Niños acogidos en el Centro Juan Pablo II de Santiago celebraron la llegada de San Nicolás, pero conocerán a los Reyes Magos como novedad para ellos
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 24 (EUROPA PRESS)
A unos 4.000 kilómetros de Ucrania y 303 días desde que comenzó la invasión rusa en el país, los ciudadanos que salieron del país y recalaron en Galicia pasan una Navidad “agridulce” que ellos ya iniciaron la semana pasada, el 19 de diciembre, con la llegada de San Nicolás.
Igual que lo son sus situaciones como refugiados –en albergues, en casas de acogida o de forma ya totalmente independiente, entre otras–, son muy variadas las formas en las que los ucranianos de la Comunidad pasan estas fechas.
De acuerdo con datos de la Delegación del Gobierno, desde marzo –cuando arrancó el proceso de acogida temporal en España– se han concedido en Galicia 2.744 permisos de residencia y trabajo a ciudadanos ucranianos. Fueron 1.145 en la provincia de A Coruña, 975 en la de Pontevedra, 387 en la de Ourense y 237 en la de Lugo.
Si a estos se suman los 785 ucranianos que ya vivían en Galicia a 1 de enero de 2022, según el censo del Instituto Nacional de Estadística, se podría estimar que hay unos 3.500 en la Comunidad. No obstante, resulta complicado precisar esta cifra porque, tal y como apuntan distintas organizaciones, muchos ya cuentan con autonomía de movimiento y hubo quienes optaron por irse a otro lugar o, incluso, por regresar a su país.
Lo que es seguro es que la comunidad ucraniana en territorio gallego tratará de mantener sus costumbres, compatibilizándolas o adaptándolas –generalmente así será para los que conviven con gallegos– con las tradiciones católicas.
En Ucrania, el calendario ortodoxo hace cuadrar la Navidad con el 7 de enero, aunque el conflicto con Rusia les ha hecho acercarse a occidente y son cada vez más los que celebran el 25 de diciembre. Sea como fuere, ya entre el 19 y el 20 arrancan las celebraciones con la llegada de San Nicolás para traer pequeños regalos a los niños que se hayan portado bien. Los que no, reciben una rama de árbol con la que darles en el culo.
También suelen recibir presentes en Nochevieja, pero las grandes comidas y reuniones las celebran del 6 al 7 de enero, su propia Nochebuena. La tradición marca que debe haber en la mesa 12 platos –mismo número que los apóstoles– y, entre ellos, no falta la conocida como ‘kutia’, una elaboración dulce con trigo, semillas de amapola, frutos secos y miel, principalmente.
A medio camino entre mantener sus costumbres y adaptarse a las gallegas, Natalia Afonina, una ucraniana que lleva cinco años en Oleiros (A Coruña) y que preside la Asociación Galega de Axuda a Ucraína (AGA Ucraína), reconoce que sus conciudadanos llevan “mal” encontrarse a tanta distancia de su país cuando está sumido en un conflicto. Ella tiene allí a su hijo mayor, que “no puede salir”, igual que más familia y amigos. “Estamos ayudándoles en todo lo que podamos, pero es difícil”.
Afonina reconoce a Europa Press que va a ser una Navidad “agridulce”, porque muchos ucranianos en Galicia quedarán para celebrar de acuerdo con sus costumbres. Pero también se pregunta: “¿Qué es la Navidad cuando no puedes estar en casa, no puedes estar con tu familia o con tus amigos? Es la Navidad más triste”.
INICIATIVAS DE AGA UCRAÍNA
La pareja de Natalia es Antonio Corredoira, secretario de AGA Ucraína, entidad que atiende en Galicia a unos 350 refugiados a través de diferentes iniciativas. Aunque los ve “con gran preocupación” y “tristeza” por la situación de su país, también están “muy unidos y esperanzados de que van a ganar esta guerra, de que van a conseguir ser libres y continuar su vida”.
Desde AGA Ucraína, y en colaboración con diferentes entidades privadas, han promovido actividades tanto para apoyar a la comunidad ucraniana en Galicia como para enviar ayuda humanitaria al este de Europa.
