SANTA CRUZ DE TENERIFE, 24 (EUROPA PRESS)
Cáritas Diocesana de Canarias ha constatado el significativo aumento del 54% de mujeres muy jóvenes, de entre 19 y 24 años y muchas de origen canario, que son prostituidas y muchas veces captadas a través de sus perfiles personales de redes sociales.
La organización señala que a través de sus perfiles digitales les proponen planes atractivos con los que tratan de captarlas para demandantes de alto poder adquisitivo, un sistema que es “especialmente eficaz” en las jóvenes que carecen de una red de protección.
Para Cáritas Diocesana de Canarias, la falta de red de protección genera vulnerabilidad en las mujeres por la ausencia de apoyo emocional que prevenga situaciones de exposición a la explotación sexual, especialmente en las mujeres más jóvenes.
Además supone un “desamparo” en caso de necesidad económica como en el caso de jóvenes recién salidas de centros de menores, con una situación familiar desestructurada y el desamparo institucional una vez cumplen la mayoría de edad, recoge una nota de Cáritas.
Cáritas también ha constatado un recrudecimiento de la violencia contra las mujeres en contexto de prostitución, una violencia que va más allá del ámbito concreto de la prostitución y que se traslada también a otras esferas donde las mujeres viven situaciones de violencia soterrada.
El uso de la violencia de los proxenetas y personas implicadas en la red de explotación sexual difiere en función de los medios de coacción.
Desde el sistema de deuda que ata a las mujeres al sistema prostitucional, hasta el uso del ‘juju1’ (en el caso de las mujeres nigerianas) con el fin de someterlas bajo la amenaza de morir ellas o sus familiares si incumplen el pago de la deuda supuestamente derivada de los gastos del viaje y el pago a los proxenetas que suele ser en torno a 50.000 euros para las mujeres nigerianas.
Asimismo se da una vulneración del derecho a la vivienda cuando viven bajo un sistema de plazas que las obliga a alojarse en los mismos lugares donde son explotadas sexualmente, sometiéndose muchas veces a las condiciones impuestas en estos lugares para no quedar en situación de calle y estando en constante movilidad geográfica.
“Esto no les permite generar arraigo en un hogar ni poder empadronarse”, señala Cáritas, que incide en los problemas para intentar alquilar una vivienda por el estigma de ejercer la prostitución o por los numerosos requisitos que les exigen.
“MEDICADAS O ANESTESIADAS EMOCIONALMENTE”
La violencia también afecta al derecho a la salud y especialmente en la salud mental, que se ve profundamente afectada, con depresión y trastorno de estrés post-traumático hasta el punto de que muchas se encuentran “medicadas o anestesiadas emocionalmente” para poder seguir asumiendo esta situación.
Cáritas advierte también de que a raíz del confinamiento se ha generalizado el uso de webcams para la exposición de las mujeres a prácticas sexuales.
El perfil más general de la prostitución atiende a mujeres extranjeras en situación administrativa irregular, procedentes principalmente de países extracomunitarios como Colombia, Venezuela y Nigeria mientras que desde Europa provienen de Rumanía.
Ante esta violencia generalizada Cáritas denuncia también quela sociedad civil actúa “con indiferencia” y, a nivel institucional, la violencia se muestra en la negación de derechos y en un trato desigual y discriminatorio.
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