MADRID, 14 (SERVIMEDIA)
Las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que viven cerca de calles peatonales más largas caminan más y las que viven en zonas más densamente pobladas andan menos.
Así lo concluye un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ‘la Caixa’, según el cual la actividad física que realizan estas personas y su capacidad a la hora de llevarla a cabo “parecen” tener “alguna relación” con la densidad de población, la longitud de las calles peatonales, la pendiente y la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) del lugar en el que viven, tal y como informó este viernes dicho instituto en un comunicado.
En concreto, en el trabajo, publicado en la revista ‘Environmental Research’ y basado en los datos de 404 pacientes con EPOC de un estudio multicéntrico llevado a cabo en Badalona, Barcelona, Mataró, Viladecans y Gavà, una mayor densidad de población se asoció con menos pasos dados por los pacientes, más tiempo de sedentarismo y “peor capacidad de ejercicio”, si bien esta asociación fue “más fuerte” en las personas con síntomas de depresión.
La mayor longitud de las calles peatonales se relacionó con más pasos y menos tiempo de sedentarismo, mientras que una pendiente “más pronunciada” se asoció con una “mayor capacidad de ejercicio” y los niveles más altos de NO2 se vincularon a largo plazo con más tiempo de sedentarismo y más dificultad para la actividad física.
El 85% de los pacientes del estudio eran hombres, tenían una edad media de 69 años y caminaban 7.524 pasos al día y para estimar los factores ambientales urbanos a los que estaban expuestos se usó su dirección residencial geocodificada. Así se obtuvo la densidad de población del área censada, la longitud de las calles peatonales alrededor de la residencia, la pendiente del terreno y la exposición anual al ruido del tráfico rodado, al NO2 y a las partículas.
PRINCIPALES RESULTADOS
Respecto a los resultados, la investigadora postdoctoral y primera autora del estudio, Maria Koreny, juzgó “llamativo” que una mayor densidad de población se asoció con peores resultados de actividad física y capacidad en pacientes con EPOC. “Se pensaba que la densidad podía tener un efecto estimulante, pero, cuando es muy alta podría tener efectos negativos debido a que aumentan los peligros del tráfico, el humo y el ruido”, abundó.
En cuanto a la longitud de las calles peatonales, relacionada en el estudio con más pasos y menos tiempo de sedentarismo, reconoció que existe un “debate” sobre si fomenta “directamente” el hecho de caminar más o “si esta asociación podría explicarse por el hecho de que se reduce la contaminación atmosférica”, aunque este último aspecto no fue “apoyado” por sus análisis.
Con respecto a la relación entre una pendiente más pronunciada y una mayor capacidad de ejercicio Koreny defendió que los pacientes con EPOC que viven en un barrio con colinas “pueden beneficiarse de un efecto de entrenamiento continuo”.
Finalmente, los resultados del estudio mostraron mayores niveles de NO2 asociados a un mayor tiempo de sedentarismo y a la experiencia de una mayor dificultad con la actividad física, dado que los niveles más altos de contaminación podrían aumentar la dificultad de respirar de estos pacientes, que, para evitar la sensación de falta de aire “reducirían el esfuerzo”.
Para la última autora del estudio y jefa del programa de Enfermedades no transmisibles y medio ambiente de ISGlobal, Judith Garcia-Aymerich, estas conclusiones “tienen implicaciones para la investigación, la gestión clínica y la política sanitaria urbana” y pueden contribuir a desarrollar “estrategias para promover eficazmente la actividad física en los pacientes con EPOC”.
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