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Previstas tareas de “limpieza y consolidación” en la galería norte del anfiteatro de Itálica

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SEVILLA, 15 (EUROPA PRESS)

La Consejería de Cultura, ahora integrada en un único departamento autonómico junto con las áreas de Turismo y Deporte, ha licitado un contrato para trabajos de “limpieza y consolidación” de ladrillos en la galería norte del anfiteatro del Conjunto Arqueológico de Itálica, enclavado en Santiponce (Sevilla), verdadera joya de este recinto que aspira a la declaración de Patrimonio Mundial como exponente de la arquitectura y el urbanismo en la etapa del emperador Adriano, con raíces familiares en dicha población.

Según la memoria técnica de esta contratación, recogida por Europa Press, la necesidad de contratar estos trabajos deriva de que “el sector correspondiente a los ladrillos que conforman los muros de la galería inferior norte” del anfiteatro “presenta zonas con ladrillos descohesionados y morteros disgregados en sus uniones”, toda vez que entre 2018 y 2019 ya fue acometida una profunda restauración del sector oeste del recinto, correspondiente a la denominada como Puerta Libitinaria, para frenar su deterioro fruto de la meteorología y los lodos y fangos procedentes de la laguna cercana.

“Al tratarse de arcillas y cocciones distintas, no todos los ladrillos presentan estos deterioros”, indica la memoria técnica, señalando la necesidad de “estabilizar las piezas dañadas” mediante los trabajos a contratar.

El anfiteatro de Itálica, el más espectacular de los activos del recinto arqueológico, no sólo es el mayor edificio de su categoría de la Península Ibérica, sino además “el mayor construido nunca” por Roma fuera de la Península Itálica y “posiblemente el mayor” proyectado en su momento a excepción del famoso e imponente Coliseo o Anfiteatro Flavio de la ciudad del Tíber, según el arqueólogo y doctor en Historia del Arte Alejandro Jiménez.

EL CAMINO DE ITÁLICA A LA UNESCO

En concreto, en abril de 2019, en el marco del III Curso del Foro Permanente ‘Itálica, en-clave de Patrimonio Mundial’, Alejandro Jiménez protagonizaba una conferencia titulada “El espectáculo de la arquitectura en el novedoso diseño del anfiteatro de Itálica”, una ciudad romana cuyo proyecto de candidatura a la declaración de Patrimonio Mundial ya figura en la lista indicativa de monumentos españoles susceptibles de ser elevados a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

A tal efecto, Alejandro Jiménez explicaba que conforme a las “formas básicas” en las que fueron diseñados los primeros anfiteatros romanos, median recintos de este tipo “con forma rectangular”, con forma de “óvalo en la mayor parte” de los casos, con “estructuras más simples” a modo de circunferencia y además “esquemas más complejos como el del Coliseo” de la propia Roma, construido a partir de la segunda mitad del primer siglo de la era actual y “summum de la ingeniería romana”.

Al margen de tales arquetipos de anfiteatro, según este arqueólogo y doctor en Historia del Arte, la Bética romana atesoró “una forma particular” de anfiteatros con una planta diseñada conforme a “un triángulo pitagórico entre sus focos”. Tal es, según precisaba, “el esquema generador” del diseño del anfiteatro de Itálica, levantado durante el segundo siglo de la era actual, así como también del anfiteatro de Écija (Sevilla) y “posiblemente también” del recinto similar de la antigua Córdoba romana o Corduba, extremo este último que no obstante “necesita más estudios”.

EL “GRUPO FAMILIAR” DE ANFITEATROS DE LA BÉTICA

Dado el caso, Alejandro Jiménez manifestaba que los anfiteatros romanos de Itálica, de la antigua Astigi romana y de la antigua Corduba conformarían “un grupo familiar” de anfiteatros “prácticamente exclusivos en todo el Imperio” romano. “Tenemos indicios más que sobrados para pensar que es así”, enfatizaba reclamando recursos para acometer “la necesidad urgente de estudiar” mejor los anfiteatros de Écija y Córdoba al objeto de ratificar plenamente esta hipótesis.

“No sólo sería que el anfiteatro de Itálica fuese un edificio excepcional, sino que tendríamos un grupo de tres anfiteatros también de un carácter prácticamente excepcional”, defendía Alejandro Jiménez, recordando que a partir de la construcción del Coliseo de Roma en el siglo I de la era actual, para las ciudades del Imperio contar con un recinto de tal tipo constituía “un elemento de prestigio y un síntoma de riqueza”.

MÁS DE 30.000 ESPECTADORES

En ese contexto, este arqueólogo detallaba que mientras en el mundo romano median vestigios de “anfiteatros de todos los tamaños”, el de la antigua Itálica, con un aforo de “entre 30.000 y 35.000 espectadores”, “no sólo es el más grande de la Península Ibérica”, sino que sería “el mayor” edificio de este tipo levantado fuera de la Península Itálica”.

Es más, Alejandro Jiménez incluso defendía que “dependiendo de las fechas” atribuidas al anfiteatro de Capua, localizado en la provincia italiana de Campania y cuya cronología aún “no está muy clara”, “es posible que cuando se diseñase el anfiteatro de Itálica fuese el mayor nunca construido a excepción del Coliseo”, cuyo aforo rondaría los 55.000 espectadores.

Así, Alejandro Jiménez exponía que el anfiteatro de Itálica, más allá de ser “el emblema” del conjunto arqueológico y un “edificio maravilloso”, supuso un proyecto arquitectónico “fuera de escala y fuera de lo común” en los tiempos en los que fue construido.

Y es que además de sus dimensiones y aforo, su “diseño original” habría contado con “hasta diez focos distintos” frente a los cuatro focos usados en el caso de los anfiteatros con forma de óvalo, que constituyen “la mayor parte” de los edificios de esta categoría.


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