SANTA CRUZ DE LA PALMA, 19 (EUROPA PRESS)
Un año después de la erupción volcánica en La Palma las consecuencias psicológicas se han dejado sentir en buena parte de los afectados con sintomatología ansiosa-depresiva, problemas del sueño, pensamientos negativos y rumiantes o problemas de convivencia.
La población adulta expresa su deseo de tener una información fiable, muestra su resentimiento por la demora administrativa, lo que les genera frustración y falta de confianza para aceptar la nueva situación.
Así lo destaca el Colegio Oficial de Psicología que entre marzo y junio puso en marcha el programa ‘Ponle Nombre al Volcán’, un proyecto financiado por la compañía Naviera Armas Trasmediterránea con el objetivo de trabajar las emociones y las experiencias vividas a raíz de la erupción del volcán.
Los menores que participaron en el proyecto expresaron, a través del arte, que querían “volver a tener las carreteras como antes y los hogares con sus juguetes”, y reclamaban más psicólogos para atender a la salud mental.
Lamentan que no se les haya preguntado a los adolescentes “cómo se sienten” y creen que las personas mayores afectadas por el volcán “tienen un arraigo con la tierra y no se les puede meter en pisos cuando antes cuidaban de sus huertos”.
También han realizado propuestas para disfrutar de la nueva realidad en la isla, como excursiones al volcán, a las playas nuevas o volver a Puerto Naos y resaltan la idea de que en los colegios se vaya de excursión al Charcón y por las casas y carreteras que se ha llevado el volcán.
A través de diferentes técnicas para la expresión de emociones, con dibujos, con la elaboración de manualidades, con canciones o juegos, la intervención buscaba que la población más joven de la isla pudiera expresar y gestionar las emociones.
Así, los niños y jóvenes ensalzan el valor de la amistad, de la solidaridad, el amor, la ayuda a otras personas y su deseo de que se abran las carreteras, poder ir a las casas, a las fincas, a la playa y a los barrios.
Además valoran las cosas que antes no valoraban como una playa que quedó sepultada por la lava y resaltaban el amor y acompañamiento de las mascotas.
Para el COP tinerfeño este proyecto se convirtió en un “salvavidas” para jóvenes y escolares, y refleja el compromiso de las psicólogas que se pusieron en la piel de quienes durante meses tuvieron que guardarse sus miedos y a quienes había que devolver no solo la autoestima y la confianza, sino también reconectarlos con su isla, recoge una nota del Colegio.
Tanto niños como jóvenes y adultos reflejan la necesidad del acompañamiento psicológico cuando se vive una catástrofe de estas características, el valor de la intervención en la emergencia y después la importancia de validar las emociones (miedo, angustia o tristeza) y la reconstrucción comunitaria.
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