MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
Marc García-Elías tiene párkinson y es uno de los mejores cirujanos de la mano. Ha trabajado en la reputada Clínica Mayo de Estados Unidos, es miembro honorífico Federación Internacional de Sociedades de Cirugía de la Mano (IFSSH) y además dirige y enseña a equipos de médicos locales a reconstruir las manos de niños africanos.
Desde joven le apasionaba este tipo de microcirugía porque “nosotros operamos con lupa, nos gusta la precisión de arreglar pequeñas cosas”, asegura en una entrevista a Servimedia con motivo del Día Mundial del Parkinson que se celebra este martes. Hace 12 años le diagnosticaron párkinson, “aunque probablemente la enfermedad mostró sus primeros síntomas unos seis años antes”, intuye Marc.
El párkinson es un trastorno progresivo incurable que afecta el sistema nervioso y a las partes del cuerpo controladas por los nervios con una incidencia de 160.000 personas en España. Marc recuerda “como un mazazo” cuando recibió los resultados del TAC que confirmaban la mala noticia, “pero también me dijeron que no todo se había acabado con el diagnóstico y que tenía que vivir con optimismo y sinceridad”. Así que tomó una decisión.
SALIR DEL ARMARIO
La enfermedad de Parkinson había llegado a la vida de Marc para quedarse, pero él no estaba dispuesto a esconderla. En el año 2019, durante el congreso mundial celebrado en Berlín de la Federación Internacional de Sociedades de Cirugía de la Mano (IFSSH) en el que le nombraron presidente sintió que “había que salir del armario de los parkinsonianos” para comunicar su condición y todo lo que ello significa.
“Como médico sentí la necesidad de contar a mis pacientes que tenía la enfermedad de Parkinson y que no los iba a abandonar. Sorprendentemente la mayoría insistía en que les operase yo”, confiesa Marc. “No lo hice por valentía, sino por coherencia”.
“No creo que un médico con la mano que le tiembla pueda seguir operando”, pero el doctor tuvo la fortuna de detectar precozmente la enfermedad. “Estaba trabajando en el Hospital Clinic de Barcelona, rápidamente me hicieron un TAC y por la tarde ya estábamos celebrando el diagnóstico”, asegura como quien le ‘toma la delantera’ a la enfermedad.
En este sentido, este cirujano anima a todos aquellos que experimenten los primeros síntomas a que se sometan a una prueba. En el camino hacia el diagnóstico precoz de la enfermedad se trabaja con equipos de reconocimiento facial, cambios sutiles en la escritura, la voz, o hallazgos en la retina.
Por ejemplo, se publicó un estudio en la revista ‘Sensors’ sobre una prueba simple no invasiva que consistía en medir los cambios en la temperatura de la mano después de la inmersión en agua fría, ya que podría ayudar a identificar a los pacientes con párkinson.
Otro estudio publicado muy interesante demostró la posible utilidad de perros ‘superoledores’ entrenados para oler a personas y detectar si tienen enfermedad de Parkinson.
PARAR LOS TEMBLORES
En la fase inicial de la enfermedad, Marc controló los primeros síntomas gracias a los fármacos. “Tomaba hasta 12 pastillas diarias para poder operar. Así discurrió su vida durante unos años, un tiempo al que se le denomina ‘Luna de miel’, por la dulce relación entre el paciente y la enfermedad, casi asintomática. Pero como en toda relación aparecieron los primeros problemas, los temblores incontrolables: el peor de sus miedos. “Llegó un punto en el que debía parar intervenciones para tomarme la medicación y entonces decidí operarme; introducir un electroestimulador en mi cerebro para reducir los síntomas”.
El doctor se refiere a unos dispositivos, ‘Deep Brain Stimulation’, que minimizan los temblores. Marc recuerda que no todos los afectados de párkinson son candidatos a esta intervención porque “primero debes tener menos de 65 años; en segundo lugar, haber respondido muy bien a la medicación, y tercero no presentar otros problemas médicos”.
Regresó al quirófano con optimismo porque como él mismo asevera “no nos tiene que alterar la vida una enfermedad neurodegenerativa que es tan lenta que la mayoría de la gente se muere de otras cosas”. El doctor insiste en romper con la falsa creencia de que “un cirujano depende sólo de sus manos”.
“Dependemos de nuestro cerebro y de nuestro equipo”. Además, explica que este trastorno afecta sólo a los movimientos involuntarios “como cuando caminas sin pensar y de repente te caes”, matiza, “pero no influye sobre los movimientos voluntarios, esos que tu cerebro ordena hacer”.
TENDER LAS MANOS A ÁFRICA
Han transcurrido cinco años desde la implantación de los electroestimuladores en el cerebro de Marc y desde entonces apenas toma medicación, ha pasado de 12 a 2 pastillas diarias, y lo que es más importante, ha recuperado el control de sus manos. “Sigo entrando en el quirófano”, asegura con orgullo. “Puedo seguir ayudando a los jóvenes a operar, lo que se entiende por la medicina basada en la experiencia, no tanto en la práctica”. Este cirujano ha ejecutado completas intervenciones en algunos de los mejores hospitales del mundo como la prestigiosa Clínica Mayo en Estados Unidos donde trabajó durante tres años.
Desde su jubilación hace dos años, Marc decidió compartir todo el conocimiento y la pericia que acumulan sus manos con otros doctores que trabajan en el continente más castigado del mundo, África. “Quería continuar el legado de la Fundación Fernando Fonseca”, traumatólogo fallecido, “que operaba en las zonas más remotas de pobreza extrema aportando salud a los niños con discapacidad, con problemas de movilidad de manos o pies”, confiesa Marc.
“Cuando llegas a Senegal o al Chad y ves a niños con las manos destrozadas por quemaduras o arrastrándose por el suelo como consecuencia de la polio piensas ‘lo mío no es párkinson, es ‘Marckinson’”, haciendo un juego de palabras con su nombre restando importancia a su enfermedad. “Según qué tipo de cirugías ya no las puedo ni pretender hacer, pero en cambio puedo cooperar, puedo formar, puedo hacer muchísimo trabajo para que los médicos locales aprendan”.
Su referente es el cirujano Fernando Fonseca que llegó a operar a más de 3.500 niños y murió tras un tumor cerebral. “Los pies son independencia. Las manos son creación, tacto y sutileza, pero sobre todo supervivencia. Sin pies no hay movimiento. Sin manos no hay libertad”, dice su fundador en su web. En este proyecto cuentan todas las manos. No sólo las de los médicos, también las de los voluntarios que echan una mano o manos estilizadas hablan de danza y arte como las Nacho Duato, vocal de esta entidad.
Mientras su cerebro y sus extremidades respondan, Marc seguirá tendiendo sus manos para que estos niños se pongan de nuevo de pie, puedan jugar al futbol o agarrar una pelota. Porque en este rincón del mundo la diferencia entre vivir y morir no se encuentra ni en las manos del destino ni en las de Dios. A menudo, reside en la habilidad de las manos de un cirujano cualificado y la existencia de unas instalaciones sanitarias salubres.
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