LUGO, 3 (EUROPA PRESS)
El grupo de psiquiatras forenses que examinaron a Ana Sandamil, acusada del asesinato de su hija Desirée Leal, ha admitido este viernes que padece un “trastorno mental grave” y que no puede descartase que sufriese algún tipo de “psicosis”, aunque no ven relación entre esta situación y el crimen y descartan que se tratase de “una muerte con motivación psicótica”.
En la quinta jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de Lugo por el asesinato en 2019 de la niña Desirée Leal han testificado, entre otros, los psicólogos y psiquiatras forenses que analizaron a la acusada de cara al juicio y que, en contra por lo declarado por los facultativos que la atendieron durante su ingreso hospitalario, consideran que las capacidades de la mujer no estaban anuladas en el momento del crimen.
Este es un punto central en este caso, ya que el primer veredicto de culpabilidad contra Ana Sandamil determinaba que era consciente de sus actos cuando mató a su hija Desirée, algo que el TSXG no vio suficientemente motivado, por lo que obligó a repetir el juicio.
Este viernes, los expertos forenses han reiterado que no consideran que el asesinato de Muimenta fuese un “homicidio psicótico”, aunque han admitido que Ana Sandamil padece “una enfermedad mental”, un “trastorno grave de la personalidad” que “sí afectó a los hechos, pero de una manera parcial”.
“En el momento de los hechos no tenía completamente anulada su capacidad de interpretar la realidad ni el control voluntario de sus actos”, ha dicho una de las psiquiatras forenses que, no obstante, ha recordado que el hecho de tener una enfermedad mental no implica la relación directa con el crimen.
SIN RELACIÓN CON SU PSICOSIS
En su declaración, los forenses han explicado que no consta en la historia clínica de la acusada que “fuese atendida por cuadros psicóticos” con anterioridad a los hechos, si no consultas relacionadas con la ansiedad.
Del mismo modo, de los informes sanitarios de la mujer después del crimen, los expertos han señalado que da en urgencias “una explicación de lo que pudo ocurrir” a Desirée, lo que implica que “sabe que ha pasado algo”, así como que “no estaba emocionalmente muy afectada”.
En las entrevistas que le realizaron, Ana Sandamil les refirió que “se encontraba mal” y “se sentía vigilada y observada” antes de los hechos. “Tenía la idea obsesiva de que su expareja podía estar detrás de estos comportamientos”, han apuntado.
En todo caso, han añadido, nunca dijo que viese a la niña diferente o que sintiese que ‘se la habían cambiado’ y podía ser una amenaza. “Le preguntamos específicamente si veía a su hija como otra persona y nos dijo que no, le preguntamos si la veía en peligro y nos dijo que no”, han destacado.
Además, las forenses detectaron una “cierta exageración de síntomas” y una amnesia sobre los hechos que “era un poco impostada”, así como que “daba versiones diferentes” de cuestiones relevantes como donde había encontrado la niña muerta o si la había intentado reanimar.
UN TRASTORNO GRAVE
Para los forenses, “el diagnóstico más probable” de Ana Sandamil es el de “un trastorno grave de la personalidad al momento de la entrevista”, y “es posible que previamente”. En todo caso, apuntan, “no era una persona que estuviese fuera de la realidad” y “no tenía síntomas psicóticos productivos”.
Para los expertos, una persona con estas características de la personalidad “puede, en algún momento, desarrollar algún síntoma psicótico”. “Hacer un desarrollo delirante entra dentro de lo posible. No descartamos que en su caso pudiese haber un desarrollo psicótico delirante”, ha dicho la psiquiatra para quien, no obstante, “no existe relación” entre este supuesto episodio psicótico y la muerte de la niña. “No nos parece que la niña estuviese incluida en la temática delirante de la madre”, ha apuntado.
En particular, los forenses han dicho que en ningún momento la mujer dio a entender que creyese que “le habían cambiado” a la niña, que ésta supusiese una amenaza o que intentase defenderla de un ataque. Por lo tanto, incluso en el supuesto de que tuviese un episodio psicótico, no estaría relacionado con el crimen.
Como ejemplo, han destacado que las personas que cometen “homicidios psicóticos” están “tan absolutamente convencidas de que lo que hacen” es real que “no lo ocultan”, si no que intentan “convencer” a los demás que “lo que hicieron era la única forma posible de actuar”, sin “buscar una explicación alternativa”, como hizo Sandamil.
IMPULSIVIDAD Y SIMULACIÓN
En la sesión de este viernes han declarado también las psicólogas forenses que hicieron un análisis de la personalidad de Ana Sandamil en el que, entre otras cuestiones, se le pasó un test de simulación que apuntaba que podría estar “exagerando” sus síntomas.
Las expertas han contado que la acusada es una persona “con emocionalidad negativa”, que tiende a verse afectada por “preocupaciones, ansiedad” y percibe “más las emociones negativas que las positivas”.
Tiene, además, una “puntuación alta en depresión” y “ansiedad social”, al tiempo que es “introvertida, teme la crítica” y teme “ser rechazada o humillada” por los demás. El informe la describe también como una persona con “impulsividad alta” y vulnerabilidad, ya que “tiende a sentirse inferior a los demás”.
En las entrevistas que realizaron con ella, han ahondado, “expresa problemas exagerados de memoria”, lo que podría indicar que “no son genuinos”, y “responde a algunos items de manera diferente a lo que lo haría una persona con trastornos reales de memoria”.
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