MADRID, 17 (SERVIMEDIA)
Los peces que viven en la parte oscura de los océanos, es decir, donde no llega la luz solar -por debajo de unos 200 metros de profundidad-, podrían ver reducido su tamaño por el aumento de la temperatura del agua, lo que tendría importantes consecuencias ecológicas.
Esa es la principal conclusión de un nuevo estudio liderado por la Universidad de Viena (Austria) en el que ha participado el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), de Barcelona. El trabajo está publicado en la revista ‘Proceedings of the Royal Society B’.
Los investigadores recuperaron otolitos -pequeñas estructuras del oído interno de los peces óseos que les permiten la captación de sonido e intervienen en su equilibrio- de formaciones geológicas de hace entre 700.000 y 800.000 años de la isla de Rodas (Grecia). Luego los midieron para estudiar cómo había cambiado el tamaño de los peces a lo largo de los periodos glaciares e interglaciares.
La morfología de estas estructuras es particular de cada especie de pez y su tamaño refleja directamente el del individuo del que proceden, por lo que se usan para saber cómo eran los peces del pasado.
“Gracias al análisis de otolitos hemos descubierto que, durante los periodos interglaciares, con unos 4 °C más de lo habitual, los peces eran un 35% más pequeños, y lo mismo suceder ahora por culpa del aumento de temperatura de los mares y océanos”, explica la autora principal del estudio, Konstantina Agiadi, de la Universidad de Viena.
‘PECES LINTERNA’
Este es uno de los pocos trabajos que, hasta ahora, han abordado las consecuencias del cambio climático en la parte más profunda de los océanos, la zona mesopelágica –que va de los 200 a los 1.000 metros de profundidad, aproximadamente-.
En concreto, se centra en los cambios que experimentaron durante el periodo interglacial los conocidos como ‘peces linterna’, un grupo de pequeños peces mesopelágicos que reciben este nombre por su capacidad de producir su propia luz.
“Conocer la respuesta de estos organismos al calentamiento oceánico es clave, ya que contribuyen a la estabilidad de los ecosistemas, reducen el dióxido de carbono atmosférico y son la base de la dieta de otros organismos de la red trófica marina”, apunta Marta Coll, investigadora del ICM-CSIC y coautora del trabajo, quien añade que “estos peces representan más de los peces de aguas profundas y unas 100 veces más que el total de las capturas pesqueras anuales mundiales”.
Por último, los ‘peces linterna’ contribuyen enormemente a la bomba biológica de carbono, un mecanismo natural que sirve para reducir el dióxido de carbono atmosférico (CO2). En este proceso, los organismos fitoplanctónicos absorben CO2 de la atmósfera mediante la fotosíntesis. Por su parte, cada noche, los peces linterna se desplazan cientos de metros hacia la superficie de los océanos para alimentarse de plancton y vuelven a bajar, transportando así enormes cantidades de carbono de la superficie hasta el lecho marino.
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