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Las forenses certifican una muerte dilatada en el tiempo y de una brutalidad “extrema” del niño de Lardero

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LOGROÑO, 22 (EUROPA PRESS)

Las peritos forenses que participaron en el levantamiento del cadáver, y posterior autopsia, del niño Álex han certificado hoy que murió por asfixia con una “brutalidad extrema, sin ninguna duda”, y que la pérdida de conocimiento se dilató en el tiempo.

En la tercera sesión del juicio contra Francisco Javier Almeida, al que las acusaciones piden prisión permanente revisable por el asesinato del niño Álex, de nueve años, y otros quince por agredirle sexualmente el 28 de octubre del 2021, han intervenido las peritos forenses.

Éstas se han apoyado en el análisis de las pruebas, tanto restos biológicos como lesiones; y han usado, para su explicación, unas fotos del cadáver, a las que Almeida ha mirado fijamente casi continuamente.

Se confirma, sin lugar a dudas, han contado, que el niño presentaba restos biológicos del acusado resultantes de la agresión sexual que se le imputa, además de diversas lesiones llamativas y atípicas que hablan, “sin lugar a duda, de una brutalidad extrema” en el asesinato.

Las pruebas narran que hubo intento de huída por parte del niño, porque se ve, por las marcas, que el acusado le agarró de la muñeca y tiró. Además, las lesiones traducen que le sujetó y le agarró la cara teniéndolo de frente. También, que lo inmovilizó.

Tras la agresión sexual, que se realizó estando vivo el niño, tal y como certifican los hematomas que le produjo, se produjo la muerte por asfixia usando los brazos y desde atrás. Ésta, ha explicado la forense, no fue inmediata porque, de quererlo, no se le habría dejado holgura durante la asfixia.

Así, la pérdida de conocimiento se dilató en el tiempo dejando un hueco, a la altura del codo del agresor, mientras le ahogaba por detrás. Esto se ve porque el niño presenta erosiones y abrasiones de haber movido la cabeza de un lado a otro.

La forense también ha explicado que el niño pierde el conocimiento y el agresor sigue manteniendo la presión “muy fuerte” hasta que se produce la muerte. La descripción del ahogamiento ha sido seguida con atención por Almeida.

A petición del fiscal también se ha leído el informe forense psiquiátrico que se le hizo a Almeida tras cometer el anterior crimen, en 1998, cuando asesinó a la trabajadora de una inmobiliaria. Allí se concluyó que no tenía ningún tipo de patología psiquiátrica ni alteración mental.


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