MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv (Israel) ha calculado que el ejercicio aeróbico puede reducir el riesgo de cáncer metastásico en un 72 por ciento.
Según los investigadores, cuyo trabajo se ha publicado en la revista científica ‘Cancer Research ‘, el ejercicio aeróbico de intensidad aumenta el consumo de glucosa (azúcar) de los órganos internos, reduciendo así la disponibilidad de energía para el tumor.
Estudios anteriores han demostrado que el ejercicio físico reduce el riesgo de algunos tipos de cáncer hasta un 35 por ciento. Este efecto positivo se asemeja al impacto del ejercicio en otras afecciones, como las enfermedades cardíacas y la diabetes.
En este estudio, los investigadores añadieron una nueva perspectiva, demostrando que el ejercicio aeróbico de alta intensidad, que obtiene su energía del azúcar, puede reducir el riesgo de cáncer metastásico hasta en un 72 por ciento.
“Si hasta ahora el mensaje general al público ha sido ‘sé activo, sé sano’, ahora podemos explicar cómo la actividad aeróbica puede maximizar la prevención de los tipos de cáncer más agresivos y metastásicos”, han resaltado los autores.
El estudio combinó modelos de laboratorio entrenados bajo un estricto régimen de ejercicio, con datos de voluntarios humanos sanos examinados antes y después de correr. Los datos de los humanos, obtenidos de un estudio epidemiológico que hizo un seguimiento de 3.000 individuos durante unos 20 años, indicaron un 72 por ciento menos de cáncer metastásico en los participantes que declararon realizar una actividad aeróbica regular de alta intensidad, en comparación con los que no realizaban ejercicio físico.
El modelo animal mostró un resultado similar, lo que permitió a los investigadores identificar su mecanismo subyacente. Descubrieron que la actividad aeróbica reducía significativamente el desarrollo de tumores metastásicos en los ganglios linfáticos, los pulmones y el hígado de los modelos de laboratorio.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que, tanto en los seres humanos como en los animales modelo, este resultado favorable está relacionado con la mayor tasa de consumo de glucosa inducida por el ejercicio.
“Examinando las células de estos órganos, descubrimos un aumento del número de receptores de glucosa durante la actividad aeróbica de alta intensidad, lo que aumenta el consumo de glucosa y convierte a los órganos en eficaces máquinas de consumo de energía, muy parecidas a los músculos. Suponemos que esto ocurre porque los órganos deben competir por los recursos de azúcar con los músculos, conocidos por quemar grandes cantidades de glucosa durante el ejercicio físico. En consecuencia, si el cáncer se desarrolla, la feroz competencia por la glucosa reduce la disponibilidad de energía que es fundamental para la metástasis”, ha comentado Carmit Levy, una de las responsables de la investigación.
Además, la experta apunta que “cuando una persona hace ejercicio con regularidad, esta condición se vuelve permanente: los tejidos de los órganos internos cambian y se vuelven similares al tejido muscular”.
“Todos sabemos que el deporte y el ejercicio físico son buenos para nuestra salud. Nuestro estudio, al examinar los órganos internos, descubrió que el ejercicio cambia todo el cuerpo, de modo que el cáncer no puede extenderse, y el tumor primario también reduce su tamaño”, ha añadido al respecto.
“Nuestros resultados indican que, a diferencia del ejercicio para quemar grasa, que es relativamente moderado, es una actividad aeróbica de alta intensidad la que ayuda a la prevención del cáncer. Si el intervalo de intensidad óptimo para quemar grasa es del 65-70 por ciento de la frecuencia de pulso máxima, la quema de azúcar requiere un 80-85 por ciento, aunque sólo sea durante intervalos breves”, ha agregado otro de los autores, Yftach Gepner.
Por ejemplo, instan a realizar un sprint de un minuto seguido de una caminata y luego otro sprint. “En el pasado, este tipo de intervalos eran típicos de los regímenes de entrenamiento de los atletas, pero hoy en día también los vemos en otras rutinas de ejercicio, como la rehabilitación cardíaca y pulmonar. Nuestros resultados sugieren que los individuos sanos también deberían incluir componentes de alta intensidad en sus programas de fitness”, han finalizado.
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