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Un estudio muestra que los médicos y sus familias siguen menos las normas sobre medicamentos

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MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

Los médicos y sus familiares son menos propensos que el resto de la población a seguir las normas sobre medicamentos, según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, Estados Unidos).

Esta investigación, publicada en la revista científica ‘American Economic Review’, se basa en más de una década de datos de toda la población sueca e incluye pruebas sobre por qué los médicos y sus familiares pueden ignorar los consejos médicos.

En conjunto, la investigación muestra que el resto de la población sigue las pautas generales de medicación el 54,4 por ciento de las veces, mientras que los médicos y sus familias se quedan 3,8 puntos porcentuales por detrás.

“Preocupa mucho que la gente no entienda las pautas, que sean demasiado complejas de seguir, que no confíe en sus médicos. Si ese fuera el caso, la mayor adherencia se observaría entre los pacientes que son médicos o sus parientes cercanos. Nos sorprendió descubrir lo contrario, que los médicos y sus parientes cercanos son menos propensos a seguir sus propias pautas de medicación”, ha comentado una de las responsables del estudio, Amy Finkelstein, profesora del Departamento de Economía del MIT.

Para llevar a cabo el estudio, los académicos examinaron datos administrativos suecos de 2005 a 2016, aplicados a 63 directrices sobre medicamentos con receta. Los datos permitieron a los investigadores determinar quién es médico; el estudio definió en gran medida a los parientes cercanos como parejas, padres e hijos. En total, la investigación incluyó a 5.887.471 personas a las que se aplicaba al menos una de las directrices sobre medicamentos. De estas personas, 149.399 eran médicos o familiares cercanos.

Gracias a la información sobre la compra de medicamentos con receta, las visitas al hospital y los diagnósticos, los investigadores pudieron comprobar si las personas cumplían las directrices de medicación examinando si las decisiones sobre los medicamentos con receta coincidían con las circunstancias médicas de estos pacientes. En el estudio, seis directrices se referían a los antibióticos; 20, al uso de medicamentos por parte de los ancianos; 20, a la medicación asociada a determinados diagnósticos; y 17, al uso de medicamentos durante el embarazo.

Algunas directrices recomendaban el uso de un medicamento concreto, como la preferencia de antibióticos de espectro estrecho para una infección; otras se referían a no tomar determinados medicamentos, como la recomendación de que las mujeres embarazadas evitaran los antidepresivos.

De las 63 directrices utilizadas en el estudio, los médicos y sus familias siguieron las normas con menos frecuencia en 41 casos, siendo la diferencia estadísticamente significativa en 20 ocasiones. Los médicos y sus familias siguieron las directrices con más frecuencia en 22 casos, siendo la diferencia estadísticamente significativa sólo en tres ocasiones.

“Lo que descubrimos, que es bastante sorprendente, es que los médicos se atienen menos por término medio a las directrices. Así que en este trabajo también intentamos averiguar qué hacen los expertos de forma diferente”, ha señalado otra de las autoras, Maria Polyakova.

RESOLVER EL MISTERIO

Los investigadores creen que la respuesta es que los médicos poseen “información superior sobre las directrices” para la prescripción de medicamentos, y luego despliegan esa información para sí mismos. En el estudio, la diferencia de adherencia a las directrices entre expertos y no expertos es mayor en el caso de los antibióticos: los médicos y sus familiares cumplen 5,2 puntos porcentuales menos que el resto.

La mayoría de las directrices en este campo recomiendan empezar con antibióticos de “espectro estrecho”, que son más selectivos, en lugar de antibióticos de “espectro más amplio”. Estos últimos pueden tener más probabilidades de erradicar una infección, pero su mayor uso también aumenta las probabilidades de que las bacterias desarrollen resistencia a estos valiosos medicamentos, lo que puede reducir la eficacia para otros pacientes. Por eso, en casos como una infección de las vías respiratorias, las directrices recomiendan utilizar primero un antibiótico más específico.

El problema, sin embargo, es que lo que es bueno para la sociedad a largo plazo (probar primero con fármacos más específicos) puede no funcionar bien para un paciente concreto. Por esta razón, los médicos podrían ser más propensos a recetarse antibióticos de mayor espectro a sí mismos y a sus familias.

“Desde el punto de vista de la salud pública, lo que hay que hacer es eliminar la infección con un antibiótico de espectro estrecho. Pero, obviamente, cualquier paciente querría acabar con esa infección lo antes posible. Se puede imaginar que la razón por la que los médicos son menos propensos a seguir las directrices que otros pacientes es porque… saben que existe esta brecha entre lo que es bueno para ellos como pacientes y lo que es bueno para la sociedad”, ha indicado Finkelstein.

Otro dato procede de los distintos tipos de medicamentos que se suelen evitar durante el embarazo. En el caso de los llamados fármacos de clase C, en los que las pruebas empíricas sobre los peligros de los medicamentos son ligeramente más débiles, los médicos y sus familias tienen una tasa de adherencia 2,3 puntos porcentuales inferior a la de otras personas (lo que significa, en este caso, que es más probable que tomen estos medicamentos durante el embarazo).

En el caso de los medicamentos denominados de clase D, con pruebas ligeramente más sólidas de efectos secundarios, esa caída es de sólo 1,2 puntos porcentuales. También en este caso, el conocimiento experto de los médicos puede estar influyendo en su actuación.

“Los resultados implican que probablemente lo que ocurre es que los expertos tienen una comprensión más matizada de cuál es el curso de acción correcto para ellos mismos, y cómo eso puede ser diferente de lo que sugieren las directrices”, ha añadido Polyakova.


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