MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
La prevalencia de problemas graves de salud mental entre los jóvenes de 17 años podría reducirse hasta en un 16,8% en el caso de las chicas y en un 8,4% en el de los chicos si no estuvieran sometidos a la violencia sexual, como la agresión y el acoso sexual, según las estimaciones de los investigadores de la University College de Londres (UCL).
La nueva investigación, publicada en ‘The Lancet Psychiatry’, utiliza información de 9.971 jóvenes nacidos en todo el Reino Unido en 2000-02, a los que se hace un seguimiento en el Estudio de Cohortes del Milenio. A la edad de 17 años, algo más de 1.000 chicas y 260 chicos declararon haber sufrido una agresión sexual o un acercamiento sexual no deseado en los 12 meses anteriores.
Los investigadores constataron que las tasas de dos problemas graves de salud mental -el malestar psicológico grave y las autolesiones- eran más elevadas, por término medio, entre las víctimas que entre quienes no declararon haber sufrido agresiones sexuales o acoso a esa edad. Esto era cierto incluso cuando se tenía en cuenta una amplia gama de otros factores que se sabe que afectan al riesgo de los adolescentes de sufrir violencia sexual y mala salud mental.
Los autores calcularon que en un escenario hipotético en el que se eliminaran las agresiones sexuales y el acoso, las tasas de autolesiones entre las adolescentes podrían descender en un 16,8%, desde el nivel actual del 28,9% en un mundo con estas formas de violencia sexual, hasta el 24% (es decir, una reducción de cinco puntos porcentuales) en un mundo sin ellas. Además, los niveles elevados de malestar psicológico podrían disminuir en un 14% (22,6% frente a 19,5%).
Entre los chicos, los investigadores prevén que los índices de autolesiones podrían descender un 8,4% (20,3% frente a 18,6%), y el malestar psicológico grave un 3,7% (10,2% frente a 9,8%), si se erradicaran las agresiones sexuales y el acoso.
La coautora, la profesora Praveetha Patalay, del Centro de Estudios Longitudinales de la UCL y de la Unidad de Salud y Envejecimiento a lo largo de la vida del MRC, de la UCL, comenta que “a partir de estos resultados, se puede calcular, por ejemplo, que 4.900 de cada 100.000 niñas tendrían menos probabilidades de autolesionarse si se pudieran prevenir las agresiones sexuales y el acoso en este grupo de edad. Es fundamental que comprendamos mejor el impacto de la violencia sexual en los problemas de salud mental, especialmente entre las chicas, que tienen una probabilidad desproporcionadamente mayor de sufrir ambas cosas –añade–. Nuestros hallazgos sugieren que la agresión y el acoso sexual podrían ser un importante motor de la brecha de género en la mala salud mental que surge en la adolescencia”.
En general, las denuncias de acoso sexual fueron considerablemente más frecuentes entre los jóvenes de 17 años encuestados que las denuncias de agresión sexual. Algo más del 19% de las chicas y el 5% de los chicos declararon que alguien les había hecho “una aproximación sexual no deseada” en los últimos 12 meses. En comparación, alrededor del 5% de las chicas y el 1% de los chicos declararon que alguien les había agredido sexualmente en el último año.
Los investigadores compararon la salud mental de las víctimas de agresiones y acoso sexual con la de otros jóvenes que, por lo demás, eran similares a ellos en cuanto a sus características personales y familiares, salud física, antecedentes de problemas de salud mental, desarrollo sexual y relaciones sociales.
También examinaron la relación entre las experiencias de agresión o acoso sexual y los intentos de suicidio. En algún momento antes de los 17 años, más de 1 de cada 10 chicas y 1 de cada 25 chicos declararon haberse hecho daño en un intento de quitarse la vida. Estos jóvenes tenían más probabilidades de haber tenido experiencias recientes de agresión o acoso sexual a los 17 años que los que nunca habían intentado suicidarse. Sin embargo, no fue posible saber a partir de los datos si su intento de suicidio fue anterior o posterior a su experiencia de violencia sexual.
La coautora Francesca Bentivegna, del Departamento de Psicología y Desarrollo Humano del IOE, Facultad de Educación y Sociedad de la UCL, subraya que “existe una sorprendente tolerancia a la violencia sexual en toda la sociedad, con un bajo índice de condenas a los agresores y una culpabilización de las víctimas que sigue siendo frecuente. Es posible que esta falta de preocupación seria por los efectos de la violencia sexual esté teniendo graves repercusiones en la salud mental de las víctimas”.
“Debemos asegurarnos de que las fuerzas del orden y el sistema jurídico ofrezcan mayores elementos disuasorios y consecuencias para los agresores. Hay una necesidad urgente de un apoyo mejor adaptado y orientado a las víctimas, para tratar de mitigar las posibles repercusiones a largo plazo en la salud mental de las agresiones sexuales y el acoso”, advierte.
Los autores también señalan varias limitaciones de su estudio. Se sabe que la violencia sexual no se denuncia, y los autores reconocen que los adolescentes con y sin problemas graves de salud mental pueden diferir en su probabilidad de denunciar tales experiencias. Además, no pudieron investigar una gama más amplia de tipos de violencia sexual, como la experiencia específica de acoso sexual en línea, ya que no estaban cubiertos por los datos. Tampoco se disponía de información sobre los autores, la gravedad o la frecuencia de las agresiones y el acoso sexual.
Por último, dado que se trata de un estudio de observación, los autores señalaron las dificultades para establecer la causa y el efecto. Destaccan que el estudio hace uso de datos muy detallados para tener en cuenta una amplia gama de factores que pueden haber influido en la relación entre las experiencias de agresión sexual y acoso y los problemas graves de salud mental, pero que sería imposible descartar con certeza la influencia de todos los factores posibles.
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