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Una nueva visita guiada permite descubrir, un domingo al mes, los restos de la judería medieval

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ZARAGOZA, 14 (EUROPA PRESS)

Los zaragozanos y visitantes pueden descubrir los restos de la judería medieval de la ciudad en unas visitas guiadas por grupos de hasta un máximo de 20 personas, que se han programado un domingo de cada mes hasta noviembre de este año, a las 11.00 horas, y para las que hay que inscribirse y desembolsar 5,5 euros.

Las visitas partirán desde la Oficina de Turismo de la plaza delPilar y el recorrido seguirá por la calle Ossau, plaza Sinués, calles Verónica, Santo Dominguito de Val, Coso y plaza San Carlos. Las entradas se pueden comprar en las oficinas de Zaragoza Turismo y online en la web’https://www.zaragozaturismotiendaonline.com/turismo/index.php’.

La vicealcaldesa y consejera municipal de Cultura y Proyección Exterior del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, el gerente de Turismo, Conrado Molina; y la representante de la Asociación Sefarad Aragón, Timna Segal, quien además será quien ejerza de guía, han presentado esta nueva ruta.

En declaraciones a los medios de comunicación, Sara Fernández, ha reconocido que de esta época es de la que menos monumentos han quedado, pero “hay que darla a conocer porque fue muy importante y durante siglos hubo un gran emplazamiento judío que convivió con los cristianos y musulmanes, de forma ejemplar”. Al respecto, ha agregado: “es una forma de ser a que a lo largo de los siglos hemos reclamado por los aragoneses que somos gente de consenso, pacto y pura convivencia”.

Con esta visita guiada desde el Ayuntamiento se quiere difundir esa época y que se conozca la judería, el tamaño, las sinagogas, la importancia de la vida cultural y económica que tuvo en su momento, las costumbres y las tradiciones con las que “nos vamos a ver identificados y nos vamos a sorprender”, ha aventurado.

Sara Fernández ha comentado que esta ruta turística está basada en la guía de Álvaro López, editada de forma conjunta con el Gobierno de Aragón. Ha elogiado el papel de Timna Segal que será la guía que explicará los pormenores de los vestigios judíos desde este domingo, 19 de marzo, hasta el próximo mes de noviembre, una vez al mes, para redescubrir Zaragoza “con otros ojos y que se reconozca la importancia de esa cultura que tuvo en la ciudad”.

Ha precisado que los baños judíos no se visitan porque por “normativa de seguridad se impide verlos al estar 40 centímetros más abajo de lo que la ley permite”. No obstante, ha recordado que desde el Ayuntamiento se trabaja en alternativas digitales, pero “por imposición legal es imposible visitarlos”, ha recalcado.

ITINERARIO

Durante las dos horas, los visitantes podrán recorrer los lugares donde se encontraban las puertas de la judería, las principales sinagogas y el laberinto de callejuelas y callizos que se organizaban por barrios, mientras escuchan relatos y anécdotas y descubren imágenes, objetos judíos y planos.

Además, se adentrarán en la vida cotidiana de la época, y conocerán cómo eran sus costumbres, sus casas, y los oficios a los que se dedicaban, así como el papel de la mujer en la sociedad judía, sus tradiciones, fiestas y quienes fueron los intelectuales más destacados de la ciudad.

Se difunde la cultura judía hasta que fueron expulsados en 1492 por los Reyes Católicos y de esa expulsión habla una de las ventanas de la Casa de los Morlanes donde el escultor quiso plasmar escenas de historia judía para que las generaciones de los que abandonaron España no olvidaran sus raíces.

La antigua judería, en la plaza del seminario de San Carlos, es donde estaba situado en el corazón de la judería, siendo el primer espacio hebreo de la ciudad islámica. Su ámbito comprendía desde la calle San Vicente de Paúl, hasta el muro de piedra del Coso bajo, según se explica en la guía publicada.

El edificio más emblemático era el castillo de la judería, ubicado en la esquina sureste del Coso y adosado a la muralla de piedra. Tenía entre seis y siete torres altas de piedra con sus albacaras, una de ellas sobre la puerta de dicha fortaleza.

La torre más grande y alta era la que estaba en la esquina del Coso, frente a la plaza San Miguel, cuya planimetría todavía se puede apreciar en el plano de la ciudad de 1712. La finalidad del castillo era proteger a los judíos y hacer de cárcel. Un año después de la expulsión, en 1493, el rey Fernando el Católico lo cedió a Juan Cabrero, pasando después al Concejo de la ciudad.

SINAGOGA Y COSTUMBRES

En la iglesia de San Carlos se encontraba la sinagoga Mayor, el oratorio principal de la judería. A parte de las reuniones que celebraba el Consejo de Gobierno de la aljama, también los jueces presidían allí los tribunales de justicia de todas las causas entre judíos.

La carnicería y su plaza estaba junto al muro y la puerta Ferriza, en lo que hoy es el garaje de la residencia sacerdotal de San Carlos. En ella, el rabino matarife mataba las reses según el ritual de la shejitá. Los animales eran sacrificados con un corte limpio en la arteria carótida del cuello. A continuación, el ‘shojet’ examinaba de forma minuciosa las vísceras para comprobar si tenían algún defecto que hiciera la carne impura –tamé– y en la carnicería de la judería se vendían las piezas de carne caser o aptas para el consumo.

Cerca de allí, se encontraba la sinagoga de las mujeres o mikwé, una piscina con siete peldaños y agua corriente, “donde las prescripciones rabínicas obligaban a la mujer judía a practicar un baño de purificación después del período menstrual y el parto”. Mientras, las casas del Talmud se localizaban en los inmuebles que están delante del Seminario de San Carlos.


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