Había dos tripulantes más de los permitidos, pese a que la armadora aseguró que viajaban solo 22 incluso al ser informada del naufragio, recoge la investigación provisional
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 23 (EUROPA PRESS)
La investigación provisional del hundimiento del ‘Villa de Pitanxo’, con 21 fallecidos y tres supervivientes, arroja que en su última posición navegaba a 2,6 nudos de velocidad en el medio de un temporal con olas de hasta 10 metros mientras “el arte de pesca, que todavía no se ha virado y contiene las capturas de las últimas horas de arrastre, ejerce un fuerte tiro sobre las pastecas de arrastre”.
Así figura en el informe provisional que ha publicado la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) –dependiente del Ministerio de Transportes– en el que se apunta que en ese momento, “por causas que se están analizando, el buque queda sin capacidad de maniobra”. Este organismo recuerda que no habrá un estudio completo del naufragio –ocurrido el 15 de febrero de 2022 a 250 millas al este de Terranova (Canadá)– hasta que se baje al pecio, además de los ensayos que se realizan con un modelo del buque a escala.
El patrón del ‘Villa de Pitanxo’, Juan Padín, aseguró que una parada repentina del motor fue la causa del naufragio, una versión se contrapone con la de Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes, que afirmó que el aparejo se había quedado embarrado en el fondo del mar, lo que propició que comenzase a entrar agua en el barco y finalmente se parase el motor. La investigación apunta ahora que en su última señal el barco superaba los dos nudos de velocidad.
Al respecto, la portavoz de las familias, María José de Pazo, ha remarcado que este informe “no es el definitivo”, por lo que pide esperar a lo que “siempre” han solicitado, que es bajar al pecio, para que “no quede ninguna laguna por explorar” y “pueda ser beneficioso para saber la verdad de este naufragio”.
MÁS TRIPULANTES DE LOS PERMITIDOS
En este informe se apunta que el barco llevaba 24 tripulantes en el momento del naufragio, aunque el número máximo autorizado de personas a bordo era de 22. “El número de trajes de supervivencia, según los certificados, era de 22”, indica.
Y en la Capitanía Marítima de Vigo “no figura ningún expediente de solicitud de aumento de tripulantes para este buque, ni de enrole de personal ajeno a la tripulación para este viaje”.
Pero el hecho es que en el barco llegó a haber 25 tripulantes, pues había zarpado rumbo a Terranova con esta cifra, pero el 3 de febrero –12 días antes del siniestro– uno de ellos “es transferido al pesquero Río Caxil”, por lo que quedan a bordo 24 personas.
Sobre este punto, en el texto que ahora publica la Ciaim se recoge que la armadora, Pesquerías Nores, llegó a asegurar al ser informada del naufragio que solo había 22 tripulantes, “cifra que coincide con el número de personas enroladas, pero no con el de tripulantes que realmente iban a bordo, como se pudo comprobar”.
Previamente, antes del viaje hubo un cambio de marinero debido a que una de las pruebas PCR a la tripulación había dado resultado positivo. AVERÍA EN LA SALIDA
Otro aspecto que se recoge en el informe es que el buque salió del puerto de Marín (Pontevedra) el 25 de enero de 2022, pero a las pocas horas se tuvo que detener tras “una derrota errática”. El buque comunica que tiene un problema con la bomba, pero reanuda su marcha.
Después de detenerse dos veces más en las siguientes horas, el ‘Villa de Pitanxo’ se va al puerto de Vigo, en donde Capitanía Marítima observa un “problema del sistema de paso variable de su hélice propulsora”. Finalmente, parte del puerto de la ciudad olívica el 26 de enero rumbo a los caladeros de Terranova, adonde llega el 2 de febrero.
RELATO DEL NAUFRAGIO
Tras faenar durante nueve días completos al sur de los Grandes Bancos de Terranova, el 13 de febrero de 2022 el Pitanxo abandona estos caladeros y pone rumbo hacia Flemish Pass, donde inicia el 14 de febrero el que sería el primer lance de pesca en esta zona, que resultó ser el último. La maniobra de arrastre se prolonga durante 11 horas y media.
