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El deshielo del permafrost eleva los gases de efecto invernadero en los lagos árticos

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MADRID, 05 (SERVIMEDIA)

El agua subterránea que circula por el subsuelo debido al deshielo del permafrost (suelo permanentemente congelado) puede transportar dióxido de carbono y metano (gases con un potente efecto invernadero) hasta los lagos árticos, lo que incrementa los efectos del cambio climático.

Este proceso de transporte de gases hasta los lagos, que culmina con su emisión hacia la atmósfera, se ha cuantificado por primera vez en un trabajo dirigido por Carolina Olid, profesora de la Facultad de Ciencias de la Tierra y miembro del Instituto de Investigación Geomodels de la Universidad de Barcelona (UB).

En el trabajo, publicado en la revista ‘Nature Communications’, también participaron investigadores de las universidades de Umea y Linköping (Suecia), y la Autónoma de Barcelona.

El permafrost es el suelo que se mantiene congelado en diversos puntos del planeta, como el Ártico y la Antártida, así como en altas montañas y llanuras elevadas de todo el mundo.

Según el nuevo estudio, el cambio climático potenciará el proceso de descarga de metano desde el permafrost hasta los lagos árticos a través del agua subterránea, “motivo por el que debería incluirse este proceso en los modelos de predicción climática”, apunta Olid.

CENTINELA CLIMÁTICO

El Ártico es una de las zonas de la Tierra más sensibles al cambio climático y se está calentando a una velocidad dos o tres veces superior a la media global del planeta.

El nuevo trabajo tiene como modelo los lagos árticos que se localizan en la región de permafrost esporádico, en el norte de Suecia. En esta área (un ecosistema típico de la tundra), entre un 10% y el 50% de los suelos están permanentemente congelados. La capa superior del suelo por encima del permafrost es la que se congela y descongela anualmente.

“En esta región, la temperatura media anual ha aumentado considerablemente en los últimos años y ahora supera ya los 0ºC. Esto provoca que ese permafrost, con abundante materia orgánica rica en carbono y gases de efecto invernadero, se descongele”, indica Olid.

Esta investigadora añade: “A través de la circulación del agua subterránea, el deshielo del permafrost actúa como una fuente que suministra gases de efecto invernadero a los lagos de la región que están conectados hidrológicamente. Los gases son finalmente emitidos hacia la atmósfera y contribuyen a amplificar el calentamiento global”.

Hasta ahora, el deshielo del permafrost que afecta a las emisiones de gases de efecto invernadero de los lagos árticos era todavía una incógnita y no se había estudiado en detalle. Para resolver los interrogantes sobre este proceso, los investigadores emplearon el radón, un gas abundante en las corrientes del subsuelo, como trazador de la descarga de agua subterránea en los lagos.

La cuantificación del radón para analizar el transporte de gases de efecto invernadero hacia los lagos no está exenta de dificultades técnicas y operativas. “El radón es un gas radiactivo, que se desintegra muy rápidamente, y eso nos exigió instalar equipos de medida en la estación científica de Abisko para poder medir las muestras el mismo día que se recogían”, detalla Olid.

“Las concentraciones de radón y metano en el agua del subsuelo son muy variables, lo que hace necesario trabajar con un gran volumen de muestras para poder determinar con una buena precisión su magnitud”, comenta Valentí Rodellas, miembro del equipo investigador del ICTA-UAB.

Rodellas añade que “los suelos de estas regiones, ricos en musgos, y con una gran capacidad para retener agua, dificultan aún más la obtención de un volumen de agua suficiente para poder realizar los análisis”. “También hemos tenido que transportar decenas de kilos de material en la mochila durante recorridos relativamente largos hasta llegar a los lagos, puesto que no hay transporte motorizado para llegar”, precisa.

MÁS EN VERANO

El estudio revela que el flujo de entrada de gas metano a través del agua subterránea en los lagos es más intenso en verano que en otoño por el aumento del volumen de agua que circula por el subsuelo (deshielo, lluvias, etc.). Las temperaturas más altas del estío también favorecen la producción de metano en el suelo y, por tanto, enriquecen el contenido del gas en el agua subterránea que circula hasta los lagos.

“El cambio climático y la aceleración del deshielo del permafrost aumentará la cantidad de gases de efecto invernadero que puede transportarse a los lagos a través del agua subterránea. A su vez, el aumento de las precipitaciones, de hasta un 40 % en el Ártico durante la próxima década, incrementará también el flujo de agua subterránea y, por tanto, la descarga de metano en los lagos”, recalca Olid.

Gerard Rocher-Ros, investigador posdoctoral en la Universidad de Umea, destaca que “el agua del permafrost contiene concentraciones elevadas no solo de gases como el dióxido de carbono (CO2) o el metano (CH4), sino también de otros compuestos como nutrientes, metales y contaminantes (mercurio, etc.)”. “La entrada de estos compuestos en los lagos genera impactos perjudiciales en el medio natural y los organismos que habitan en los ecosistemas lacustres y también en los sistemas terrestres (turberas, etc.)”, agrega.


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