MADRID, 18 (EUROPA PRESS)
La cronodisrupción (una alteración del considerado ritmo circadiano normal) afecta el metabolismo del tejido adiposo y modifica la secreción de hormonas relacionadas con el balance energético, lo que termina por provocar un aumento de peso, según han advertido los expertos reunidos en el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), que ha revisado el impacto de la cronobiología en la composición corporal y en el riesgo de desarrollar enfermedades como la obesidad o la diabetes.
El metabolismo tiene un ritmo circadiano, donde la ingesta, el gasto energético, la utilización de la glucosa, la secreción de insulina y la sensibilidad a la misma están sujetos a cambios relacionados con el día y la noche (ciclo de sueño-vigilia). En las últimas décadas, se ha descrito la asociación entre alteraciones en el ritmo circadiano derivadas del estilo de vida (trabajos y comidas de horario nocturno) y enfermedades tan prevalentes como la diabetes tipo 2 y la obesidad.
En modelos animales y en células humanas, como explica la doctora Carolina López Cano, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitari Arnau de Vilanova (Lleida), se ha demostrado que “la función alterada de los genes reloj puede dar como resultado alteraciones del metabolismo hidrocarbonado, adipogénesis, obesidad, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia e hiperleptinemia, debido a cambios en el ritmo de alimentación diurno y cambios en el gasto energético”.
APLICACIÓN EN INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS
Pero estos hallazgos también tienen una traducción positiva. Como asegura la doctora López Cano, “es creciente la investigación clínica que demuestra la relevancia de la cronobiología en las intervenciones terapéuticas de la obesidad”; de hecho, según opina, “la cronobiología y las disrupciones de la misma van a corroborar la importancia de un hábito de vida bien ‘sincronizado’ para ofrecer mejoras en el tratamiento de la obesidad”.
Entre otros hallazgos, se ha puesto de relieve el impacto de las variaciones estacionales que condicionan cambios en variables metabólicas y en la pérdida ponderal de pacientes tras someterse a una círugía bariátrica. Igualmente, se ha confirmado que se puede obtener un mayor beneficio de la actividad física en los parámetros relacionados con el metabolismo de los hidratos de carbono cuando ésta se realiza en horario vespertino.
En general, se aconseja tener en consideración la posible alteración en el ritmo circadiano de las personas con obesidad, como abordaje inicial y tratando de buscar los determinantes psico-sociales que influyen en estos ritmos. “En cada individuo, el determinante será diferente, pero un punto importante es intentar preservar los tiempos de ingestas, la actividad física y un tiempo de sueño de al menos 6 horas”, apunta la especialista del Hospital Universitari Arnau de Vilanova, quien asegura que “la caracterización genética y la identificación de los desincronizadores ambientales nos permitirán revertir la cronodisrupción y mejorar el tratamiento de la obesidad”. DIABESIDAD Y SARCOPENIA
En la misma sesión científica de este Congreso, se ha profundizado en la obesidad sarcopénica, que se produce cuando coinciden el aumento de masa grasa que corresponde a la obesidad con una baja masa y función muscular; y si, además, coexiste una baja masa ósea aparece la obesidad osteosarcopénica.
“En ocasiones, la pérdida de peso no adecuadamente controlada en personas con obesidad supone pérdida de masa muscular y, por tanto, se produce obesidad sarcopénica”, afirma la doctora María D. Ballesteros-Pomar, responsable Unidad de Nutrición Clínica y Dietética, Endocrinología y Nutrición del Complejo Asistencial Universitario de León, quien subraya que “en las personas con obesidad no nos debemos quedar solo en los kilos, sino que es importante conocer su composición corporal y su función muscular”.
En un reciente estudio de su grupo de investigación se estimaba que un 22,6 por ciento de las personas con obesidad tienen criterios diagnósticos de obesidad sarcopénica y un 6,5 por ciento presentan criterios de obesidad osteosarcopénica. En estas personas, la prevalencia de diabetes fue de 36 por ciento si solo tenían obesidad y de 50 por ciento si, además, registraban una obesidad sarcopénica.
En base a esta realidad, la especialista del Complejo Asistencial Universitario de León aconseja, en primer lugar, seguir las medidas habituales de prevención tanto de la obesidad como de la sarcopenia. Pero, además, insiste en que “se debe planificar bien el tratamiento dietético (con una adecuada cantidad de proteínas y otros nutrientes), así como promover el ejercicio físico, durante la pérdida de peso”.
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