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El Ebro: La “barrera psicológica” que separa la ciudad de Logroño

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LOGROÑO, 15 (EUROPA PRESS)

El río Ebro es, sin lugar a dudas, uno de los elementos más característicos no solo de Logroño sino de La Rioja en su totalidad. Su paso por nuestra comunidad es un símbolo que queda reflejado hasta en las más tradicionales jotas y cánticos regionales, y todo riojano se enorgullece de la huella que, a su tránsito, ha ido dejando en la historia de esta comunidad.

Son, ni más ni menos, cuatro los puentes que cruzan el Ebro a su paso por la capital, que todo logroñés conoce y que constituyen símbolos característicos para la ciudad: el Puente de Piedra, el Puente de Hierro, la Pasarela del Ebro y, el más benjamín de ellos, el Puente de Sagasta.

No obstante; ¿cuántos los atraviesan?. Todos lo admiran, pero, ¿puede ser el Ebro, a pesar de todo, una “barrera” para la capital riojana?.

Así lo definía Andrés Ruiz, director de la Casa de las Ciencias de Logroño, quién se ha referido al río Ebro como “una barrera” que, aunque “más psicológica que física” divide Logroño y separa su parte norte, al otro lado del río, de su próximo centro.

Ruiz ha contado a Europa Press cómo esta entidad cultural recibe “en torno a 2.500 usuarios semanales” de los cuales ha señalado que “en verano viene más gente de fuera, sobre todo turismo nacional y gracias al Camino de Santiago”.

El potente atractivo cultural que se ofrece desde la Casa de las Ciencias con “numerosas exposiciones y charlas divulgativas entre otras”, según ha apuntado Ruiz, no es suficiente para despertar y atraer el ambiente logroñés a la zona norte de la ciudad.

“Es cierto que el puente es una barrera psicológica un poco fuerte” -afirmaba Ruiz- “pero hay que quitar prejuicios, al final son 300 metros desde el centro de Logroño, unos cinco minutos”.

Aún con ello expresaba cómo desde la Casa de las Ciencias “nos esforzamos por vencer esa barrera ofreciendo una gran variedad de actividades. Creo que la gente de Logroño sabe que estamos aquí, si estás por la Mayor o por Portales, estamos al lado”.

“Los puentes se cruzan fácil” concluía reiterando “hay que vencer esa barrera y, a través de actividades, nosotros intentamos que la gente venga y se dé cuenta de que está muy cerca”.

“LA CALLE MÁS BONITA DE LOGROÑO”

“La calle más bonita de Logroño es el río Ebro”, expresaba por su parte Elías Villar, vicepresidente de la Asociación de Vecinos NORTE, señalando, a su juicio, que “el problema es que Logroño no tiene integrado el río en la ciudad” y apuntaba cómo la población logroñesa “no vive el río”.

Por su parte, Miguel Fombellida, presidente de la Asociación criticaba la “carencia” a nivel de infraestructuras, y es que señalaba cómo “no hay farmacias, ludotecas, colegios públicos, entidades bancarias o cajeros automáticos, tan solo una pequeña tienda de barrio para abastecer a todos los vecinos” algo que, ha indicado, son “inconvenientes” ya que “obliga a ir al centro para hacer cualquier cosa”.

La zona al otro lado del Ebro cuenta ya con casi siete mil habitantes “más que la mayoría de pueblos de La Rioja” aunque “mucho menos que el resto de la ciudad” y es que, tal y como señalaba Villar, “el 90 por ciento de la población de Logroño vive al otro lado del río”.

“Hay un estigma en Logroño de que el Ebro es la frontera de la ciudad, y el otro lado del río se percibe como algo oscuro”, ha expresado Fombellida con algo de pesar.

Aun así, destacaba cómo “la sensación va cambiando y creo que lo seguirá haciendo” de igual manera que, con cierta esperanza, manifestaba “poco a poco se irá integrando el río, como ya va ocurriendo en otras importantes ciudades de Europa” aunque “aún queda mucho camino y trabajo”.

