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UNICEF apela a la “responsabilidad colectiva” para una “respuesta mundial” ante la crisis en Sri Lanka

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El organismo pide centrarse en las “víctimas silenciosas” de la guerra en Ucrania y resalta que “la causa” de la crisis “no importa”

MADRID, 7 (EUROPA PRESS)

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha apelado este martes a una “responsabilidad colectiva” para responder a la crisis humanitaria en Sri Lanka, ahondada por la pandemia de coronavirus y el colapso económico en 2021, y ha pedido centrarse en las “víctimas silenciosas” del conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha empeorado la situación general en el país por su impacto a causa del aumento de los precios de los productos básicos, el combustible y el gas.

“Una crisis en una parte del mundo es una crisis en todo el mundo”, ha manifestado Bismarck Swangin, responsable de Comunicación, Sensibilización y Alianzas de UNICEF en Sri Lanka, durante un encuentro en Madrid en el que ha subrayado la existencia de “una necesidad de responsabilidad colectiva para responder a los desafíos a los que hacen frente los más vulnerables”. “Los desafíos a los que hacen frente los niños en Sri Lanka requieren una respuesta mundial”, ha agregado.

Así, ha incidido en que “es importante que la atención no se centre sólo donde están los titulares de los medios, sino en las emergencias silenciosas, en las víctimas silenciosas del conflicto entre Ucrania y Rusia, que ha agravado la crisis en Sri Lanka”, antes de reconocer que la isla “es un país para el que es muy difícil lograr fondos ya que no está todo el rato en los titulares”.

“En Sri Lanka, lo que he visto claramente es que la causa no importa, ya sea el conflicto, los desastres naturales o la crisis económica, los niños se ven afectados igual”, ha explicado Swangin, quien ha recordado que el llamamiento de UNICEF para el país en 2023 asciende a 28 millones de dólares (cerca de 26,3 millones de euros), con el objetivo de dar ayuda a unos 2,3 millones de niños.

Swangin ha destacado que la respuesta coordinada en 2022 “permitió evitar el peor escenario al intervenir rápidamente” y ha aseverado que se trata de un trabajo que “es necesario sostener este año”. “La crisis sigue en marcha (…) las consecuencias de la pobreza y la inflación seguirán aumentando. Mucha gente retiró sus ahorros el año pasado con la esperanza de que la crisis terminara, así que el hecho de que la inflación haya mejorado un poco no significa nada para la gente que casi no tiene nada”, ha argumentado.

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En este sentido, ha reseñado que, si bien “en la superficie, la situación parece mejor porque el Gobierno ha logrado una línea de crédito de India que ayuda al país a funcionar un poco”, los sectores productivos del país, “de los que dependen los pobres para ganar dinero, aún no funcionan plenamente”. “Será necesario algo de tiempo para que el país se recupere. ¿Cuánto será necesario? No lo sabemos”, ha explicado, al tiempo que ha detallado que “UNICEF rellena huecos sobre lo que debería hacer el Gobierno”.

Swangin ha destacado que durante la última década el organismo “se ha centrado en apoyar a los ministerios para fortalecer el sistema” y “trabajar con los sistemas de protección social para garantizar que llega a los que lo necesitan y que nadie queda atrás”, antes de relatar que la crisis de 2021 se vio agravada por la decisión de prohibir el uso de fertilizantes artificiales, lo que afectó a los cultivos. “En abril (de 2022), a causa de la guerra en Ucrania y el aumento de los precios del arroz y otros materiales que importa Sri Lanka, como combustible, gas y medicinas, el país no pudo comprar lo que necesitaba”, ha afirmado.

IMPACTO DE LA CRISIS

Swangin ha relatado que como consecuencia “muchos niños no podían ir a la escuela, los profesores no podían ir a la escuela y los cortes eléctricos impidieron que pudiera haber educación ‘on line'”, al tiempo que ha explicado que esta crisis “fue como una segunda versión de la COVID-19” para la infancia ceilandesa. “Desafortunadamente, cuando el mundo empezaba a recuperarse de la COVID-19 y hacer progresos, ese no fue el caso para los niños de Sri Lanka”, ha puntualizado.

