LOGROÑO, 16 (EUROPA PRESS)
El gerente del Servicio Riojano de Salud y médico del Equipo Español de Ayuda y respuesta a Emergencias (STAR), parte de la Agencia Española de Cooperación (AECID), Alberto Lafuente, ha abogado por “dar visibilidad a las crisis olvidadas”, ya que ha recordado en la actualidad hay activas 28 guerras en el mundo, y también más de 85 millones de refugiados.
Lafuente ha compartido su experiencia en catastrofes naturales y humanitarias, en un nuevo ‘Espacio para la Salud’, en la Casa de los Periodistas. De hecho, acaba de regresa de Turquía donde ha acudido a asistir a las víctimas del terremoto del pasado mes de febrero.
Se ha centrado sobre todo, además del apoyo ofrecido en este último país, su labor en cooperación en otros lugares como Haití, Afganistán o Pakistán. Ha apuntado que “lo importante es que vamos a apoyar al sistema sanitario hasta que ellos se ponen en marcha”, y ello “es clave” porque, además de la propia catástrofe, “se dan otros muchos problemas, como de seguridad”.
También, ha destacado que “atendemos a todo el mundo, dando igual la raza, la religión o si han hecho algo o no, ya que por ejemplo en Afganistán tuve que atender a talibanes que habían realizado acciones violentas”.
Lafuente ha destacado como por las propias catástrofes “la acción humanitaria ha ido creciendo, pero con el tiempo se ha ido profesionalizando y es lo que debe ser, porque tenemos que dar la misma calidad aquí que allí”.
A continuación, ha ido relatando varias experiencias, como la que pasó en Pakistán, tras las inundaciones de 2005, que “ya era un país vulnerable”, pero cuya acción de la naturaleza “inundó un tercio del país, que conllevó enfermedades como cólera, tuberculosis, entre otras”. “Lo que hicimos es desde un hospital dar soporte al sistema con nuestros recursos”, ha añadido.
Ha explicado la complicada situación vivida en Afganistán, donde debido a la guerra la seguridad era un problema, en la que además de hacer tratamientos médicos, “vimos muchos casos de suicidios en mujeres, debido en muchos casos a esa obligación a casarse”.
Ya más, tarde, Lafuente acudió a Haití, en 2010, tras el terremoto, que provocó más de 350.000 muertos, y al volver “me di cuenta de que si se hubiera gestionado mejor todo, hubiéramos salvado a más gente, por lo que empecé a estudiar más en profundidad la gestión para ver cuánta gente más se puede ayudar”.
CASO DE TURQUÍA
Posteriormente, en febrero de este mismo año se produjeron los terremotos de Turquía y Siria, y se desplazó durante quince días al primer país, para apoyar sanitariamente al sistema, que “es un país mucho menos vulnerable que los anteriores, es más avanzado y tiene un sistema sanitario más potente y público”. Ha explicado que “no fuimos a Siria, porque es donde más recursos se necesitan, porque no pidieron ayuda”, ha destacado.
En este punto, ha puesto en valor “las facilidades” que le dio el Gobierno de La Rioja para poder ir a apoyar a los grupos de emergencia en Turquía. En materia familiar, “sabes que te estás jugando la vida, por lo que decirle sobre todo al hijo que te vas cuesta más, mientras que con mi mujer sabe lo que es, porque llevo casi 20 años desde la primera vez que fui” a una asistencia.
De hecho, Lafuente ha apuntado que en el caso de Turquía “la replica del terremoto me pilló sentado en un quirófano, y la viví con tranquilidad, porque he vivido otros, y además -ha insistido- que cuando vas a estos sitios sabes que te pueden pasar cosas”. “Te la juegas pero también es una cuestión de justicia social; tenemos la suerte de hacer medicina, anestesia que me encanta, y por ello tienes que dar algo a la sociedad”, ha añadido.
Ha puesto en valor la cooperación española porque “somos gente que nos adaptamos rápidamente, nos buscamos la vida enseguida”, y ahora, a diferencia de “cuando empecé, esto se ha profesionalizado mucho, ya que éramos todos especialistas de diferentes áreas, y aportas mucha calidad”.
Ha apuntado que la experiencia de Haití, sobre todo el hecho de “no contar con oxígeno”, le ha ayudado en otras misiones, especialmente ahora en Turquía, porque “aunque había más recursos, no teníamos oxígeno, por lo que lo hacíamos con los concentradores de oxígeno, que son los que se utilizan para atenciones domiciliarias, y con eso dormíamos a los pacientes”. “Lo aprendí en Afganistán, lo apliqué en Haití y ahora aquí también, y con ello te aseguras que los pacientes van bien”, ha concluido Lafuente.
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