MADRID, 04 (SERVIMEDIA)
Buena parte de los diputados de Unidas Podemos culpan a la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, de la crispación y los excesos verbales registrados las últimas dos semanas en el Hemiciclo, por adolecer, a su juicio, de “falta de autoridad”, pero ella estima “imposible” mantener el respeto parlamentario si no hay voluntad previa de autocontención por parte de los grupos.
Diversos parlamentarios del grupo confederal consultados por Servimedia expusieron dicha interpretación de los hechos acaecidos estos 10 días en el Congreso, desde que el jueves 24 la diputada de Vox Carla Toscano llamó a la ministra de Igualdad, Irene Montero, “libertadora de violadores” y le espetó que su único mérito es haber “estudiado en profundidad” a su pareja, el exvicepresidente del Gobierno y ex secretario general de Podemos Pablo Iglesias.
Presionada para poner coto a excesos como éste, Batet advirtió a los portavoces en la Junta del martes de que a partir de ahora iba a ser “más estricta” en la aplicación del Reglamento del Congreso a la hora de llamar la atención a los oradores que se propasen e incluso retirar sus expresiones del Diario de Sesiones.
En cumplimiento de tal propósito, Batet llamó al orden ese mismo día al diputado de Unidas Podemos Roberto Uriarte, por exigir la renovación del CGPJ en un debate sobre otro asunto relativo al Tribunal Constitucional, y al de Vox José María Sánchez por hablar de partidos “delincuentes”; a su vez, el vicepresidente primero de la Cámara, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, expulsó a la diputada de Vox Patricia Rueda por acusar al Gobierno de proteger a “filoterroristas”.
Sin embargo, Batet no llamó la atención al presidente de Vox, Santiago Abascal, cuando repitió la palabra al día siguiente en la sesión de control, ni a la de Ciudadanos, Inés Arrimadas, quien tachó directamente de “terroristas” a los dirigentes de EH Bildu.
En cambio, reconvino a la propia Montero al acusar al PP de promover la “cultura de la violación” mediante las campañas de consejos a mujeres lanzadas por gobiernos autonómicos ‘populares’. El jueves, Gómez de Celis avisó de que no permitiría adjetivos como “fascistas”, y entonces Unidas Podemos le recriminó que vetara conceptos políticos y sociológicos como estos dos.
Uno de los diputados del grupo confederal consultados recriminó a Batet que no haya “marcado el perímetro desde el principio, aclarado qué es lo que se puede decir y lo que no”, de forma que ahora hay una “sensación de injusticia, de equidistancia y de arbitrariedad”, porque a veces se permite decir “filoetarras” y otras no. Además, recordó que su predecesora del PP Ana Pastor era “más sargento” pero dejaba claros los límites y los aplicaba incluso al Grupo Popular. Otro diputado de UP interpretó que Batet “no se atrevió con Abascal” como sí hizo Gómez de Celis con una parlamentaria rasa y dijo que sólo le pedía “coherencia”.
Una tercera representante de Unidas Podemos llegó a calificar a Batet como una “muy mala presidenta”, coincidió en que “no tiene criterio” y en que “ha permitido demasiado durante mucho tiempo” a la derecha, desde abucheos a exabruptos, y la comparó con “un profesor al que los alumnos le han perdido el respeto” y ya no puede volver a hacerse acreedor al mismo.
INSULTOS Y TÉRMINOS TÉCNICOS
Un diputado de uno de los dos partidos que forman junto a Podemos el grupo confederal remarcó que “hay que poner un criterio, porque, si no, esto es un gallinero”. No obstante, puntualizó que “no es lo mismo un insulto que un término acuñado por Naciones Unidas”, como el de “cultura de la violación”, y recriminó a Vox que se ofenda por que se les llame fascistas cuando a él no le importa que le cataloguen como “de extrema izquierda”.
Por su parte, un miembro de la dirección del grupo parlamentario admitió que, “ante la duda, hay que dejar hablar”, en aras de un valor superior como es la libertad de expresión, pero apostó por poner un límite, no tanto en el insulto como en las alusiones personales o familiares, que, por ejemplo, fueron el núcleo de la arremetida de Toscano contra Montero.
Ninguno de los diputados consultados, pertenecientes a todos los partidos que componen Unidas Podemos, criticó a la ministra de Igualdad por acusar al PP de promover la “cultura de la violación”; al contrario, muchos de ellos afearon a Batet no defenderla de los abucheos o recordaron que aquél es un concepto acuñado por el feminismo desde los años 70, asumido en sociología e incorporado por Naciones Unidas aunque la presidenta no lo conociera. “Es como vetar la ley de la relatividad”, llegó a apostillar una parlamentaria, sea “más o menos oportuna” la expresión utilizada por Montero.
Ahora bien, otra admitió que “todo se puede decir de mejores formas” y que “los exabruptos no favorecen el debate”, y un compañero, aun compartiendo la crítica a las campañas de comunidades del PP, asumió que el comentario “puede ser ofensivo si no se da el contexto” de lo que significa y cuestionó la conveniencia táctica de haber pasado de “víctima” del insulto de Toscano a “agresora”.
Una tercera diputada sopesó que todo forme parte de una campaña para lanzar a Montero como candidata a la Presidencia del Gobierno si Podemos rompe con la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz. “Prevén todos los escenarios”, conjeturó, ante la división abierta entre el principal partido de la izquierda y la candidata que en principio designó Iglesias para todo el espacio.
En el otro lado, fuentes cercanas a la presidenta del Congreso defendieron la labor de Batet apuntando que para pacificar el ambiente en la Cámara es imprescindible una “voluntad previa de los diputados”, porque, si éstos no se autocontienen verbalmente, no hay nada que se pueda hacer desde la Presidencia.
Según tales fuentes, los objetivos de Batet son dos, “preservar la institución y fomentar el debate”, y, en el momento en que cualquier orador profiere un insulto o un exabrupto, ya se ha quebrantado la dignidad de la Cámara y, por la reacción airada de los aludidos, también se ha impedido el debate. Por tanto, apuntan, ya daría igual que ella interrumpa y llame al orden al diputado que habla o que se retiren sus palabras del Diario de Sesiones, porque “el mal ya está hecho”.
Desde el entorno de Batet defienden, además, en relación a las objeciones de Unidas Podemos, que ella debe generalizar sus observaciones y peticiones de respeto y referirse a todos los grupos parlamentarios, porque debe emplear el mismo criterio para todos, y pusieron de manifiesto que tanto desde UP como desde Vox se le ha reprochado una supuesta doble vara de medir. Ella, deslizan las fuentes mencionadas, no tiene dudas de que la crispación no se debe a calentones puntuales sino a una estrategia preconcebida, y a la vez es consciente de que no la practican todos los grupos parlamentarios, pero, puntualizan, tampoco lo hace solamente Vox.
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