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Un protocolo incide en la formación de los profesionales para intentar evitar conductas autolíticas en los alumnos

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Presentado el documento para la prevención, detección e intervención de la conducta suicida en los centros educativos

LOGROÑO, 9 (EUROPA PRESS)

La Consejería de Educación ha presentado un protocolo que tiene como fin ofrecer herramientas claves para evitar conductas autolíticas entre el alumnado del sistema educativo. Un documento muy práctico que incide mucho en la formación de los profesionales para saber actuar en casos concretos y en determinadas conductas para abordar la prevención, detección e intervención de la conducta suicida entre los más jóvenes.

De hecho, y con este fin, desde Educación ofrecerán formación práctica en los centros educativos dirigido, sobre todo, a equipos directivos, orientadores y responsables con diferentes charlas que se celebrarán el próximo 17 de marzo en Logroño, el 21 del mismo mes en Calahorra y el 22 en la localidad de Nájera.

Así lo han presentado este jueves el consejero de Educación, Pedro Uruñuela, junto con el director general de Innovación Educativa, Alberto Abad. Uruñuela ha indicado que el protocolo cuenta con una base legal “muy importante” con el fin de “buscar el bien emocional y la mejor salud mental de todos los alumnos”.

Como ha reconocido “estamos muy preocupados por el aumento de este tipo de conductas” entre nuestros jóvenes. Unas conductas que “con toda la prudencia del mundo” podría deberse, entre otros, “a las causas no previstas de la pandemia. Tras el confinamiento y el aumento del uso de las redes sociales”, ha explicado el consejero.

El protocolo tiene cuatro bloques, los dos primeros hacen referencia a la aproximación conceptual de conductas autolíticas y explica qué entendemos por riesgo y causas que pueden incidir en estas conductas. En el segundo bloque se analiza la actuación que se debe tener ante riesgo de suicidio y es donde se presentan los factores de protección y las señales de alerta.

En el tercero se ofrecen instrucciones para aplicar el protocolo (preguntas que hay que hacer al alumno y saber cómo abordar la situación) y el último bloque corresponde a documentos que hay que rellenar y tener completos para comunicarlos a otras instancias como puede ser a Salud, al Sistema Judicial o a la Fiscalía del Menor.

Un documento elaborado de forma conjunta y colaborativa con Salud, Servicios Sociales y la UR porque “entendemos que la labor del sistema educativo es actuar preventivamente buscando que no tengan lugar estas conductas pero en el sistema educativo ningún maestro es experto en su tratamiento”, ha indicado Uruñuela.

INCIDE MÁS EN CHICAS QUE EN CHICOS

Desgranando el protocolo, el primer bloque se refiere a las “ideas de suicidio”. Ideas que se pueden quedar a nivel mental y que, como ha destacado el consejero, incide más en chicas que en chicos. La segunda fase, ya de mayor gravedad, es cuando “lo piensan y están buscando cómo hacerlo. Hay que tener en cuenta las expresiones, también las no verbales, gestos, actos o amenazas que puedan llevar a estas conductas como autolesiones o cortes”.

Desde la Consejería inciden en que “no hay solo una causa que pueda influir en ello y tenemos que ser conscientes de ello”. Por ello también se ofrecen “pautas” para la comunidad educativa “para saber cómo debe tratar este asunto a nivel personal, desde el profesorado, el equipo directivo y los compañeros”.

El consejero insiste en que, cuando ocurre una situación extrema, “no hay que juzgarse a uno mismo, ni tener culpa. Hay que identificar emociones y no quedarse solo”. Así, explica que “por ejemplo, es fundamental que los profesores puedan hablar y hacer sesión de grupo para buscar la manera de compartir esta situación con el resto del equipo”.

FACTORES DE RIESGO Y DE PROTECCIÓN

En el bloque segundo, el consejero diferencia entre los factores de riesgo y de protección. Sobre estos últimos, indica, son los que impiden u obstaculizan estas ideas y que se debe hacer desde el aprendizaje socioemocional. Se trata que desde niños “sepan identificar si estoy triste, alegre, si tengo miedo… y, en segundo lugar, de saber regular las emociones y saber que la ira no se puede expresar de cualquier manera”.

En definitiva, saber gestionar los conflictos de una manera pacífica. Para ello, además, hay un proyecto piloto de educación emocional “que queremos desarrollar desde Infantil pero también en Primaria y alargar en Secundaria porque es una tarea clave fundamental educativa enseñar a regular su propia vida y tener una buena formación emocional”.

También hay que aprender a cultivar y desarrollar el sentido de pertenencia a un grupo, saber que eres apreciado y valorado y favorecer una buena convivencia dentro de los centros docentes.

Como tercer factor clave, el consejero, ha destacado la necesidad de evitar “la baja tolerancia que hay a la frustración”.

Ya dentro de los factores de riesgo, Uruñuela ha destacado que pueden ser de diferentes tipos, a nivel personal, familiar o social pero también a nivel educativo “cuando el alumno es objeto de acoso, ciberacoso o maltrato a través de las redes sociales”.

En el punto de las actuaciones, el protocolo incide en la necesidad de identificar quién tiene que intervenir. Para ello “potenciamos los departamentos de orientación y del coordinador de bienestar emocional y de prevención de la violencia en los centros con un plan de formación para capacitar a estos profesionales y que sepan ver esas enseñarles y actuar”.

Así procurarán responder a “¿qué hacer con el alumno, con la clase, con la comunidad educativa, con la familia…? Y, finalmente, un seguimiento con especial atención a qué hacer “si el protocolo no ha funcionado”.


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