MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
El cambio de hora estacional tanto en primavera como en otoño apenas repercute en la salud de la población y algunos estudios científicos generan “una alarma innecesaria” al cuestionar la viabilidad de adelantar o retrasar los relojes una hora al atribuir efectos sanitarios nocivos para las personas.
Así lo explican los profesores José María Martín Olalla, de la Universidad de Sevilla, y Jorge Mira Pérez, de la Universidad de Santiago de Compostela, ante el nuevo cambio horario que se producirá este domingo. En un artículo publicado en ‘Taylor & Francis Online’, acotan el impacto en la salud del cambio de hora en la semana posterior a la fecha del cambio.
Para ello, analizaron ocho artículos que miden su influencia en infartos de miocardio y en isquemias, y cinco trabajos que lo hacen en base a datos de accidentes de tráfico y en admisiones a urgencias por traumatismos.
Los trabajos analizados son de los más citados en el campo y se han utilizado en informes de evaluación de la Comisión Europea para cuestionar la viabilidad de la práctica del cambio de hora, pero los autores concluyen que sus resultados se basan en “muestras analíticas insuficientes”, es decir, con un número reducido de casos, lo que aumenta el margen de error.
Los investigadores analizan la relación del incremento de riesgo publicado con el número total de casos investigados, y reducen el incremento de los riesgos asociados con el cambio de hora de primavera en un 5%, mientras que para el cambio de otoño no detectan incrementos asociados.
“Los trabajos que más llaman la atención son los que reportan mayores riesgos; notamos que también son los que se circunscriben a una región más específica o a un período de años más corto; cuando se descuenta el tamaño del estudio se descuentan todos los resultados son compatibles con un aumento del riesgo del 5%, que suele clasificarse como leve”, explican.
Los autores señalan que una de las preocupaciones de la Comisión Europea al abordar el problema del cambio de la hora fue que su impacto en la salud fuera mayor de lo admitido inicialmente, en función de noticias alarmantes que, de vez en cuando, afloran en los medios de comunicación.
“CAMBIO DE ARMARIO”
Martín Olalla y Mira hacen notar que varios de esos resultados alarmantes se deben al hecho de ser análisis estadísticos con números de casos reducidos, lo que hace aumentar el margen de error en el resultado final.
Mira señala que probablemente su impacto no difiere del inicialmente admitido y añade que “hay países practicando el cambio estacional de la hora desde hace más de 100 años sin sobresaltos”. “Ahora las técnicas estadísticas y la minuciosidad de los registros permiten afinar los cálculos e identificar impactos sociales y en la salud que antes pasaban desapercibidos porque son pequeños en comparación con los múltiples factores que influyen en el problema”, subraya.
“Hemos observado que practicar el cambio de hora ha ayudado a no adelantar los horarios en invierno, algo que se demanda por parte de médico y fisiólogos porque en sí mismo conlleva una mejora en cuestiones sociales y de salud”, apunta Martín Olalla.
Mira señala al respecto: “A nuestra latitud, seguiremos teniendo amaneceres tempranos en verano y tardíos en invierno. El cambio de hora es una forma de ligar el inicio de la jornada laboral con el amanecer”.
“El cambio de hora es un poco como el cambio de armario: molestias que traen las estaciones a nuestra latitud. Para muchos no sería agradable calzar sandalias en invierno o botas en verano”, concluye Martín Olalla.
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