MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
En caso de presenciar un posible caso de ahogamiento de un niño o bebé, la doctora María Escobar, del Servicio de Urgencias Pediátricas del Hospital Gregorio Marañón, advierte de la importancia de seguir el código PAS (proteger, alertar y socorrer).
Se trata de una guía de actuación que consta de tres pasos: proteger a la víctima, sacándola rápidamente del agua y llevándola a un lugar seguro; alertar a los Servicios de Emergencia y finalmente, socorrer a la víctima e iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) mientras llegan los Servicios de Emergencia.
En primer lugar, tras sacarlo del agua, la doctora recomienda poner al niño tumbado bocarriba en un sitio rígido y comprobar si está consciente. “Para ello, sujetamos la frente para que no se zarandee y le estimularemos con un estímulo contundente, como un pellizco en el pecho o en el brazo”, explica.
Si responde, se le coloca en la posición de seguridad. “Si no, tendremos que abrir la vía aérea, elevando con dos dedos el mentón por debajo de la mandíbula. Una vez abierta, tenemos que ver, sentir y oír si respira”. Si respira, se le coloca también en posición de seguridad.
Si no respira, será necesario que la persona que socorre le proporcione respiración a la víctima con cinco insuflaciones. “Tapamos la nariz, nos aseguramos de que nuestra boca cubra su boca, y luego insuflaremos un segundo y cogemos aire otro segundo, así hasta llegar a cinco”, detalla Escobar.
Si la persona no tiene signos de vida, se comienza a dar el masaje cardíaco por encima de la boca del estómago, en el esternón. “Con el canto de la mano, lo hacemos a una velocidad rápida y un total de 30 veces. Tan importante es comprimir como descomprimir”, asegura, para añadir que después de las 30 repeticiones se realizan dos insuflaciones. “Repetimos lo mismo hasta que venga el Servicio de Emergencia o resucitemos a nuestro paciente”, explica la doctora.
En el caso de un bebé, se comprueba la conciencia de la misma manera que con un niño: sujetando la cabeza y pellizcando. Si no responde, también se abre la vía aérea. “Es importante mantener al bebé en posición neutra, y ahí le elevamos el mentón con dos dedos, con cuidado de no comprimir el cuello”, comenta Escobar.
Como anteriormente, se hacen cinco insuflaciones, vigilando que la boca de la persona que socorre cubre la nariz y la boca del bebé. En caso de que no responda, se comienza el masaje hasta que vengan los Servicios de Emergencia.
“Como un bebé es más pequeño, abrazamos el tórax del paciente. En el esternón, ponemos dos dedos por encima y ahí es dónde pondríamos nuestro pulgar, y el otro pulgar por encima. Entonces, comenzamos las 30 compresiones con dos insuflaciones”, especifica la doctora.
LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN
Con todo, la doctora recuerda la importancia de la prevención, sobre todo en la época estival, que es cuando se producen más ahogamientos. “Hay que hacer una supervisión activa con los niños”, aconseja la experta, que añade que la distancia desde el adulto al niño “no debe superar un brazo” para poder agarrarle en caso de que se vaya al agua.
Finalmente, si los niños no saben nadar, Escobar recomienda ponerles chalecos salvavidas. “No valen manguitos, los chalecos son más seguros”, explica. Además, recuerda que las piscinas “tienen que estar valladas y tiene se tiene que poder visualizar toda la superficie de la piscina desde donde estemos”, finaliza.
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