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Fotógrafas ucranianas captan las vidas de los niños que huyeron de la guerra y de los que se quedaron en el país

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MADRID, 25 (EUROPA PRESS)

Fotógrafas ucranianas han usado sus cámaras para captar las vidas de los niños y niñas que se permanecen en su país y de los que han huido de la guerra. Anastasia Vlasova, Alina Smutko y Nina Sologubenko, conocidas fotógrafas ucranianas, han captado la vida cotidiana de los menores, así como sus esperanzas y sueños a las puertas de la Navidad, mientras afrontan el final del año en su nueva realidad.

Una niña de ocho años cuyo pelo ha empezado a encanecer hasta una pequeña de nueve que ha puesto la paz en lo más alto de su lista de deseos navideños son algunas de las fotografías incluídas en la serie que documenta las vidas de menores y sus familias que viven en Ucrania, Rumanía y el Reino Unido mientras se acercan las Navidades viviendo en una zona de guerra o como refugiados en Europa.

Sus imágenes muestran el impacto de casi 10 meses de guerra, que han devastado las vidas de 7,5 millones de niños y niñas de Ucrania. La ONU calcula que los constantes ataques se han cobrado la vida de más de 400 menores y han dejado a más de 700 con heridas que les han cambiado la vida desde febrero. Es probable que la cifra real sea mucho mayor.

Krhystyna, de 8 años, de Bucha, en Kiev, pasó entre 5 y 6 horas seguidas en un sótano helado con su familia durante el punto álgido del conflicto, mientras llovían misiles y bombas sobre su pueblo. Su madre, Oksana, dice que el pelo de su hija ha empezado a encanecer por el estrés de lo que tuvo que soportar, y llora cuando se lo peina.

“Mi hija mayor sólo tiene 8 años y ya tiene canas. No se lo digo, pero cuando le trenzo el pelo se me saltan las lágrimas, porque es una niña pequeña y ha visto cosas que no debería”. “Daba mucho miedo estar en el sótano sabiendo que, si no fuera por Dios, estarías sepultada bajo los escombros. En ese momento no te preocupas por ti, sino por tus hijos”, se lamenta Oksana.

ANGUSTIA Y ESPERANZA

La serie fotográfica capta la angustia de dejar atrás a la familia y los amigos en Ucrania y el reto de empezar una vida en un nuevo país, pero también la esperanza, el apoyo y la generosidad de la gente en los países de acogida de refugiados.

Karina, de 12 años, y su familia han tenido que abandonar sus hogares dos veces durante el conflicto: en 2014 huyeron de los combates en Donetsk y este año, cuando cayeron misiles cerca de su casa en Odessa. Encontraron refugio en el norte de Rumanía, donde reciben apoyo en el centro de Save the Children para refugiados de Ucrania.

“He conocido a todos mis amigos allí: organizan viajes, regalan cupones, aportan comida, agua, ropa. Tienen muchas ganas de ayudar”, dice Karina. Cuando se le pregunta por la Navidad, dice: “Va a faltar algo, ya sabes, el ambiente de la Navidad ucraniana”.

Masha, de nueve años, huyó con su familia de Kiev en junio, cuando la capital fue atacada, y ahora vive en una ciudad costera del Reino Unido. Dejó a su padre en Kiev y lleva más de seis meses sin verlo. Esta separación es el mayor reto al que se enfrenta la familia. “Me gustaría que mi padre viniera aquí, o al menos hablar con él por teléfono”, dice Masha, que se refugia en el dibujo para superar su pena. “Hice un dibujo para estar juntos, para estar en la playa el próximo verano… Y cuando lo dibujaba, me sentía feliz”, añade. Cuando le preguntaron qué quería para Navidad, Masha respondió: “Quiero paz”.

La directora nacional de Save the Children en Ucrania, Sonia Khush, ha puesto en el punto de mira las situaciones traumáticas vividas por estos pequeños para reclamar apoyo para poder superarlas. “No se puede subestimar el coste psicológico de vivir en guerra constante. Los niños pueden ser increíblemente resistentes, pueden afrontar sus miedos, aprender a sobrellevarlos y empezar a recuperarse, pero necesitan apoyo”.

En su opinión, “cada mes que dura este conflicto se producen nuevos episodios de violencia contra la infancia, hasta ahora inimaginables; ésta debe ser la última Navidad que los niños vivan bajo ataques o en países de acogida, lejos de casa”.


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