Biden asegura que el país se juega sus libertades en las urnas pero la subida de la inflación pone la victoria en bandeja a los republicanos
MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
Estados Unidos vota este martes unas elecciones legislativas en un ambiente de crispación política, dificultades económicas y enfrentamientos sobre las libertades individuales; comicios que decidirán la composición del Congreso durante los dos últimos años de este mandato de Joe Biden, el futuro margen de maniobra de su administración y, ya entre líneas, se convertirán en un referéndum sobre la figura del mandatario y sus primeros 24 meses en el cargo.
La inflación ha dominado gran parte del debate previo de campaña y se ha convertido en el gran instrumento de los republicanos para crecer en unas encuestas donde son, como mínimo, favoritos a arrebatar el control del Partido Demócrata sobre la Cámara de Representantes, la cámara baja del Congreso, donde están en juego sus 435 escaños.
La batalla por el Senado, donde este martes se deciden 35 escaños, una tercera parte del total del hemiciclo, se antoja más favorable a los demócratas pero tampoco se puede decir que tengan la victoria en la mano, porque ambos partidos están a dos escaños de obtener la mayoría de la cámara, según estimaciones de la CNN. Los republicanos no están descartados en absoluto para obtener una victoria total en el Legislativo norteamericano.
A ello hay que añadir el profundo carácter local de unos comicios donde también se decidirán gobernadores y secretarios estatales, así como votaciones adicionales respecto a cuestiones tan importantes en los últimos meses como el derecho al aborto o las libertades de voto.
INFLACIÓN Y ABORTO
La inflación en Estados Unidos se acerca a máximos nunca vistos en 40 años y un 77 por ciento de los estadounidenses considera que es un tema primordial a la hora de decidir su voto, según la última encuesta publicada este domingo por ABC News/’The Washington Post’.
El partido Republicano, según este sondeo, aventaja en doce puntos o más a los demócratas en los índices de confianza a la hora de gestionar la situación económica en Estados Unidos.
Sin embargo, los demócratas responden con una ventaja significativa en la confianza de la población para un tema tan delicado como el aborto. En la encuesta, un 66 por ciento de estadounidenses considera que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos, el porcentaje más alto el más alto en las encuestas de ABC/Post desde 1995.
Se trata, además, de una subida de 8 puntos desde abril, dos meses antes de que la mayoría conservadora del Tribunal Supremo eliminara el derecho constitucional a la interrupción voluntaria del embarazo.
Estos temas terminaron de conjugarse en los últimos coletazos de campaña el pasado sábado, en los que Joe Biden pidió el voto para “proteger la democracia” mientras que el expresidente estadounidense y todavía gran figura del Partido Republicano, Donald Trump — quien amaga con volver a presentarse a la Casa Blanca en 2024 — acabó clamando por una “ola gigante republicana” para “salvar el sueño americano”.
A pesar de medidas tan aplaudidas como las que han facilitado el descenso del paro (un 3,7 por ciento en octubre, próximo a mínimos nunca vistos en décadas) o la condonación parcial de la deuda universitaria, Biden llega a estos comicios con un índice de aprobación del 38 por ciento, según una encuesta publicada a finales de octubre por Pew Research, idéntica a la calificación de aprobación de Donald Trump en un punto similar de su presidencia.
La aprobación de Biden es más baja que la de otros presidentes recientes en el período previo a su primera elección legislativa, como Ronald Reagan (42 por ciento) y Bill Clinton (41 por ciento) o Barack Obama (46 por ciento). Esos tres presidentes, como Biden, perdieron terreno durante sus primeros dos años en el cargo.
TENSIÓN, DESINFORMACIÓN Y VIOLENCIA
El dominio de Trump en el Partido Republicano, impermeable a las acusaciones de instigar el asalto al Capitolio en enero de 2021 o a la investigación abierta por el FBI, redada incluida a su mansión de Mar-a-Lago, sobre la posible apropiación de documentos clasificados, son un ejemplo más que ponen los expertos sobre la crispación política que sigue dominando el país.
Esta tensión se tradujo a finales del mes pasado en el ataque contra el marido de la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, agredido en su domicilio por el extremista David DePape, conocido por rechazar el resultado de las presidenciales de 2020 que dieron la victoria a Biden, detonante del asalto del año pasado al Congreso.
Este ataque terminó de concretar la advertencia formulada a mediados de octubre por el grupo de expertos Soufan Group, que alertaba en un informe sobre la posibilidad de un nuevo estallido de violencia política durante las elecciones legislativas mientras el Southern Poverty Law Center (SPLC) volvía a poner de manifiesto en un estudio las conexiones entre los radicales del Partido Republicano, los movimientos extremistas y plataformas de desinformación.
Merced a artículos falsos publicados en tabloides como el ‘Santa Monica Observer’ o ‘The Gateway Pundit’, que vinculaban incluso a Paul Pelosi con su agresor sin prueba alguna, sumados a declaraciones de extremistas republicanos como la congresista Marjorie Taylor-Green, que responsabilizó indirectamente a Biden del ataque al criticar su incapacidad para controlar la violencia en las ciudades, el discurso en torno al ataque acabó completamente enmarañado.
“Para cuando terminó la semana del ataque, casi nadie en la derecha estadounidense, ya fuera un extremista abierto o un comentarista conservador ostensiblemente respetable, reconocía que el ataque fue un acto de violencia política”, según las conclusiones del SPLC.
Poco o nada ha cambiado el ambiente político y el “hiperpartidismo” desde la llegada de Biden al poder, y cada acontecimiento no hace sino exacerbar esta fricción, ya sean las decisiones del conservador Tribunal Supremo contra el aborto, la lucha contra la pandemia, la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania, los procesos judiciales contra los participantes en la insurrección en el Capitolio, los ataques con armas de fuego contra los colegios del país o la investigación contra el expresidente Trump.
Según una encuesta de ‘The New York Times’, el 68 por ciento de los aspirantes a ocupar un lugar en el Congreso o en los gobiernos locales cree que hubo irregularidades en esas presidenciales, mientras Trump ha comenzado en muchos sentidos a presentar sus aspiraciones en estas elecciones de mitad de mandato.
De hecho, fuentes del portal Axios, próximas al exmandatario, creen que podría anunciar el 14 de noviembre, como muy pronto, su nueva apuesta a la Casa Blanca, menos de una semana después del final de los comicios.
Sumando todas estas circunstancias, más la amplificación que proporcionan las redes sociales a las narrativas mencionadas, el grupo Soufan traslada la “preocupación” sobre la posibilidad de que Estados Unidos acabe siendo presa de una “profecía que se cumpla a sí misma”; una en la que las “predicciones más graves acaben cumpliéndose”, con el efecto inmediato de un aumento de la violencia “antes, durante y después de los comicios”.
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