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Los trópicos, el norte de Europa y de América y Asia, ‘puntos calientes’ para la conservación del suelo en el mundo

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MADRID, 12 (EUROPA PRESS)

Los trópicos, el norte de Europa y América y Asia son los puntos de suelo que deberían contar con la máxima prioridad para la conservación de la naturaleza del suelo, según un estudio internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y que ha publicado la revista ‘Nature’.

Los investigadores han analizado más de 10.000 observaciones de biodiversidad (invertebrados, hongos, protistas, bacterias y arqueas) e indicadores de servicios ecosistémicos en 615 muestras de suelo en todos los continentes.

El trabajo liderado por el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNAS-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es la primera estimación global de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo.

El estudio concluye que la mayor parte de los suelos que mantienen los niveles más altos de biodiversidad y servicios ecosistémicos no cuentan con un nivel de protección adecuado a nivel mundial.

Los científicos combinaron las observaciones para evaluar tres dimensiones ecológicas del suelo: la riqueza de especies, la singularidad de estas especies en cada región y los servicios ecosistemas (como la regulación del ciclo del agua o el almacenamiento de carbono).

Los datos obtenidos revelan que las diferentes facetas de la conservación del suelo alcanzan su punto máximo en distintos lugares del planeta, lo que hace difícil protegerlos a todos de forma simultánea.

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Los ecosistemas templados, por ejemplo, muestran una mayor biodiversidad local del suelo (riqueza de especies del suelo), mientras que los ecosistemas más fríos se identifican como focos de servicios ecosistémicos del suelo.

Por su parte, los ecosistemas tropicales y áridos albergan las comunidades más singulares de organismos del suelo.

El líder del Laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento Ecosistémico del IRNAS-CSIC, Manuel Delgado, ha lamentado que los valores ecológicos del suelo suelen pasarse por alto en las decisiones políticas y de gestión de la conservación de la naturaleza.

“Este estudio demuestra dónde son más necesarios los esfuerzos para protegerlos”, ha defendido.

Además, la científica del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Ana Rey, ha destacado que el suelo es un recurso “todavía poco reconocido” que alberga una biodiversidad inmensa y que incluye elementos clave para ciclos básicos para el sostenimiento de la vida”.

“Por eso, para preservar sus servicios ecosistémicos, es necesario conservar la diversidad propia de cada tipo de suelo, especialmente en las áreas más vulnerables a los previsibles cambios ambientales”, añade la científica del MNCN-CSIC Asunción de los Ríos.

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En la misma línea, José Luis Moreno, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC) considera “fundamental” la protección de esta diversidad para mantener funciones de vital importancia para nuestra existencia como son el secuestro de carbono, degradación de contaminantes.

Igualmente, el investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias Agrarias (ICA-CSIC) César Plaza ha explicado que los suelos también son vulnerables al cambio climático y a los usos que se debe saber dónde es necesaria su protección para conservar mejor los valores ecológicos del suelo.

“En el caso de las plantas y los animales que viven sobre el suelo, hace décadas se identificaron puntos calientes de biodiversidad.

Sin embargo, hasta ahora no se había hecho ni se podía hacer una evaluación de este tipo para obtener los valores ecológicos del suelo”, apunta Felipe Bastida, del CEBAS-CSIC.

Igualmente, el científico de la Misión Biológica de Galicia (MBG-CSIC) Jorge Durán, recuerda que la mayoría de los alimentos provienen del suelo de forma directa o indirecta, por lo que proteger los suelos es “esencial para nuestra supervivencia”.

“Cuando se trata de proteger los suelos, probablemente no deberíamos centrarnos en maximizar localmente todas las dimensiones ecológicas del suelo al mismo tiempo, sino más bien en enfoques integrados que destacan el potencial local”, destaca Carlos Guerra, autor principal del estudio e investigador del Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad.

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Los patrones espaciales contrastados para las tres dimensiones ecológicas del suelo demuestran lo complejo que es protegerlas a la vez.

Delgado-Baquerizo ha subrayado que las zonas protegidas se han diseñado para proteger plantas, aves o mamíferos. Sin embargo, añade que los investigadores no tienen claro si estas zonas protegidas son eficientes a la hora de conservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los suelos.

“Nuestro estudio sugiere que no estamos protegiendo de forma eficiente los puntos calientes de conservación de suelo a escala global. Cuando se diseñan zonas protegidas, es necesario considerar de forma explícita los suelos, su biodiversidad y sus servicios que nos proporcionan, de forma que protejamos su capacidad de secuestro de carbono y la biodiversidad de los mismos”, ha manifestado.

Junto al IRNAS-CSIC, el estudio está coliderado por el Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv), la Universidad de Leipzig y la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg (MLU).


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