MADRID, 24 (SERVIMEDIA)
El 66% de los menores de edad Rohingya que viven en campos de refugiados y el 87% de sus padres y cuidadores reconoce sentirse más inseguros ahora que cuando llegaron a estos recintos hace cinco años huyendo de los asesinatos, las violaciones y los abusos de los derechos humanos en Myanmar.
Así lo atestigua una encuesta realizada por Save the Children en nueve campamentos de Cox´s Bazar (Bangladesh), cuyos resultados se publicaron este miércoles. En ella se pone de manifiesto que tres de cada cuatro niños Rohingya dicen ser “infelices” o “muy infelices” y “estar siempre sufriendo”; mientras que el 80% de ellos confiesan sentirse deprimidos “a veces”, “la mayoría” o “todo el tiempo”.
Ante esta situación, la organización destacó que “los resultados exponen que los esfuerzos de la comunidad internacional, a pesar de ser significativos, se quedan cortos para responder adecuadamente a las necesidades de los refugiados Rohingya”.
Los padres, las madres y los cuidadores de estos chavales soportan una carga todavía más pesada, como lo ilustra el hecho de que el 92% se sienten “deprimidos”; el 90%, “ansiosos”; y el 96%, “estresados”.
A su vez, el 60% de los encuestados incluyó el matrimonio infantil entre sus tres principales preocupaciones, y el 70% de las familias indicaron que conocían a un niño o a una niña que se había casado en el último mes.
Otra de las principales preocupaciones en la seguridad, que se ha visto mermada debido a que la pandemia y las medidas para atajarla provocaran que hubiera menos organizaciones humanitarias sobre el terreno, lo que generó un caldo de cultivo propicio para las bandas y los grupos armados.
Del mismo modo, la escolarización constituye otro elemento de inquietud para tres de cada cuatro jóvenes encuestados, quienes señalan que “no podemos recibir educación aquí, especialmente en birmano; ahora sólo aprendemos inglés, así que no nos olvidamos de nuestra propia lengua”.
Por todo ello, el director de país de Save the Children en Bangladesh, Onno van Manen, consideró “inaceptable” que, “cinco años después de huir de la horrible violencia en su propio país, la mayoría de los refugiados Rohingya sigan sin sentirse seguros”, y alzó la voz para aseverar que “puede que el mundo haya centrado su atención en otras crisis, pero cinco años después, casi medio millón de niños y niñas Rohingya siguen creciendo en campamentos superpoblados”.
A pesar de que la mayoría de los Rohingya quieren volver a sus lugares de origen, la violencia continúa en Myanmar, donde siguen sufriendo arrestos y detenciones por salir de sus pueblos, y se les niega la ciudadanía y sus derechos básicos, como el acceso a la sanidad, a la educación y a un puesto de trabajo.
Por esa razón, Save the Children instó a la comunidad internacional, a los gobiernos regionales y a las autoridades de Bangladesh a intensificar su apoyo a los Rohingya, proporcionándoles un estatus legal, educación y oportunidades de trabajo.
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