CÓRDOBA, 4 (EUROPA PRESS)
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, pide poner las “mejores energías al servicio de la familia, que sufre una fuerte erosión en la sociedad actual”, en la que “se ha generalizado una mentalidad antinatalista y antivida, por la que los hijos en lugar de recibirlos como un don de Dios se convierten en un producto humano, regulable a capricho del consumidor”.
Así lo expone monseñor Demetrio Fernández en su carta semanal, titulada ‘La familia, cuna de educación al amor’ y consultada por Europa Press, donde describe que “en las fecundaciones ‘in vitro’ se fecundan y se eliminan embriones como un simple material genético, que no tiene en cuenta la persona que ha sido engendrada en cada uno de ellos”.
Además, subraya que “se han generalizado los métodos anticonceptivos para usar y abusar de la sexualidad a capricho, eliminando su sentido procreativo responsable”, a lo que añade que “en el final de la vida o cuando esa vida es dependiente, se tiende a eliminarla en lugar de mimarla con toda la ternura que merece”.
En este sentido, el obispo advierte de que “el egoísmo que consume lo que le apetece y descarta lo que le estorba ha llegado a traspasar la línea del respeto a la persona”.
Mientras, relata que “contemplando el misterio de la Navidad, aparece inmediatamente la realidad de la familia humana, en cuyo seno ha nacido y se ha criado el Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo”, que “ha santificado esta preciosa realidad de la familia humana, donde todos los vínculos de amor ayudan a nacer, crecer y madurar el amor como vocación y destino del hombre”, resalta, entre otros aspectos.
Al respecto, destaca que “en el seno de una familia todos hemos venido al mundo por el amor de nuestros padres, que nos han engendrado, nos han acogido con amor y han cuidado de nosotros para llevarnos a la madurez de la vida”. “Cuando un niño crece satisfecho afectivamente, su psicología se desenvuelve sana y aprende a amar, como algo connatural a su propio desarrollo”, remarca, para contraponer que “cuando los egoísmos de los padres se cruzan, quien sale perdiendo siempre es el hijo”.
“Generar un nido de amor, que cada día va tejiendo las relaciones en tono de donación y de ofrenda, hace que ese hogar sea un lugar apropiado para el crecimiento humano en todas sus dimensiones”, manifiesta monseñor Demetrio Fernández, quien declara que “en la familia se aprende a amar, se descubre el amor de Dios que está en el origen de todo, se aprende a conocer a Jesucristo que nos ha amado hasta el extremo, se descubre el cariño maternal de María, nuestra madre”.
De este modo, subraya que “en la familia uno aprende a servir por amor, a no estar pendiente solo de sí mismo, sino entregado a hacer la vida más agradable a los demás”.
“UN MONSTRUO DE LA MANIPULACIÓN HUMANA”
Fijándose en la familia de Nazaret, “la Sagrada Familia”, el obispo señala que “el Hijo es amado por sí mismo, y esto le ayuda a crecer”, mientras que “el esposo y padre tiene la función de transmitir fortaleza, seguridad, cobertura y capacidad creativa” y “la esposa y madre tiene la función de envolver con su ternura a todos los de la casa, de enjugar las lágrimas, de aportar un calor que sólo puede ofrecer un regazo materno”.
Ante ello, apunta que “la cultura contemporánea que llega a plasmarse en ley pretende en aras de una igualdad destructiva borrar todas las diferencias enriquecedoras y complementarias que tiene una convivencia familiar, que responde al plan de Dios sobre el matrimonio, la familia y la vida”.
Y recordando “las primeras páginas de la Biblia”, en las que se recoge: “Vio Dios lo que había hecho, y era muy bueno”, monseñor Demetrio Fernández pide no estropear ello “con el pretexto de ampliar derechos”, puesto que “alejarnos del plan de Dios va contra el hombre, convirtiéndole en un monstruo de la manipulación humana, que tiene a su servicio los avances de la tecnología y de la biomedicina”, apostilla.
Al hilo, informa de que el domingo 8 de enero, dado el calendario de este año, se celebrará “la fiesta de la familia y de la vida, las bodas de plata y oro de tantos matrimonios, la acción de gracias a Dios por nuestras familias”, de ahí que solicite hacer que “nuestras familias sean lugar privilegiado para educar en el amor, fortalezcamos los lazos familiares y no dejemos que nos roben la familia”.
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