno a la integración de las poderosas RSF en las Fuerzas Armadas, así como sobre las reformas en el aparato de seguridad. Ambas figuras, anteriormente aliadas de Al Bashir y que ascendieron al poder tras la asonada de 2019, han mostrado su voluntad de garantizarse la mayor cuota posible de poder de cara a la futura transición. AL BURHAN, LÍDER ‘DE FACTO’ DE SUDÁN
Al Burhan, quien ocupaba el puesto de inspector general del Ejército en el momento del levantamiento armado contra Al Bashir –que tuvo lugar tras meses de movilizaciones populares contra el régimen militar, que llevaba 30 años en el poder–, ha actuado como líder ‘de facto’ del país africano desde entonces, especialmente a raíz del golpe de 2021, en el que apartó a Hamdok en medio de las conversaciones sobre la entrega del poder a los civiles para organizar elecciones.
A pesar de que su nombre no figuró entre los de primera línea de la política sudanesa hasta entonces, Al Burhan ya había tenido un importante papel durante la guerra en la región de Darfur (oeste), que se saldó con cerca de 300.000 muertos y más de 2,5 millones de desplazados.
Si bien el Tribunal Penal Internacional (TPI) ha emitido órdenes de arresto contra Al Bashir y otros altos cargos de su régimen por supuestos crímenes de guerra y contra la humanidad en el marco del conflicto, Al Burhan no figura entre ellos, como tampoco ‘Hemedti’, que tuvo otro papel clave durante la guerra.
Al Burhan, nacido en 1960 en el norte del país y graduado en la Academia Militar de Jartum, había sido previamente integrante de la Guardia Fronteriza y jefe del Estado Mayor del Ejército antes de ser nombrado inspector general del Ejército –en tercer puesto en el escalafón– en febrero de 2018.
En el momento del golpe contra Al Bashir –quien fue detenido y condenado por corrupción–, Al Burhan fue elevado al cargo de presidente del Consejo Militar de Transición, que estuvo al frente del país entre abril y agosto de 2019, con ‘Hemedti’ como ‘número dos’.
Poco después de asumir el puesto, Al Burhan anunció la liberación de personas arrestadas bajo el régimen de Al Bashir, si bien las manifestaciones continuaron en las calles para reclamar la entrega del poder a los civiles y la materialización de una transición que culminara en la democratización del país.
Las conversaciones entre militares y civiles –marcadas por la represión de las protestas y la matanza de manifestantes, algunas de ellas achacadas a las RSF–, derivó en la formación del Consejo Soberano de Transición, igualmente liderado por Al Burhan y ‘Hemedti’, pero con representantes civiles. Además, Hamdok fue nombrado primer ministro.
A partir de ese momento, Al Burhan dio diversos discursos garantizando su compromiso con la transición y con la entrega del poder a los civiles, si bien encabezó una nueva asonada en octubre de 2021 tras denunciar el papel de las fuerzas civiles y lñas acusaciones entre civiles y militares sobre el papel de cada uno en la transición.
El derrocamiento de Hamdok, detenido tras el golpe de Estado, derivó en una catarata de condenas y en una presión por parte de la comunidad internacional que llevó a Al Burhan a pactar con Hamdok su restitución, si bien duró apenas unos meses en el cargo, que abandonó denunciando la continuada represión de las manifestaciones.
La asonada derivó además en diferencias entre los dos hombres fuertes de Sudán después de las discrepancias expresadas por ‘Hemedti’ sobre el impacto del golpe sobre la situación política en el país, lo que tensó aún más las relaciones entre ambas figuras, que buscaban dominar la escena política en Sudán.
El nuevo proceso de conversaciones para encarrilar la transición derivó en un acuerdo marco firmado en diciembre que contemplaba la firma de una declaración política el 1 de abril, el pacto de una nueva Constitución de transición el 6 de abril y la formación del gobierno el 11 de abril, proceso aplazado y finalmente suspendido por las tensiones en el seno del aparato de seguridad.
‘HEMEDTI’, LÍDER DE LAS TEMIDAS RSF
Por su parte, Dagalo encabeza las RSF, fundadas en 2013 bajo el mando de los temidos Servicios de Inteligencia y Seguridad Nacional (NISS) durante el régimen de Al Bashir. ‘Hemedti’ nació en 1974 en Rizeigat, en la región de Darfur, donde se sumó a las filas de los ‘yanyauid’ –una amalgama de milicias árabes integradas principalmente por tribus de la zona y de Chad, al otro lado de la frontera– durante la guerra.
En este periodo, ‘Hemedti’ ascendió en las filas de los ‘yanyauid’ y llegó a ser uno de sus comandantes, así como alto cargo de la Guardia Fronteriza. Posteriormente, fue la figura central en la creación de las RSF, que quedaron bajo su cargo, si bien, al igual que Al Burhan, ha evitado ser acusado por crímenes en Darfur por las atrocidades cometidas por estas milicias.
Desde su cargo al frente de las RSF, ‘Hemedti’ logró hacerse con el control de importantes minas de oro en la región, lo que consolidó supuesto en el seno del régim,en de Al Bashir, a pesar de lo cual se posicionó en su contra durante el golpe de 2019, en el que unió manos con Al Burhan.
A raíz de la asonada, el nombre de Dagalo llegó a sonar como posible líder del país, si bien finalmente se conformó con el puesto de ‘número dos’ a la sombra de Al Burhan. Pese a ello, adquirió un importante peso, también en política exterior, y se mostró crecientemente crítico con el peso del Ejército.
Uno de los ejemplos de su papel en política exterior de Sudán es el envío de miembros de las RSF para combatir en la guerra en Yemken del lado de la coalición liderada por Arabia Saudí, después de que los huthis –respaldados por Irán– se hicieran con el control de la capital, Saná, y establecieran unas autoridades paralelas.
Además, las RSF cimentaron su peso a nivel interno más allá de Darfur y han sido acusadas de ser la punta de lanza de la represión de las protestas prodemocráticas, incluida una matanza de manifestantes en junio de 2019 que se saldó con más de un centenar de muertos y miles de heridos.
Recientemente, ha criticado el golpe de 2021 contra Hamdok –asonada que respaldó en su momento– y ha sostenido que las Fuerzas Armadas están aún integradas por numerosos islamistas cercanos a Al Bashir, por lo que ha advertido de que podrían impedir un proceso hacia la democracia y ha rechazado una integración que quite peso real a las RSF.
El acuerdo de diciembre contemplaba la retirada del Ejército de la política y la integración de las RSF en su seno, lo que permitiría unificar a las fuerzas militares bajo el mando de Al Burhan, algo que ‘Hemedti’ ha criticado activamente. De hecho, tras el estallido de los combates, ha acusado al jefe del Ejército de ser “un islamista radical” que “desea mantener a Sudán aislado y en la oscuridad, lejos de la democracia”.
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