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Las nucleares catalanas contemplan que la crisis del gas retrase su cierre más allá de 2035

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ASCÓ (TARRAGONA), 18 (SERVIMEDIA)

La Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II (ANAV), empresa conjunta de Endesa e Iberdrola que se encarga de la operación de las centrales nucleares catalanas, contempla que el cambio en el escenario energético provocado por la crisis del gas favorezca una posible revisión del calendario de cierre de estas plantas más allá de 2035.

Así lo sostiene la responsable de Comunicación y Relaciones Externas de ANAV, Montse Godall, quien aseguró que ambas centrales siguen operando con toda normalidad y con visión a “largo plazo”, sin tener de momento en cuenta el calendario establecido actualmente, que fija el cierre de los dos reactores de Ascó en 2030 y 2032 y el de Vandellós II en 2035.

Estos tres reactores nucleares ubicados en la provincia de Tarragona, que tienen una potencia conjunta de 3.144 megavatios (MW) entraron en operación entre 1984 y 1988. Actualmente, suministran más del 50% de la electricidad consumida en Cataluña.

Según defendió Godall, el cambio en el panorama energético provocado por la alta volatilidad de los precios del gas por el impacto en la guerra en Ucrania debe tener reflejo en la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) en la que trabaja el Gobierno y que debe presentar a lo largo de este año.

Este cambio de situación se explica porque en el anterior Pniec se contemplaba que la paulatina retirada de la potencia nuclear entre 2027 y 2035 se fuera compensando con la producción de los ciclos combinados de gas, además de por el creciente despliegue de las renovables.

Ante la incertidumbre actual en relación a los precios futuros del gas que podría conllevar un alto sobrecoste en el precio de la electricidad el sector nuclear espera que el Gobierno contemple ampliar los años de operación de este tipo de instalaciones.

El primer hito en este calendario de cierres debe ser la desconexión de la central de Almaraz prevista para 2027 que, según los expertos en el sector nuclear todavía podría ser aplazada. A este respecto, señalan que los primeros pasos para proceder al cierre se deben tomar, como tarde, tres años antes, en 2024.

Otro factor que genera incertidumbre en ANAV es la reforma del Plan General de Residuos Radioactivos que está a punto de aprobar el Gobierno de forma oficial tras la renuncia a la construcción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca) y en consonancia con el actual plan de cierre de las centrales.

Dicho plan conllevará la construcción de Almacenes Temporales Descentralizados (ATD) en las propias centrales, así como continuar con la ampliación de los Almacenes Temporales Individualizados (ATI) hasta la construcción de un Almacenamiento Geológico Profundo (AGP).

En el caso de las nucleares catalanas, Ascó ya cuenta con un ATI que en 2027 alcanzará su límite de capacidad por lo que deberá construir otro almacén adicional en el recinto del complejo nuclear.

Los responsables de la central ya trabajan en el proyecto para este nuevo almacén con la perspectiva de que pueda ser capaz de alojar residuos más allá del año 2032 ya que, según señaló Godall, en el sector nuclear siempre se hacen las cosas con cierta holgura.

Por su parte, Vandellós todavía no cuenta con almacén individualizado y debe acometer las obras para construir el suyo, lo que le permitiría empezar a evacuar los residuos que sigue acumulando en su piscina desde el inicio de sus operaciones en 1988.

Esta modificación del plan de residuos ha provocado bastante malestar entre los operadores de las plantas ya que supondrá un importante encarecimiento de la tasa abonada a Enresa que se estima en unos 2.100 millones de euros, cifra que desde el sector se teme que podría ser bastante mayor.

Otra gran inversión que han debido afrontar las plantas nucleares en los últimos años fue la derivada de las nuevas exigencias de seguridad surgidas tras el accidente de Fukushima que para ANAV supusieron una inversión de 100 millones de euros en la adaptación de las nucleares catalanas.

Entre otras actuaciones, los operadores de las plantas tuvieron que construir Centros Alternativos de Gestión de Emergencias (CAGE) que son auténticos búnkeres en los que puede refugiarse toda su plantilla de forma totalmente autosuficiente del exterior durante 72 horas si se produjera una gran catástrofe.


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