Entre las principales reivindicaciones que impulsan desde este barrio destaca la de los accesos al mismo. “Se facilita que la gente venga a costa de disminuir las comodidades de los residentes”, ha señalado el presidente de la asociación.

Además, y haciendo referencia a la posible peatonalización del Puente de Hierro, “significaría la eliminación de una de las dos vías de acceso para los vehículos”.

Ante esto, Fombedilla cree que “nos sentiríamos marginados, ya que supondría que el barrio pierda conectividad con la ciudad” y reitera “hay que promocionar el barrio, pero no en detrimento de los vecinos”.

“EL CEMENTERIO NUNCA NOS HA MOLESTADO”

Por su parte, Ana Gomar Ramírez y su madre, Cori Ramírez, ambas presidentas de la asociación de vecinos del barrio de San Antonio y la asociación de Jubilados respectivamente, contaban “llevamos viviendo aquí toda la vida” y que, además, “nunca nos hemos querido marchar”.

En lo que respecta a la cercanía con el cementerio de Logroño, la presidenta de la Asociación de Jubilados respondía con humor “esos no te van a dar guerra” y expresaba cómo su proximidad al mismo “nunca nos ha molestado”.

Su hija se sumaba a sus palabras y afirmaba que, según considera, “la gente le tiene más miedo al puente que al cementerio”.

Si preguntan a madre e hija por lo mejor del barrio en el que ambas se han criado y vivido “desde siempre”, lo tienen claro, “la tranquilidad” a la par que “seguimos estando a cinco minutos del centro”.

Y, en lo que respecta a los aspectos negativos “no le veo ninguno” respondía Ana Gomar, inmediatamente después añadiendo “sí que el Ayuntamiento nos tiene un poco abandonados” mencionando como ejemplo la entrada del cementerio, sobre la que han propuesto “podrían adecuarla mejor”.

NAMASTÉ: UN AGRADECIMIENTO PARA EL BARRIO

Una de las novedades del barrio son ellos, “la familia Namasté”, como los llama su propietaria Adela Pasare Marín, quién con infinito cariño se refiere a este bar, cafetería y restaurante que ha despertado el interés de muchos por acercarse al barrio y sentarse en su original y cuidada terraza.

“Creé Namasté tal y como lo quería, ideando cada esquina del local, cada plato y cada desayuno” -explicaba su propietaria a Europa Press- “también sabía que, si no hacía una diferencia en Namasté, no conseguiría atraer público de fuera del barrio”.

No fue tarea fácil, y es que Adela aún se emociona recordando cómo “tuve miedo, mucho, y pasé muchas noches sin dormir” ya que en sus inicios, la propietaria de Namasté relataba “me daba miedo contratar personal simplemente porque no sabía cómo iba a funcionar y si podría pagar a un empleado”.

Pero a pesar de todo ello, puede decir con orgullo cómo “ahora nos visitan muchísimas personas, incluso de toda La Rioja” relatando algunas “anécdotas graciosas” que su profesión le ha dado como, por ejemplo, la de “traerme un justificante del autobús porque llegaba fuera del horario de desayunos”.

Emocionada, la propietaria de Namasté contaba cómo este barrio “me aceptó enseguida” y fue gracias a ellos “a las familias jóvenes a los que conocí y a sus hijos a los que vi crecer” que Adela decidió poner ese llamativo nombre a su local “mi alma agradece tu alma” es el significado de la palabra ‘Namasté’ y fue en agradecimiento a todos los clientes del barrio porque gracias a ellos pude sacarlo adelante”.

Es por todo esto que una sonriente Adela ha expresado cómo se siente “feliz” y, en cuanto al barrio, relata “estaré eternamente agradecida por la acogida que Namasté tuvo en el barrio” y ha querido animar a la población logroñesa “a que se atreva a cruzar el puente y disfrutar de la tranquilidad del Campillo”.

Y es por todo esto que, si algo han dejado claro todos ellos es cómo, al otro lado del Ebro, también hay más Logroño, con unos vecinos enamorados de la zona, sin intención alguna de dejarla atrás, y que miran con ilusión hacia un futuro en el que Logroño y el Ebro puedan, finalmente, ir de la mano.


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