En la Comunidad, a mayores de las acciones que llevan realizadas desde que estalló la guerra, destaca una campaña para repartir juguetes a familias cuyos niños escribieron cartas a los Reyes Magos. A esto hay que sumar una fiesta de Navidad celebrada el pasado sábado, en fechas próximas a la llegada de San Nicolás, en el almacen de la asociación en A Coruña.
Además, Corredoira menciona la campaña de recogida de juguetes que sirvió para, en colaboración con Abanca y Afundación, remitir este viernes a Ucrania generadores eléctricos –servirán a un hospital de la ciudad de Kalush y un internado de menores con discapacidad a Belgorod-Dnistrian– productos de primera necesidad y más de 4.300 juguetes que llegarán para el Día de Reyes, cuando allá celebran la Navidad.
CENTRO DEL MONTE DO GOZO
Otro de los símbolos nacidos en Galicia a raíz de la invasión rusa del país es el Centro Europeo de Peregrinación Juan Pablo II, del Monte do Gozo, donde viven un total de 42 refugiados ucranianos, 15 de ellos niños.
En las últimas semanas, se han ocupado de decorar la que ya es su casa con luces, un árbol y diferentes adornos confeccionados por los pequeños. “Quedó todo muy bien y muy bonito”, asegura a Europa Press Roman Wcislo, párroco de origen polaco –curiosamente, de la región de Galitzia– y responsable de estas instalaciones.
Las familias acogidas en el centro Juan Pablo II ya celebraron el día 19 de diciembre la llegada de San Nicolás, del que se disfrazó uno de los ucranianos. Entonces, cada madre recibió una cantidad de dinero para que pudiese comprar regalos para sus hijos.
Posteriormente, se organizarán comidas y cenas por Año Nuevo y por la Navidad ortodoxa. “También queremos que aprendan las costumbres españolas”, explica el párroco. Por eso, el próximo 5 de enero, tanto los niños ucranianos alojados en el Monte do Gozo como otros 36 de la ciudad de Santiago que se les sumarán recibirán regalos e irán a ver la cabalgata de los Reyes Magos, que “para ellos es una novedad”.
Serán, en palabras de Roman Wcislo, unas navidades “agridulces”. “Se alegran porque aquí se sienten como en casa, acogidos, y para ellos eso es importante. Pero claro, sus maridos, sus padres, sus abuelos se quedaron allí… Entonces será una celebración alegre, pero también triste”, lamenta el sacerdote.
UNAS FIESTAS “COMPLICADAS”
Otra de las entidades que trabaja con la comunidad ucraniana es la Asociación Católica Española de Migrantes (Accem), que estima que atiende a unos 140 refugiados de este país de Europa del este: unos 60 en Vigo, 45 en Lugo y 36 en A Coruña.
La responsable de Accem en la provincia de Pontevedra, Ariadna Navarro, incide en que, igual que personas de otras nacionalidades que se encuentran en la misma situación, los ucranianos en Galicia pasan unas fiestas “complicadas”: “Porque estás en un sitio ajeno a tu realidad, ajeno a tu día a día y lejos de tu gente querida”.
“Van a pasar la Navidad como cualquier otra persona que la pasa lejos de su casa, lejos de parte de su familia y con la situación que llevan viviendo todos los meses anteriores. Hay gente que está con nosotros desde marzo o abril… Y ya son muchos meses y evidentemente el estado anímico va cambiando. Ni mejor, ni peor, simplemente va cambiando porque el tiempo va haciendo mella”, explica Navarro.
La responsable de Accem rechaza generalizar sobre cómo celebrarán las navidades los ucranianos. En primer lugar, porque atraviesan por situaciones diversas, desde personas que viven de manera totalmente autónoma en pisos propios o alquilados, pasando por las que están de acogida en casas gallegas, hasta las que están en albergues y sí podrán pasar las fiestas de manera colectiva.
En segundo lugar, porque no hay que olvidarse “del resto de personas de todas las nacionalidades que lo están pasando mal por situaciones de violencia o de persecución en sus países de origen y de los que se habla menos”. “No queremos hacer distinciones, están también en una situación vulnerable”, sentencia.
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