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Una escuela de FP en Mozambique, liderada por un cura asturiano, prepara a los jóvenes “constructores del nuevo país”

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NACALA (MOZAMBIQUE), 30 (de la enviada especial de EUROPA PRESS, Eva Rodríguez)

“Nacuxa produce técnicos medios que van a desplegarse por todo el país, que quieren ser constructores del nuevo país”. Así habla con orgullo el Padre José Eugenio, un sacerdote asturiano de la orden de San Vicente de Paul que llegó a Mozambique hace 22 años por una situación de emergencia y que ha acabado desarrollando una de las escuelas de Formación Profesional (FP) más importante del país.

Se trata del Instituto Politécnico ‘Mártir Cipriano’ en Nacuxa, un centro que comenzó como una escuela básica agraria y que ahora forma a miles de jóvenes mozambiqueños para ser técnicos agropecuarios, en contabilidad, en informática, en procesamiento de alimentos, construcción civil o en hostelería y turismo, entre otras materias.

El Padre José Eugenio ha creado este centro en un terreno abandonado por una comunidad de monjas combonianas que cuenta con más de 150 hectáreas. Ahora, esa parcela está ocupada por numerosas aulas, varias residencias para los estudiantes, comedor, biblioteca y zonas de ocio, así como un amplio espacio en el que los futuros técnicos agrarios y agropecuarios pueden hacer práctica.

Quien visite Nacuxa se va a encontrar a alumnos sumergidos hasta el cuello en una piscina recolectando huevos de un pez llamado tilapia. Se trata de un trabajo para clase que continúa con la incubación de estos y con una transición de sexo para convertir a las hembras en machos y obtener peces de mayor tamaño.

A pocos metros, otros jóvenes se dedican a cultivar Couve, un vegetal que se consume mucho en el país africano, similar a la acelga. Al lado, plantaciones de patata dulce, tomate o berenjena. Cuando un cultivo acaba, la tierra se vuelve a utilizar para plantar una nueva especie adecuada a la época del año.

DAN DE COMER A SUS COMPAÑEROS Y A UNA COMARCA

Todos ellos se están formando, pero también están alimentado a una de las mayores ciudades del norte de Mozambique, Nacala. Todo lo que se recoge en esas 150 hectáreas –toneladas de patata dulce y berenjena o las propias tilapias, por ejemplo– dan de comer a los alumnos y personal del centro, pero también a gran parte de la población de la zona.

“Damos una oferta educativa de calidad y humanismo cristiano en cuanto a valores”, ha explicado el sacerdote. A pesar de ello, su alumnado es un 50% musulmán. Y es que, según ha indicado, en sus instalaciones “no hay discriminación” porque “cada uno tiene su espacio para que rece conforme al credo de la iglesia a la que pertenece”. “Juntos nos sentimos que vivimos al lado del mismo Dios”, ha expresado.

Estos jóvenes llegan de ciudades y pueblos cercanos, pero también de otras partes del país conocedores del futuro que les espera si forman parte de Nacuxa. Tal y como ha señalado el Padre José Eugenio, Mozambique “necesita profesionales de nivel medio que quieren ser competentes” pero que no pueden acceder a la formación superior. En la actualidad, según subraya, el país contrata a estos técnicos en el extranjero, por lo que “son caros”. Además, según ha indicado, “no suelen adaptarse al país” y el dinero “acaba yéndose fuera”.

EJEMPLOS DE ÉXITO

Toda esta iniciativa está destinada a preparar a los mozambiqueños del futuro para el empleo y durante su formación también deben hacer prácticas en diferentes empresas. Sin embargo, algunos de los graduados regresan a la propia escuela para convertirse en orientadores y formadores de los nuevos alumnos. Son algunos ejemplos del éxito en Nacuxa.

Es el caso de Ali, un joven que se formó como alumno en el centro del Padre José Eugenio y que ahora, según detalla, ha vuelto para que los jóvenes que estudian ahora vean en él “un referente”. “Que yo que he pasado por estas aulas, ahora tengo una formación y un futuro. Quiero que me consideren una inspiración”, ha relatado.

Este éxito también tiene que ver con el profesorado elegido por el responsable de la escuela y con el “apoyo externo” que llega al centro a través de la cooperación y que permite “mejorar las infraestructuras, el equipamiento o la manutención del espacio”.

En este sentido, el Padre ha hecho especial hincapié en la aportación de Manos Unidas, donante, por ejemplo, de la incubadora donde los estudiantes de agropecuaria tratan los huevos de la tilapia. También ha colaborado con la escuela secundaria que se encuentra en el complejo, así como en la mejora del internado o la reposición de los tejados dañados tras el último ciclón que sufrió la zona.

EL FUTURO

Estas ayudas permiten al Padre José Eugenio también mirar hacia adelante. El Gobierno ha pedido al sacerdote convertir Nacuxa en centro de referencia en materia de procesado de alimentos y las instalaciones ya se están preparando para ello. Los alumnos podrán así “completar la cadena de valor” de los alimentos y no solo cultivarlos, sino también conocer su tratamiento y conservación.

El Ejecutivo del país también ha planteado al asturiano la posibilidad de crear un nuevo curso en materia de textiles. “Queremos que quienes salgan de aquí puedan ser emprendedores por sí mismos”, ha insistido el director del centro, que también ha destacado la importancia de la educación para el desarrollo de los jóvenes del país.

De hecho, según ha indicado, la economía no es un factor determinante para poder estudiar en Nacuxa. Tal y como ha apuntado, existen becas para los alumnos más vulnerables, pero quien no pueda cumplir con los 200 o 300 euros anuales que supone ser alumno de esta escuela, también puede pagar su educación una vez que comience a trabajar. “Nunca dejamos que nadie se quede fuera por no poder pagar”, ha indicado el Padre José Eugenio.

De hecho, en la actualidad tienen alumnos desplazados por la guerra que sufre el país en la provincia de Cabo Delgado, provocada por ataques de insurgentes de naturaleza yihadista. “Aprovechamos para sacar a esos jóvenes de la zona para que estén aquí durante tres años, serenos, bien alimentados y en un ambiente de estudio y motivación personal”, ha indicado. “Serán los técnicos medios que vayan a movilizar a sus comunidades”, ha añadido.

Y así es como lo viven también estos alumnos desplazados. Beatriz y Agata, de 22 y 17 años, respectivamente, estudian para ser técnicas en acuicultura y pesca y ambas piensan que el día de mañana regresarán a Cabo Delgado para mejorar su comunidad.

Beatriz lleva dos años y tiene claro que sus estudios van a “ayudar al pueblo mozambicano”, pero también a su “familia”. “Si tengo un empleo y ayudo a mi familia, van a olvidar todo lo que ha sucedido”, ha indicado. Mientras, Agata, que está en su primer año, dice que siempre le ha interesado conocer “cómo los peces crecen” y que su ilusión es ser “ingeniera de acuicultura” y “trabajar en Cabo delgado para ayudar” a su familia.


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