MADRID, 03 (SERVIMEDIA)
Manuela de Sancha practica la abogacía desde hace 29 años. Esta letrada, con una parálisis en las piernas provocada por la polio, está especializada en violencia de género y asegura que cuando trata con víctimas con discapacidad se establece una conexión especial.
Con motivo de la celebración este viernes del Día Internacional del Abogado, De Sancha ha compartido en una entrevista con Servimedia su experiencia como mujer con toga y discapacidad.
“Hace unos días tuve una clienta, víctima de violencia de género con problemas de visión, y percibí cómo conectaba de un modo especial conmigo al comprobar que su abogada era mujer y además con una discapacidad. Se sintió especialmente cómoda y se abrió por completo”, relata.
A lo largo de sus tres décadas de ejercicio de la profesión, su discapacidad le ha generado numerosas anécdotas. “Recuerdo en una ocasión en la que el juez al verme con los bastones me quería sentar en el lugar de la víctima de violencia de género. En otra ocasión, la jueza cerró la sesión con una cita de ‘El Principito’ que dice: ‘como no sabía que era imposible, lo hizo'”.
De Sancha asegura que “dramas, los mínimos” y prefiere quedarse con todo lo positivo que le aporta su profesión. “La palabra autocompasión no existe en el vocabulario de mi familia. He recibido una educación basada en no mirarme al ombligo, de manera que la energía que proyecto es la que llega a mis clientes. No llevo la discapacidad en mi cabeza y, al final, lo que tú ves es lo que tú transmites”, afirma con contundencia.
Experta en derecho de familia, herencia y violencia de género, la letrada recorre, con sus muletas y su maletín, los más de 50 juzgados diseminados por la Comunidad de Madrid. Es, por lo tanto, una abogada ‘todoterreno’, no solo por las distintas ramas del Derecho que domina, sino también porque para desempeñar su trabajo diario debe poner en marcha “todo un protocolo”. “Empiezo por lo menos dos horas antes de la vista. Tengo que estudiar cómo desplazarme hasta la sala judicial para llegar puntual a los juicios con mis muletas”.
LA PEOR SENTENCIA, APARCAR
De Sancha está acostumbrada a librar batallas judiciales, pero la guerra por el aparcamiento, esa es otra historia. “En los Juzgados de la Violencia sobre la Mujer de Madrid, que fueron construidos hace tan solo unos años, no hay disponible ni una sola plaza para los letrados con alguna discapacidad”, lamenta.
Eso provoca que, cuando llega al edificio donde debe desempeñar su labor profesional para defender a mujeres que han sido maltratadas, el personal de seguridad se refieren a ella como “la abogada que quiere aparcar”. “¡Como si fuera ilegítimo!”, exclama ella.
La conquista del aparcamiento es para Manuela de Sancha la mayor de las vicisitudes de la profesión. “El logro más importante de mi carrera es que casi no me he caído, porque mi trabajo es muy activo. Requiere, a menudo, aparcar lejos de la sala del juicio y me obliga a recorrer largas pasarelas con calor, bajo la lluvia, cargada con mi maletín y apoyándome sobre mis muletas”.
Gracias a la Asociación de Letrados por un Turno de Oficio Digno (Altodo), desde hace un año ha logrado poder estacionar, mientras hacen un turno de guardia, en el aparcamiento de los Juzgados de Plaza de Castilla.
En definitiva, se trata de victorias cotidianas que facilitan el trabajo y, la vida, en definitiva, de profesionales con discapacidad como Manuela de Sancha.
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