Ella ha aceptado dos años de cárcel, su marido año y medio y devolverán el dinero a la víctima en cuotas mensuales de 600 euros
VALLADOLID, 29 (EUROPA PRESS)
Al final, ni cinco ni seis años de cárcel, que eran las peticiones respectivas de condena del fiscal y la acusación particular, sino dos años para María José C.M. y año y medio para su marido, José M.D, la pareja que durante una década logró ‘sacar’ más de 225.000 euros a un militar haciéndole creer la primera de los condenados que había quedado prendada de él y fingiera una relación sentimental a través de redes sociales.
El juicio por tales hechos ha quedado visto para sentencia este jueves en la Audiencia de Valladolid, sin que llegara a celebrarse la vista puesto que los encausados han pactado una sentencia de conformidad con los acusadores que ya es firme y que ha sido anticipada ‘in voce’ por el presidente de la Sección Segunda de lo Penal, consistente en los citados dos años de cárcel para María José por delito continuado de estafa y año y medio para su marido y compañero de banquillo, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
Además, la pareja ha asumido el pago de multas por importe de 540 euros y, en concepto de responsabilidad civil, el compromiso de retornar a la víctima, Íñigo F.R, la totalidad de los 225.760 euros estafados a través de cuotas mensuales de 600 euros.
La pareja ya condenada se concertó para contactar con la víctima, Íñigo F.R, mediante la aplicación Badoo a finales de 2008 a quien ella se presentó bajo el nombre de Sonia y comenzó a acercarse fingiendo una relación sentimental mediante conversaciones diarias a través de las aplicaciones Messenger y Whatsapp.
CONTACTO ÚNICO POR REDES SOCIALES
Los acusados hicieron nacer en la víctima una supuesta relación afectiva que, en realidad, no tenía más objetivo que sacarle ‘la pasta’, algo que comenzaron a conseguir a lo largo de una década, entre el 21 de enero de 2009 y el 4 de septiembre de 2019, a través de múltiples ingresos y traspasos de dinero a su favor con peticiones de lo más peregrino que él se creyó, con la particularidad de que en todos esos años ‘los amantes’ ni siquiera llegaron a verse ni compartir el mismo espacio físico.
Así, la supuesta Sonia–en realidad María José–comenzaría una espiral de peticiones de dinero tras alegar necesidades perentorias, entre ellas que se había desplazado hasta Haití en misión humanitaria y que necesitaba dinero para su repatriación urgente.
Fondos para la compra de un piso en el que vivirían juntos o para ser operada de urgencia de un tumor en el pecho en la Clínica Quirón fueron otros de los requerimientos a los que I.F.R, de buena fe, respondió haciendo entrega de distintas cantidades de dinero.
Para dar más credibilidad a la relación, los dos acusados crearon las figuras de una hermana y una amiga de ella, a las que llamaron Inmaculada y Lucía, respectivamente, que se comunicaban con la víctima por mensajes a través de teléfonos del matrimonio en el papel de supuestas confidentes para justificar y disculpar las continuas excusas que María José (Sonia) daba a su amante para eludir quedar con él en persona.
A través de todas estas artimañas, el matrimonio logró que a lo largo de diez años la víctima le entregara importantes cantidades de dinero, más de 225.000 euros, que se ingresó en sus cuentas bancarias y en la de un hijo.
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