MADRID, 04 (SERVIMEDIA)
El enfermero que le atendía escuchó las últimas palabras de Benedicto XVI antes de fallecer el pasado 31 de diciembre. Fueron “Señor, te amo”, según comunicó a la prensa poco después su secretario personal, Georg Gänswein. Años antes, el papa alemán había redactado su testamento espiritual en el que pidió a los católicos que se mantengan “firmes en la fe” y “no se dejen confundir”.
El documento fue redactado por el papa emérito el 26 de agosto de 2006, mucho antes de su histórica renuncia como pontífice en 2013.
En el testamento, Ratzinger aseguraba que tenía muchas razones “para dar gracias”: A “Dios mismo (…) que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guio bien”.
El papa Benedicto XVI también agradecía a sus padres su testimonio de fe y a sus hermanos sus cuidados y compañía, así como a sus amigos y otros colaboradores, profesores y alumnos y a su “hermosa patria en los Prealpes bávaros”.
El pontífice también aprovechó su testamento espiritual para pedir “perdón de todo corazón” a aquellos a los que había “agraviado de alguna manera”.
FIRMES EN LA FE
Pero el mensaje más destacado de sus párrafos los dirigió a la Iglesia católica. “¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!” Y explicó: “A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia”.
“Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”, expuso.
Para culminar su testamento espiritual Ratzinger pidió “humildemente” oraciones por él: “Para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna”.
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