MADRID, 04 (SERVIMEDIA)
El asteroide que golpeó la Tierra hace 66 millones de años y acabó con la vida de casi todos los dinosaurios y cerca de tres cuartas partes de las especies de plantas y animales del planeta desencadenó un tsunami con olas gigantes que barrieron el fondo oceánico a miles de kilómetros del lugar del impacto en la península de Yucatán (México).
Así se explica en un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y publicado este martes en la revista ‘AGU Advances’.
Este trabajo ofrece la primera simulación global del tsunami que provocó el asteroide Chicxulub. Además, los investigadores revisaron el registro geológico en más de 100 sitios en todo el mundo y encontraron evidencia que respalda las predicciones de sus modelos sobre la trayectoria y la potencia del tsunami.
“Este tsunami fue lo suficientemente fuerte como para perturbar y erosionar los sedimentos en las cuencas oceánicas del otro lado del mundo, dejando un vacío en los registros sedimentarios o un revoltijo de sedimentos más antiguos”, apunta Molly Range, de la Universidad de Michigan.
Los autores del estudio calcularon que la energía inicial del tsunami de impacto fue hasta 30.000 veces mayor que la del terremoto en el Índico ocurrida en diciembre de 2004, que mató a más de 230.000 personas y es uno de los tsunamis más grandes de la historia moderna.
¿HACIA DÓNDE?
Las simulaciones del equipo muestran que el tsunami de impacto de Chicxulub irradió principalmente hacia el este y el noreste hacia el Atlántico Norte, y hacia el suroeste a través de la vía marítima centroamericana (que solía separar América del Norte y América del Sur) hacia el Pacífico Sur.
En esas cuencas y en algunas áreas adyacentes, las velocidades de las corrientes submarinas probablemente excedieron los 20 centímetros por segundo, lo suficientemente fuerte como para erosionar los sedimentos de grano fino en el lecho marino.
En contraste, el Atlántico Sur, el Pacífico Norte, el Índico y la región que hoy es el Mediterráneo estuvieron en gran parte protegidos de los efectos más fuertes del tsunami, según la simulación del equipo. En esos lugares, las velocidades actuales modeladas probablemente eran inferiores al umbral de 20 centímetros por segundo.
La parte de modelado del estudio utilizó una estrategia de dos etapas. Primero, un gran programa informático llamado hidrocódigo simuló los caóticos primeros 10 minutos del evento, que incluyeron el impacto, la formación del cráter y el inicio del tsunami. Ese trabajo fue realizado por el coautor Brandon Johnson, de la Universidad Purdue (Estados Unidos).
SIMULACIÓN EN 48 HORAS
Con base en los hallazgos de estudios previos, los investigadores modelaron un asteroide que tenía 14 kilómetros de diámetro y se movía a 12 kilómetros por segundo. Golpeó una corteza granítica cubierta por sedimentos gruesos y aguas oceánicas poco profundas, abriendo un cráter de unos 100 kilómetros de ancho y expulsando densas nubes de hollín y polvo a la atmósfera.
Dos minutos y medio después del impacto del asteroide, una cortina de material expulsado empujó una pared de agua hacia afuera del lugar del impacto, formando brevemente una ola de 4,5 kilómetros de altura que se calmó cuando la eyección volvió a caer a la Tierra.
Diez minutos después de que el proyectil impactara en Yucatán y a 220 kilómetros del punto de impacto, una ola de tsunami de 1,5 kilómetros de altura en forma de anillo y que se propagaba hacia el exterior comenzó a barrer el océano en todas las direcciones.
Según la simulación del equipo, el tsunami se extendió una hora después del impacto fuera del Golfo de México y hacia el Atlántico Norte. A las cuatro horas, las olas habían atravesado la vía marítima centroamericana hacia el Pacífico.
Veinticuatro horas después del impacto, las olas habían cruzado la mayor parte del Pacífico desde el este y la mayor parte del Atlántico desde el oeste y habían entrado en el Índico por ambos lados. A las 48 horas, importantes olas de tsunami habían llegado a la mayoría de las costas del mundo.
“Dependiendo de las geometrías de la costa y las olas que avanzan, la mayoría de las regiones costeras se inundarían y erosionarían hasta cierto punto”, según los autores del estudio, que concluyen: “Cualquier tsunami históricamente documentado palidece en comparación con tal impacto global”.
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