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El apoyo social en épocas de estrés puede aliviar el impacto del riesgo de depresión genética, según un estudio

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MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

Tender la mano a una persona cuando está estresada, algo que siempre es recomendable, podría ser “especialmente importante” para alguien cuya composición genética le hace más propenso a desarrollar depresión, según un estudio de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).

El estudio muestra la importancia del apoyo social para amortiguar el riesgo de desarrollar síntomas de depresión en general, utilizando datos de dos grupos muy diferentes de personas sometidas a estrés: médicos noveles en el año más intenso de formación y adultos mayores cuyos cónyuges habían fallecido recientemente. Pero el mayor efecto se observó en quienes tenían más variaciones genéticas que aumentaban el riesgo de depresión.

El trabajo utiliza una medida de riesgo genético denominada puntuación de riesgo poligénico, que se basa en décadas de investigación sobre qué pequeñas variaciones en genes específicos están relacionadas con el riesgo de depresión.

En comparación con los individuos del estudio que tenían puntuaciones de riesgo poligénico de depresión bajas, los médicos y las viudas con puntuaciones de riesgo más altas tenían tasas de depresión más elevadas después de perder el apoyo social, pero también tenían tasas de depresión más bajas cuando obtenían apoyo social en momentos estresantes. El estudio, publicado en la revista ‘American Journal of Psychiatry’, sugiere que podría hacerse más para dirigir el apoyo social a quienes más pueden beneficiarse.

GENES, ESTRÉS Y CONEXIÓN SOCIAL

“Nuestros datos muestran una amplia variabilidad en el nivel de apoyo social que los individuos recibieron durante estos momentos estresantes, y cómo cambió con el tiempo”, ha afirmado la primera autora, Jennifer Cleary, que realiza su estudio con el autor principal Srijan Sen. “Esperamos que estos hallazgos, que incorporan puntuaciones de riesgo genético, así como medidas de apoyo social y síntomas depresivos, iluminen las interacciones gen-ambiente y específicamente la importancia de la conexión social en el riesgo de depresión”, añade.

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Sen, director del Centro de Depresión Familiar Eisenberg y catedrático de Psiquiatría y Neurociencia, añade que, aunque la investigación genética revele más variaciones del ADN relacionadas con la vulnerabilidad a la depresión, es crucial saber cómo esas variaciones conducen a la depresión.

“Comprender mejor los distintos perfiles genéticos asociados a la sensibilidad a la pérdida de apoyo social, la insuficiencia de sueño, el estrés laboral excesivo y otros factores de riesgo podría ayudarnos a desarrollar orientaciones personalizadas para la prevención de la depresión”, afirma. “Mientras tanto, estos hallazgos reafirman lo importantes que son las conexiones sociales, el apoyo social y la sensibilidad individual al entorno social como factores de bienestar y prevención de la depresión”, añade.

DIFERENTES POBLACIONES, PATRONES SIMILARES

El nuevo estudio utilizó datos de dos estudios a largo plazo que recogen datos genéticos, del estado de ánimo y del entorno, entre otros, de poblaciones de individuos participantes. Uno de ellos es el Intern Health Study, en el que se inscriben residentes médicos de primer año (también llamados internos) de todo Estados Unidos y otros países, y que dirige Sen. El otro es el Estudio de Salud y Jubilación, con sede en el Instituto de Investigación Social de la UM y financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento.

Los datos del nuevo estudio proceden de 1.011 internos en formación en hospitales de todo el país, casi la mitad de los cuales eran mujeres, y de 435 viudos recientes, el 71 por ciento de ellos mujeres, que disponían de datos de encuestas realizadas antes y después de la muerte de sus cónyuges.

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En los internos, como Sen y su equipo han demostrado en trabajos anteriores, los síntomas depresivos aumentaron drásticamente (126%) durante el estresante año de formación que incluye largas e irregulares horas de trabajo, a menudo en entornos alejados de amigos y familiares.

En las personas viudas, los síntomas depresivos aumentaron un 34 por ciento respecto a sus puntuaciones previas a la viudedad. Esto se correlaciona con investigaciones anteriores que muestran que la pérdida del cónyuge puede ser uno de los mayores factores de estrés en la vida de una persona, según Cleary.

UN EFECTO CRUZADO

A continuación, los investigadores combinaron los resultados de los síntomas de depresión con la puntuación de riesgo poligénico de depresión de cada persona y sus respuestas individuales a preguntas sobre las conexiones con amigos, familiares y otros apoyos sociales.

La mayoría de los internos perdieron el apoyo social que tenían antes de las prácticas, lo que encaja bien con la experiencia común de dejar el lugar en el que estudiaron medicina y trasladarse a un nuevo entorno en el que puede que no conozcan a nadie.

Los internos que tenían las puntuaciones de riesgo poligénico más altas y también perdieron el apoyo social tuvieron las puntuaciones más elevadas en las medidas de los síntomas de depresión más tarde en el estresante año de prácticas.

Sin embargo, los que tenían el mismo nivel elevado de riesgo genético y obtuvieron apoyo social presentaron síntomas depresivos mucho más bajos. De hecho, eran inferiores incluso a los de sus compañeros con bajo riesgo genético, independientemente de lo que ocurriera con su apoyo social. Los investigadores lo llaman “efecto cruzado”.

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A diferencia de los internos, algunos viudos informaron de un aumento del apoyo social tras la pérdida de su cónyuge, potencialmente a medida que amigos y familiares se acercaban para ofrecer ayuda o simplemente un oído atento.

Pero el efecto cruzado también era visible en ellos. Las viudas con alto riesgo genético de depresión que obtuvieron apoyo social mostraron un aumento mucho menor de los síntomas depresivos que sus compañeras con un riesgo genético similar que perdieron apoyo social tras perder a su cónyuge.

También hubo algunas viudas que perdieron apoyo social o no experimentaron ningún cambio en el apoyo, y cuyos síntomas depresivos no cambiaron. Cleary señala que, en futuros trabajos, será importante analizar el historial de este grupo a la luz de los cuidados que puedan haber prestado a un cónyuge con una enfermedad de larga duración.

El equipo también espera que otros investigadores estudien esta misma interacción de riesgo genético, estrés y apoyo social en otras poblaciones. Mientras tanto, según Cleary y Sen, el mensaje para cualquiera que pase por momentos estresantes, o que vea a un amigo o pariente pasar por momentos agobiantes, es “tender la mano y mantener o reforzar las conexiones sociales”. “Hacerlo puede ser beneficioso tanto para la persona estresada como para la que le tiende la mano”, señalan.

Reducir el nivel de estrés al que se enfrenta la persona, ya sea en el trabajo, en la escuela, tras una pérdida personal o en situaciones familiares, puede ser fundamental. Y aunque el estudio no examinó el papel de la ayuda profesional en salud mental, la terapia individual y de grupo es una opción importante para quienes han desarrollado depresión u otros problemas de salud mental.


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