MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
El cansancio derivado de la pandemia de la covid-19, que hizo que a muchas personas les resultara difícil cumplir con las restricciones oficiales de movilidad a medida que se expandía el coronavirus, condujo a un descontento político generalizado y a un incremento de las teorías conspirativas en las democracias occidentales de Europa y Estados Unidos.
Esa es la conclusión de un estudio realizado por cinco investigadores de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.
“Investigaciones anteriores han encontrado que pequeños grupos de personas se han radicalizado y que la fatiga pandémica ha demostrado ser un desafío para la salud, pero nuestro nuevo estudio muestra que afrontamos desafíos que van mucho más allá del dominio de la salud o la radicalización de algunos grupos”, indica Michael Bang Petersen, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Aarhus y uno de los investigadores del trabajo.
Por ejemplo, amplios segmentos del público apoyan las protestas contra las políticas del Gobierno, están preocupados por sus propios derechos democráticos o creen que el Gobierno oculta información importante al público sobre el coronavirus. Ese descontento político está estrechamente relacionado con la sensación de cansancio pandémico.
“Según nuestro método de investigación, podemos estar bastante seguros de que no solo existe una correlación entre la fatiga pandémica y el descontento político. Más bien, la fatiga es una causa directa del descontento político”, precisa Frederik Jorgensen, profesor asistente de ciencias políticas en la Universidad de Aarhus y autor principal del estudio.
Durante la pandemia, tanto investigadores como autoridades han discutido el concepto de fatiga pandémica y si existe en las poblaciones. Un ejemplo fue el hecho de que el Gobierno británico recibiera críticas por retrasar su confinamiento durante la primera ola de la pandemia basándose en el argumento de que las restricciones podrían generar cansancio.
“Nuestros resultados son importantes en este debate porque demuestran que los ciudadanos experimentan fatiga durante este tipo de crisis, en las que el gobierno impone medidas estrictas, pero a menudo necesarias a sus ciudadanos. Y resulta que la soledad durante la pandemia en particular sirvió para inducir fatiga”, dice indica Jorgensen.
DATOS EN VARIOS PAÍSES
Los investigadores recopilaron datos en Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Hungría, Italia, Suecia, y Reino Unido. Las encuestas se realizaron de forma regular en 2020 y 2021, mientras que las curvas epidémicas y las restricciones en cada país aumentaron y disminuyeron a diferentes ritmos, de manera que algunos estaban más afectados por la pandemia de covid-19 que otros.
Pero hay un patrón claro a través de las fronteras nacionales: la fatiga aumenta a medida que pasa el tiempo cuando sube el rigor de las restricciones y cuando disminuye el número de muertes.
Según los investigadores, esto último es importante en términos de adopción de políticas adecuadas. Cuando los recuentos de muertes son altos, los ciudadanos tienen niveles más bajos de fatiga.
“Los ciudadanos pueden mantenerse al día con las restricciones cuando son necesarias. Esto significa que puede haber una base sólida para endurecer y relajar las restricciones según sea necesario, en lugar de mantenerlas en un nivel constante, como lo hicieron Alemania y otros países. Al endurecer y relajar las restricciones, las autoridades parecen poder minimizar la fatiga pandémica y evitar que se mantenga, y así evitar que el descontento político aumente aún más”, comenta Michael Bang Petersen, de la Universidad de Aarhus.
Petersen señala que varias democracias occidentales estaban tensas por la polarización y la desestabilización incluso antes de la pandemia de la covid-19, y que el mundo se enfrenta a una serie de otras crisis que podrían echar leña al fuego. Por ejemplo, la crisis climática y la actual crisis energética.
“Los ciudadanos pueden sentirse fatigados y dirigir sus frustraciones hacia las autoridades también en estas crisis. La fatiga durante una crisis es algo que las autoridades deberían tomar muy en serio y tomar medidas activas para evitarlo. Uno de esos pasos podría ser una comunicación abierta que explique por qué es necesario actuar”, concluye Petersen.
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