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Esta situación derivó en un empeoramiento de la violencia contra los niños en comunidades y hogares, así como un aumento de la preocupación de los menores que no podían ver a sus padres debido a que pasaban “días” en las colas para poder obtener combustible. “Los pobres en las zonas urbanas fueron los más afectados”, ha dicho, antes de especificar que “siete de cada diez familias con las que habló UNICEF dijeron que tuvieron que recortar alimentos en las comidas”.

“La amenaza de la desnutrición entre los niños pasó a ser alta por el acceso limitado a la cantidad adecuada y la combinación adecuada de alimentos”, ha dicho, antes de reseñar que UNICEF “trabajó para actuar rápidamente” en la identificación de áreas en las que era necesaria ayuda, centrándose en “intervenciones vitales como compra de medicinas para niños y madres embarazadas”.

Entre las mismas figuran la entrega de ayuda en efectivo a madres lactantes, dado que “necesitaban lograr comida para poder dar de mamar a sus hijos”. “La falta de leche materna es un gran factor en la desnutrición infantil”, ha apuntado, al tiempo que ha incidido que el organismo promovió además la “entrega de suministros para tratar la desnutrición”.

Swangin ha ensalzado además la importancia del programa para dar alimentos en los colegios, reforzado después de que profesores informaran de casos de niños que “se desmayaban porque iban sin desayunar y probablemente sin cenar o habiendo cenado poco”. “Muchos niños tenían esta comida como la única del día”, ha señalado. Además, ha resaltado que “los niños no podían hacer exámenes porque no había papel”, dado que este material era demasiado caro y muchas familias que atravesaban problemas económicos no situaron este asunto entre sus planes.

Por otra parte, ha alertado de un aumento del número de niños que se quedan con familiares lejanos o solos debido al aumento de la migración hacia Oriente Próximo para buscar empleo, así como un aumento del riesgo de la violencia contra ellos. Así, algunas familias desfavorecidas entregan a sus hijos a instituciones estatales debido a que no pueden costear su mantenimiento.

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Swangin ha puesto como ejemplo el caso de una viuda con tres hijos que fue a las autoridades para “decir que no podía cuidarlos”, por lo que quería entregarlos para que quedaran bajo tutela del Estado en una serie de centros que acogen a estos menores en condiciones que “no son las mejores”. “La mayoría están abarrotados y no tienen servicios suficientes”, ha lamentado.

Por ello, ha manifestado que “es una opción que está ahí, así que muchas familias desesperadas dan a sus hijos al Estado”, si bien ha defendido impulsar “políticas alternativas” para sacar a los niños de estos centros, en los que hay cerca de 10.000 menores, y “devolverlos a sus familias”. Sin embargo, ha reconocido que la crisis hace que “haya un riesgo de que aumente” el número de niños en estos centros.

En otro orden de cosas, ha explicado que UNICEF trabaja para apoyar a los hospitales para lograr medicinas, dado que en la actualidad “no hay suministro predecible”. “Los doctores comunican que no saben cuándo se quedarán sin medicinas (…) Si UNICEF consigue dinero, el Gobierno da una lista de medicinas necesarias y ayudamos a conseguirlas”, ha explicado.

Por último, ha incidido en que el plan que negocia Sri Lanka con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un plan de rescate financiero “debe dar ayuda a los vulnerables (…) y no ir a defensa o a otros sectores de seguridad que no son los más vulnerables”. “Los países con los que Sri Lanka tiene deudas, principalmente China, están interesados en ver cómo es el acuerdo con el FMI”, ha explicado, antes de reclamar que “los servicios de los que dependen los niños no deben verse más comprometidos mientras sigan las negociaciones con el FMI”.


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