Merino llamó a una supuesta nueva línea de Baranda un día “antes” de recibir información de él, y todo quedó en los repetidores de Castro
SANTANDER, 15 (EUROPA PRESS)
La tarjeta SIM de la acusada de decapitar a su pareja en Castro Urdiales, Carmen Merino, se introdujo en uno de los teléfonos en los que la víctima, Jesús María Baranda, recibía llamadas y mensajes y supuestamente también los enviaba tras desaparecer, en febrero de 2019.
En concreto, dicha tarjeta -que almacena en un chip el número y claves de acceso de un usuario- estuvo dentro del terminal móvil el 9 de abril, día en que un primo del fallecido interpuso la denuncia por desaparición (su cráneo fue hallado en septiembre en un paquete que la sospechosa habría entregado meses antes a una amiga para que se lo guardase, alegando que contenía juguetes sexuales).
Los estudios telefónicos y de movimientos bancarios han centrado este martes una nueva sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial de Cantabria contra Merino, que se enfrenta a 25 años de cárcel que pide el fiscal por asesinato (los hijos del fallecido reclaman prisión permanente revisable y la defensa la libre absolución).
Los expertos encargados de los informes de telefonía han concluido que las tres líneas cuyo uso se atribuye a Baranda “en ningún momento salieron” del casco urbano de la localidad si se atiende a la información de los repetidores que recogieron el tráfico de datos, llamadas y mensajes de los terminales, ya que “la mayoría” de las antenas receptoras se sitúa además en el “entorno” del domicilio de la pareja, en la calle Padre Basabe.
Y también han apuntado, sobre una supuesta conversación entre ambos ya en marzo -el día 30-, que los terminales de los que salieron el mensaje que presuntamente envió él y la respuesta que mandó ella estaban “emparejados”, es decir, juntos y conectados a una red wifi doméstica, aunque no ha sido “identificada”. Asimismo, han destacado que la mujer llamó a esa línea un día “antes” de recibir el mensaje en cuestión y, por tanto, de tener conocimiento de la misma.
Por su parte, los peritos que analizaron las cuentas del banco han indicado que la procesada -natural de Sevilla y de 64 años- realizó entre marzo y septiembre un total de 26 extracciones por importe de 600 euros -lo que hace una suma de 15.600- con una tarjeta del fallecido, banquero vasco jubilado de 67 años cuando desapareció.
Además, figuran dos intentos de sacar dinero en cajero automático con una tarjeta de crédito del finado, ambos fallidos: uno por exceso del importe que se puede obtener en estos terminales y otro por introducción de un PIN incorrecto.
Y en la que él usaba habitualmente, los movimientos tras su desaparición no siguieron “el mismo patrón” que los registrados hasta entonces, ya que pasaron de extracciones de entre 140 y 300 euros a periódicas de 600 (desconociéndose en todo caso el destino de estas últimas cantidades).
En esta prueba técnica policial también se ha puesto de manifiesto que la enjuiciada abrió a mediados de enero -un mes antes de la fecha en que la investigación sitúa la desaparición y muerte de su compañero- una cuenta en otra entidad bancaria, en la que ingresaba su pensión (700 euros por viudedad y por ser víctima de violencia de género de su primer marido) y realizaba compras.
MOTOSIERRA, WHISKY, PRODUCTOS DE LIMPIEZA Y COMPRAS COMPULSIVAS
En concreto, con su tarjeta adquirió una batería móvil en una tienda de telefonía de Castro, y con otra de su hasta entonces pareja -y en la que ella estaba autorizada- hizo, entre febrero y septiembre, un total de 81 compras por importe de 3.328 euros, que los efectivos califican como “impulsivas”.
También atribuyen a la sospechosa la adquisición, de nuevo con la tarjeta de la víctima, de una sierra caladora, un martillo y un alargador en una ferretería de la localidad el 16 de febrero (aunque en las pesquisas practicadas tras el hallazgo del cráneo el empleado no recordaba si fue ella al establecimiento).
En torno a mediados de febrero los peritos adjudican además a Merino un pedido en una página de Internet (una motosierra, que recibió ella, de 3,9 kilos de peso y 30 centímetros de largo la hoja, que “se puede manejar con una mano”, han apostillado).
Igualmente, le asignan la compra, con su propia tarjeta y en un supermercado, de una botella diaria de whisky durante tres jornadas de ese mes y productos de limpieza -como lejía, amoniaco, guantes o quitamanchas-, artículos que adquirió de nuevo en marzo y abril.
De su lado, los peritos que analizaron la geolocalización de los teléfonos de la acusada y la víctima -su móvil habitual y otras dos líneas cuyo uso se le atribuye- han explicado que los de Baranda “en ningún momento salieron” del casco urbano de Castro Urdiales si se atiende a los repetidores que recogieron el tráfico en estos terminales, pues “la mayoría” de ellos se ubican incluso en el “entorno” del domicilio de la pareja (próximo a su vez al de a amiga que descubrió la cabeza).
Ahora bien, estos expertos han admitido a preguntas de la defensa que ante una llamada, mensaje o uso de datos la compañía en cuestión puede “redireccionar” el dispositivo a otras antenas por motivos de “saturación” del tráfico telefónico en ese momento, con lo que no tiene por qué dar señal el repetidor “más cercano”.
Asimismo, a cuestiones de esta parte han indicado que la cobertura que ofrecen las antenas puede abarcar de unos metros a varios kilómetros, en función del entorno (rural, urbano, etcétera), número de repetirores o actividad, por ejemplo.
LA ACTIVIDAD EN EL MÓVIL HABITUAL DE BARANDA CESÓ EL 12 DE FEBRERO
De su informe se desprende que a mediados de febrero cesaron las comunicaciones en el dispositivo habitual de Baranda, a partir de lo cual solo quedaron registradas llamadas entrantes y redireccionadas al buzón de voz.
En concreto, al última se produjo el día 12 a las 16.05 horas y duró 304 segundos (hasta las 16.10 horas). Ese mismo día tuvo lugar también, desde las 14.34 a las 14.36 horas, la última llamada de Merino a su novio, de 93 segundos de duración.
La segunda línea que supuestamente usó el hombre tras su desaparición registró llamadas entrantes (igualmente redireccionadas al buzón de voz) y solo dos de salida, el 8 de marzo, pero de cero y cinco segundos de duración, por lo que los expertos entienden que no hubo conversación alguna.
A partir de mediados de abril suponen que, tras un tiempo en el que no se usa, el número fue reasignado a otro usuario distinto, ya que los primeros nuevos mensajes serían “posiblemente” de la compañía telefónica y al reflejarse también la actividad en repetidores de otras ciudades (como Madrid o Barcelona).
Y la tercera línea atribuida a Baranda también tuvo únicamente comunicaciones entrantes, que fueron de nuevo al buzón de voz. Se dio de alta el 28 de marzo y el móvil de Merino realizó una llamada a ese número el día 29, es decir, uno “antes” de que él supuestamente le enviara un mensaje de texto explicando las razones de su presunto viaje. Se dio de baja el 4 de abril, cinco días antes de denunciarse la desaparición.
Por último, sobre la misma, y a preguntas del letrado defensor, los peritos han indicado que la compañía telefónica les facilitó el nombre del titular, al que no se tomó declaración, y que según las cuestiones formuladas por esta parte habría facilitado un número de pasaporte falso, pero coincidente con el de un vecino de Castro, extremos que no comprobaron los agentes policiales.
La vista oral continuará el miércoles con las periciales de la defensa: toxicológica (sobre diazepam) y biológica y morfológica (de pelos).
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