ROMA, 1 (EUROPA PRESS)
Benedicto XVI advirtió en una charla inédita de junio de 1995 pero hecha pública este domingo 1 de enero de 2023, una vez fallecido, que había un “cansancio de la teología” que se sentía en muchos lugares, “hasta llegar a la aversión”.
“Entre muchos creyentes hay un sentimiento -que no es del todo infundado- de que la teología destruye la fe de las personas”, señalaba el entonces cardenal Ratzinger que en 2005 fue elegido Papa y en 2013 renunció al pontificado.
Sin embargo, precisa que una fe que ya no impregna toda la persona, una fe cuya pretensión de ser la verdad ya no interpela a nuestra razón, ya no es objeto de pensamiento y no realiza la grandeza de la fe real.
“La fe, si es la verdad, debe implementar el conocimiento. Y estudiar teología, no una que se entregue a una falsa imparcialidad académica y trate de justificarse académicamente de alguna manera en esta imparcialidad, sino una teología que tenga el coraje de tomar muy en serio la aventura de la fe y comprenda que la fe debe encarnarse materialmente, que es muy difícil, expuesto [a la crítica], pero muy necesario”, explicaba entonces Ratzinger.
En la conversación inédita hasta ahora, la editorial Plough, que publica libros y artículos sobre el discipulado cristiano, el que después se convertiría en Pontifice y más tarde en emérito Papa emérito insta así a no adoptar “criterios mundanos”.
En este sentido, señala que hay una Iglesia “estrechamente vinculada a los poderes del mundo”, en referencia al martirio que sufrieron dos anabaptistas, Georg Wagner y Klaus Felbinger, a manos de las autoridades católicas en el siglo XVI.
“Nos aflige, por supuesto, el hecho de que la Iglesia estuviera tan estrechamente vinculada a los poderes del mundo que fuera capaz de entregar a otros cristianos para que fueran ejecutados a causa de sus creencias”, señala el entonces cardenal Joseph Ratzinger en una conversación en Roma con los líderes de las comunidades católicas alemanas, Traudl Wallbrecher y Johann Christoph Arnold.
“Esto debería ser un profundo desafío para nosotros, lo mucho que todos necesitamos arrepentirnos una y otra vez, y lo mucho que la iglesia debe renunciar a los principios y normas mundanos para aceptar la verdad como única norma, para mirar a Cristo, no para torturar a otros, sino para seguir nosotros mismos el camino del testimonio, un camino al que el mundo siempre se opondrá, un camino que siempre conducirá a alguna forma de martirio”, asegura el Papa emérito.
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