Ahora dirige una serie y un documental basados en ‘El hijo del chófer’ de Jordi Amat
BARCELONA, 11 (EUROPA PRESS)
El cineasta Isaki Lacuesta ha dicho que espera que con su largometraje ‘Un año, una noche’, que opta a 14 Premios Gaudí, el público “se pregunte si vive como quiere vivir, porque a veces hasta que no suceden cosas que te sacuden, uno se deja llevar por inercias absurdas”.
Lo ha dicho en una entrevista con Europa Press este miércoles, antes de realizarse la tradicional fotografía en la Antiga Fàbrica Estrella Damm de Barcelona junto a otros nominados a los Premis Gaudí, en una edición que espera “que sea el año de ‘Alcarràs’ como punta de lanza”.
‘Un año, una noche’ es un drama inspirado en los atentados de París de noviembre de 2015 sobre el duelo, la gestión del trauma, la memoria y los recuerdos, en el que los protagonistas “deberán aprender a vivir de nuevo y no renunciarán a seguir bailando y cantando”.
Para él, la película es “una montaña rusa emocional” sobre lo azarosa que es la vida, y la ha rodado en constante diálogo y con la complicidad, ha dicho, de algunos de los supervivientes de los atentados de esa noche.
En ‘Un año, una noche’ reflexiona sobre “cómo la memoria de transfigura y se modifica el relato” de lo vivido, un tema en el que también ahonda en la serie y el documental que está dirigiendo ahora, ambos basados en la novela de no ficción ‘El hijo del chófer’ de Jordi Amat.
Ha dicho que confía en que las nominaciones a los Gaudí sean un estímulo para la película, “que tenía una gran vocación popular pero no ha tenido el público” que le hubiera gustado en taquillas españolas.
GURREA: “LA PEOR PESADILLA ES QUE UNA PELÍCULA DEJE INDIFERENTE”
En otra entrevista con Europa Press, el cineasta Mikel Gurrea, director de ‘Suro’, una reflexión sobre el choque de lo urbano con lo rural con diez nominaciones, ha destacado que en esta edición de los Gaudí “las películas dialogan entre ellas”.
De entre todas las nominaciones, le haría especial ilusión que su película ganara Mejor Sonido, porque considera que el equipo ha realizado un gran trabajo plasmando los distintos sonidos particulares que a él se le quedaron grabados en la memoria cuando trabajó talando alcornoques.
Ha destacado que confía en que su película genere incomodidad y pasión en el espectador, que le remueva: “La peor pesadilla es que una película deje indiferente, que genere un electroencefalograma plano”.
Ha augurado que las salas de cine “no desaparecerán nunca” porque son de los pocos espacios donde el espectador se somete completamente a la película y no tiene el control, y ha señalado las similitudes entra la tala de los alcornoques y el proceso de desarrollo de una película.
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