A las 5,00 horas de la madrugada en España del 15 de febrero, el buque se encuentra con el arte largado por popa en pleno temporal, con vientos de 40 nudos y olas que llegarán hasta 10 metros. “A merced del viento, el oleaje, las corrientes y el tiro del arte”, el buque queda con una fuerte escora a babor. En estos momentos, “las olas entran constantemente por la rampa de popa” y las de mayor altura pasan por encima del costado de babor, “inundando la cubierta superior”.
De este modo, se ve que “la situación es irrecuperable y es perentorio abandonar el buque”. La mayoría de los tripulantes, que se encuentran en la cubierta superior, junto a la maquinilla de pesca, tratan de acceder al puente para dirigirse a las balsas salvavidas. Ningún tripulante lleva traje de supervivencia, a excepción del capitán y su sobrino, Eduardo Rial, que también se encuentra en el puente.
A las 5,23 hora española, el buque emite su última posición, cuatro minutos antes, a las 5,19 horas, el Centro de Comunicaciones Radiomarítimas (CCR) de A Coruña recibe una llamada selectiva digital de socorro. “El proceso de pérdida de estabilidad, inundación y hundimiento es rápido. Desde que el buque queda sin capacidad de maniobrar hasta que se hunde transcurren pocos minutos”, expone la investigación.
Varios tripulantes logran arriar una balsa salvavidas en la que consiguen embarcar Juan Padín, Eduardo Rial –ambos llevaban el traje de supervivencia– y por lo menos otros cinco tripulantes más que visten ropa de trabajo, sin traje de supervivencia o chaleco salvavidas. “Hay certeza de que no todos los tripulantes logran acceder al puente, algunos quedan probablemente en espacios interiores o en la cubierta superior cuando el buque se hunde”.
Aquí comienza un relato sobre lo sucedido en la balsa en la que han conseguido embarcar varios tripulantes, la cual “sufre desgarros en el fondo”, posiblemente al haberse enganchado en partes del buque durante su escora progresiva. Como resultado, la balsa queda en comunicación con el mar, y el agua –con una temperatura que ronda los 2 grados– inunda el fondo. Los tripulantes en su interior no pueden mantenerse secos.
El buque dispone de dos balsas salvavidas, una a cada banda, con capacidad para 25 tripulantes cada una. La segunda balsa se encontrará posteriormente desplegada y a flote pero vacía, por lo que ningún tripulante logrará embarcar en ella, “existiendo la duda de si fue desplegada por la tripulación o si se liberó automáticamente al hundirse el buque”.
Los náufragos permanecen en la balsa durante más de cinco horas, hasta que el pesquero ‘Playa Menduíña Dos’ llega y los rescata. “Solamente sobreviven los dos tripulantes que llevaban traje de supervivencia (el capitán y su sobrino) y otro marinero, Samuel Kwesi. “Los restantes cuatro tripulantes de la balsa han fallecido por hipotermia a lo largo de las horas en las que permanecen a la espera”, explica.
SIN INFORME FINAL EN 2023
Entre otros aspectos, este informe también da cuenta de diferentes reformas llevadas a cabo en el buque en los últimos años. En concreto, en 2012 hubo un cambio de cubierta principal, lo que tuvo efectos en la eslora reglamentaria, el arqueo, el francobordo y los cierres y aberturas a la intemperie. A finales de 2016, se instalaron dos nuevos túneles de congelación,
Finalmente, la Ciaim afirma “no poder determinar un plazo concreto” para terminar la investigación, pues “una vez se conozcan los resultados de la inspección submarina del pecio, será necesario realizar un análisis pormenorizado de las evidencias y estudios recopilados”. Por todo ello, avanza que “no parece probable que la investigación pueda finalizar a lo largo del año 2023”.
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