El Ejército congoleño vuelve a vincular al grupo rebelde con la supuesta presencia de tropas ruandesas en el territorio
MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
La conquista de la localidad congoleña de Kitshanga, en el noreste de República Democrática del Congo (RDC), por parte de los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), ha generado una nueva crisis de desplazados en la provincia de Kivu Norte, asolada desde hace meses por los combates entre el grupo y el Ejército congoñeño.
La vecina localidad de Mwesso se ha convertido en el refugio improvisado de cientos de familias que escaparon de Kitshanga en el último momento y carecen, desde hace cuatro días, de cualquier tipo de acceso a agua potable, alimentos, higiene fundamental o atención médica, avisan ONG a Radio Okapi. Ya hay confirmados, advierten, cinco casos de diarrea entre los niños recién llegados.
Kishanga se ha convertido este fin de semana en una “ciudad fantasma” donde el M23 ya patrulla abiertamente. Los rebeldes mantienen, según fuentes locales, “recluidas” aproximadamente a las 5.000 personas que se quedaron en la ciudad, un diez por ciento de la población total. El resto ha buscado refugio en otras poblaciones de la zona, comenzando por Mwesso, o en una base de la misión de paz de la ONU, la MONUSCO, que aloja a unas 400 personas.
Acción contra el Hambre ha pedido la intervención urgente de líderes comunitarios para facilitar la llegada de ayuda no solo a Mwesso, sino también a otras poblaciones que han recibido en los últimos días a los miles de refugiados de Kitshanga como Kalembe, Kashuga, Muhongozi o Pinga.
La actividad del M23 es el epicentro de un conflicto diplomático entre RDC y la vecina Ruanda. El Gobierno congoleño ha acusado a las autoridades ruandesas de proporcionar apoyo a los rebeldes, algo que Kigali ha negado tajantemente. Estos roces, sin embargo, han dificultado enormemente la llegada de ayuda a la población de una de las provincias más conflictivas de todo el continente, donde operan decenas de grupos armados.
Las relaciones entre RDC y Ruanda han atravesado momentos de crisis desde la llegada masiva al este de RDC de hutus ruandeses acusados de haber masacrado a los tutsis durante el genocidio de Ruanda de 1994. Tras cierta etapa de relajación diplomática, el conflicto volvió a ganar intensidad en mayo, cuando el Gobierno congoleño ya convocó al embajador ruandés para denunciar el presunto apoyo del país al M23.
Como muestra está la última acusación lanzada este pasado sábado por el Ejército congoleño contra Ruanda. Los militares aseguran que “fuerzas especiales ruandesas” han cruzado la frontera con la intención de “perpetrar una nueva masacre contra la población tutsi de República Democrática del Congo” y culpar de ello al Ejército congoleño.
De hecho, el Ejército congoleño vincula directamente el presunto despliegue de estas fuerzas con el avance del M23 por el territorio de Masisi, donde se encuentra Kitshanga. Según los militares, la toma rebelde de la ciudad habría servido a las fuerzas ruandesas de cobertura para entrar en la zona.
El Ejército congoleño, en un comunicado recogido por 7sur7, denuncia exactamente “la presencia de un cuerpo expedicionario de las fuerzas especiales de Ruanda” para cometer “otra masacre dirigida contra tutsis congoleños” con la doble intención de “atribuir estos actos despreciables a las FARDC y encontrar una coartada convincente para justificar ante la opinión internacional la presencia de tropas de agresión ruandesas en la RDC”.
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