MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
“El puente de Londres ha caído”. Con estas palabras se activará el estricto protocolo fijado por el Gobierno de Reino Unido en caso del fallecimiento de la reina, Isabel II, una ‘Operación Puente de Londres’ que arranca en el mismo instante del fallecimiento y concluirá diez días después con el funeral de Estado.
El fallecimiento de la reina convertirá automáticamente a su primogénito y heredero, el príncipe Carlos, en rey. Hasta que la noticia de su muerte se haga pública, se sucederán una cascada de llamadas de obligada discreción.
El secretario privado de la reina informará en primer lugar a la primera ministra, Liz Truss, así como a otras altas autoridades. A continuación, el texto prevé la notificación oficial por parte de la Casa Real al conjunto de la población, según los detalles publicados el año pasado por el portal Politico.
La noticia correrá entre las distintas instituciones y el Gobierno prevé que todas las banderas ondeen a media asta en un plazo de unos diez minutos. La página web de la Casa Real se teñirá de luto, así como las redes sociales, tal como consta en un documento plenamente actualizado a los tiempos actuales.
La primera ministra será la primera del Gobierno en hablar y en cuestión de horas se reuniría con el nuevo monarca, que se dirigirá a la nación ya como rey de pleno derecho, aunque no se haya producido la entronización formal.
El funeral de Estado no se prevé hasta el décimo día tras la muerte, en la abadía de Westminster, y el protocolo establece que el féretro volverá en el ‘día 2’ al Palacio de Buckingham, símbolo de la monarquía para Reino Unido y toda la Commonwealth.
El plan del Gobierno establece con este fin diferentes hipótesis, en función de donde fallezca la monarca. Así, el protocolo en caso de fallecimiento en la residencia de Balmoral (Escocia) se conoce como Operación Unicornio y plantea como medio preferente de transporte para el féretro el tren.
En el quinto día tras la muerte, habrá una procesión desde Buckingham hasta Westminster, donde se celebrará a su vez una misa. Se abrirá durante tres días y de forma prácticamente ininterrumpida –23 horas al día– una capilla ardiente en el Palacio de Westminster, para lo que los ciudadanos puedan dar su último adiós a Isabel II.
Tras el funeral, el cuerpo será enterrado en una tumba de la cripta real de la capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor. Allí reposan los restos de su difunto marido, el príncipe Felipe, que falleció en abril de 2021.
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