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Afectados por Covid persistente: “No puede ser que las pruebas salgan bien y estemos fatal”

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LOGROÑO, 14 (EUROPA PRESS)

Afectados por lo que se conoce como Covid persistente han reclamado hoy: “No puede ser que las pruebas salgan bien y estemos fatal y nuestra vida sea una mierda”. Así lo ha contado Tamara de la Horra, cuya vida no tiene “nada que ver”.

Cuando se cumplen tres años del Estado Alarma por la Pandemia de la Covid-19, afectados por la Covid persistente se han dado cita, en el Paseo del Espolón, para leer un comunicado con el que han reivindicado: “No nos dejeis solos”.

Noemí Pascual y Tamara de la Horra, dos de ellos, trabajaban de enfermeras. De la Horra se contagió en marzo del año pasado, tras tres vacunas, y lo pasó con mucha disnea (falta de aire), tos y febrícula (temperatura corporal alta). Cuando fue negativo siguió con disnea sin poder casi hablar ni comer.

Las pruebas salieron con todo normal pese a que no era capaz de hablar (cosa que ahora sí puede). Pasó un segundo Covid tres meses después y, tres semanas más tarde, se dio cuenta de que las piernas y los brazos no le respondían. Y si veía una película al día siguiente ya no se acordaba de lo que había visto.

“Pese a que vayamos mejorando muy poco a poco no tenemos nada que ver” con antes del contagio, ha señalado al tiempo que ha relatado cómo antes trabajaba, cuidaba de la casa e iba cuatro días a la semana al gimnasio. Ahora, “con hacer las camas y cocinar ya puedo decir que el día se ha acabado”, ha dicho.

En La Rioja “no hay una unidad” y, en función de los síntomas, te derivan a un especialista que “igual no está formado en esta enfermedad, que es nueva”, ha contado.

Otro “pesar” es que, cuando hacen el año, ha sumado, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) valora si pueden volver a su puesto de trabajo, pero no les da “tiempo” para que se recuperen.

Fue lo que le ocurrió a Noemí Pascual, que se contagió en enero del 2021, en un brote en la planta en la que trabajaba. Mientras sus compañeras se recuperaron bien, ella quedó con taquicardia y disnea.

La mutua, tras varios tratamientos, al cumplir el año le mandó al INSS, donde, ha dicho: “Da igual cómo estés que directamente te dan el alta”. Le mandaron a neonatos, por no poder coger peso y hacer desplazamientos, y volvió a contagiarse.

“El segundo contagio peor aún y la disnea, poco a poco, se ha ido quitando pero estoy con una fatiga muscular que, si paso el aspirador, me tengo que tumbar”, ha relatado pidiendo un equipo que “valore”.

Irene Escorza trabajaba de carnicera. Hace dos años pasó un covid que le dejó unos temblores que no puede controlar. Tampoco puede levantar los brazos y le acompañan dolores musculares y problemas al hablar.

Le dieron el alta pero ella no puede trabajar así. Habló con su jefe y, simplemente, dejó su trabajo. “Sólo pedimos tiempo y el INSS no nos lo da, tampoco tenemos informes donde ponga lo que tenemos realmente”, ha apelado señalando: “No saben lo que nos pasa”.

UNA NO VIDA

En su comunicado, los afectados han relatado cómo cuando parece que ha vuelto la normalidad la pesadilla continúa. La pandemia, han señalado, fue algo nuevo, supuso un revolución y, para ello, hubo que investigar a marchas forzadas.

“Tristemente fueron muchos los que se quedaron en el proceso, otros se pudieron recuperar y, aunque todos salimos heridos, más los que sufrimos síntomas y enfermedades”, han contado. “Una merma de nuestra vida anterior y, a veces, una no vida”, han descrito.

La OMS ha reconocido la Covid persiste pero, ahora, los afectados pide más esfuerzo en investigación y que no se les abandone a su suerte. “Como enfermos demandamos nuestro derecho a ser tratados y estar amparados por una sanidad a la altura”, han apelado.

Aún sin saber si van a constituir una asociación, en La Rioja se han unido 35 afectados por esta enfermedad que, por otro lado, reivindican, también, que no hay un registro oficial.


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